Fuencarral-El Pardo, Madrid 05:32 AM.
Corriendo por el largo pasillo, tres doctores y dos guardias de seguridad intentan descubrir de dónde proceden los fuertes gritos que han despertado a todos los pacientes.
Cabezas asomadas por las ventanillas de las puertas intentando averiguar lo sucedido. El olor metálico, punzante y húmedo golpeó las narices de todos los presentes en el centro, mientras el ruido de los curiosos, que gritan y golpean las paredes exigiendo explicaciones sobre lo sucedido, distrae a los expertos.
Al llegar, uno de los guardias de seguridad intenta abrir la puerta con fuerza, pero está bloqueada, un fallo eléctrico ha bloqueado las puertas y cámaras de todo el centro.
—¡Tenemos que tirar la puerta! —gritó el guardia.
Al otro lado solamente se escuchaban gritos y golpes a una puerta, unos golpes cargados de frustración y miedo. Al otro lado piden al responsable de los porrazos retirarse para no ser golpeado por la puerta.
Comienza la cuenta atrás, todos los presentes que asoman la cabeza desde los pequeños huecos de las puertas la siguen, empujándose entre compañeros de habitación para lograr ver lo que sucede.
3
Los corazones retumbaban al unísono.
2
Un último alarido atraviesa la puerta.
1
El fuerte estruendo provoca un zumbido persistente en los oídos de todos.
La puerta se encuentra en el suelo, los doctores intentan enfocar su mirada en lo que encuentran en la habitación, pero hay demasiadas cosas, no consiguen concentrarse.
En la cama, una mujer, aquella mujer, la loca, mentirosa, la media lengua —así le llamaban en el centro—, acostada, manchada de rojo.
Al lado de la cama, otra mujer, la nueva, la callada, encogida ahogando su llanto en una sábana que agarra con ambas manos buscando protección.