Fresa como Amarea

Capítulo 3

Querido diario,

No sé por qué estoy pensando tanto en todo esto. A veces desearía que las cosas fueran más simples, pero todo parece más complicado de lo que debería ser. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en lo que pasó ayer? No es la primera vez que alguien me llama por un apodo, pero esta vez es diferente. No sé si es por la forma en que lo dijo o por lo que pasó después. Y no es que haya pasado algo grande, pero… no sé. Me molesta pensar tanto en esto.

Hoy en la escuela no pasó nada especial. Bueno, lo normal. Las clases aburridas de siempre, los mismos chicos, los mismos pasillos. Todo igual. Pero aunque todo fuera igual, yo sentía que algo estaba raro. Como si estuviera esperando a que pasara algo, pero no pasó nada.

Élan no apareció en toda la mañana. No es que lo estuviera buscando, pero… bueno, creo que sí. En el recreo, me fui a mi rincón de siempre, como hago todos los días. Pero esta vez estuve mirando a los demás más de lo normal. Es extraño cómo nunca me doy cuenta de lo que pasa alrededor hasta que empiezo a prestar atención. La gente parece siempre estar tan segura de lo que está haciendo. Los chicos juegan fútbol, las chicas se sientan juntas y hablan. No sé de qué, pero seguro son cosas importantes para ellas. Y ahí estoy yo, sentada sola, con mi cuaderno y mis audífonos, mirando el mundo desde mi pequeño espacio.

No es que me moleste estar sola, pero últimamente me siento más… no sé, diferente. Como si la soledad pesara más. Y todo eso empezó después de que Élan se sentó conmigo.

Hoy no se sentó conmigo. Y no lo vi en todo el recreo. Me puse los audífonos, pero no era lo mismo. Era como si algo faltara, aunque no sé bien qué. ¿Desde cuándo me importa si alguien se sienta conmigo o no? He estado sola siempre, y eso ha estado bien. No necesito que nadie me haga compañía. Entonces, ¿por qué me siento así?

Estaba escribiendo en mi cuaderno, pero no lograba concentrarme. Mis pensamientos volvían una y otra vez a lo mismo: ¿Qué quiso decir cuando me llamó "diferente"? Y más importante, ¿por qué me sigue afectando tanto? ¿Por qué me preocupa lo que él piense? No es que seamos amigos ni nada. Apenas hemos hablado, y cuando lo hacemos, me siento más confundida que antes.

Me pasé todo el recreo tratando de no pensar en él, pero fue inútil. Lo busqué con la mirada un par de veces, pero no lo encontré. Al final, volví a clase sintiéndome tonta por haberme preocupado tanto. Seguramente él ni siquiera pensó en mí hoy.

Después de la escuela, decidí caminar un poco antes de volver a casa. A veces necesito despejarme, y caminar me ayuda. Pasé por el parque y me senté en un banco por un rato. El viento estaba fresco, y por un momento, pensé que tal vez estaba siendo dramática. Tal vez no era tan complicado como lo estaba haciendo en mi cabeza. Tal vez solo me afectaba porque, por primera vez en mucho tiempo, alguien me prestó atención de una manera que no me hizo sentir mal.

Estaba pensando en eso cuando escuché una voz.

—Hola, Fresa.

Ahí estaba él, otra vez. ¿Por qué siempre aparece cuando menos me lo espero? Me quité los audífonos y lo miré.

—Hola —dije, un poco nerviosa.

Se sentó en el banco junto a mí, como si fuera lo más normal del mundo. Yo lo miraba de reojo, esperando que dijera algo, pero no lo hizo. Solo se quedó ahí, en silencio, mirando al frente.

Después de unos segundos, no pude evitarlo. Tenía que preguntarlo.

—¿Por qué me llamas así? —solté, de repente.

Élan me miró, levantando una ceja, como si la pregunta lo hubiera sorprendido.

—¿"Fresa"? —preguntó, como si no supiera de qué estaba hablando.

Asentí, esperando una respuesta que tuviera sentido.

—No lo sé —dijo finalmente, encogiéndose de hombros— Solo me pareció que te queda. Es algo… diferente.

Otra vez esa palabra. Diferente.

—¿Y eso es bueno? —pregunté antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Élan se quedó en silencio por un momento, como si estuviera pensando en la respuesta. Luego sonrió, esa sonrisa suya que siempre me deja confundida.

—Supongo que sí —respondió finalmente—. No todo el mundo tiene el valor de ser diferente.

No supe qué decir. El valor de ser diferente. ¿De qué estaba hablando? Yo no elegí ser diferente. No elegí tener el pelo rojo ni ser la chica rara que siempre está sola. Solo soy así, y a veces odio eso. Pero él lo dijo como si fuera algo bueno, algo que debería agradecer.

Nos quedamos en silencio de nuevo, pero esta vez no fue incómodo. De hecho, fue más fácil. A veces no sé qué pensar de él. Es como si siempre supiera más de lo que dice, pero al mismo tiempo, no parece importarle demasiado.

Después de un rato, Élan se levantó.

—Nos vemos mañana, Fresa —dijo, antes de caminar hacia la salida del parque.

Lo vi alejarse, y me quedé pensando en lo que había dicho. "El valor de ser diferente." Nunca había pensado en eso de esa manera. Para mí, siempre fue algo que me hacía sentir fuera de lugar, no algo que requería valor.

Cuando volví a casa, me encerré en mi cuarto como siempre. Me puse los audífonos y escuché mi música favorita, pero esta vez no pude concentrarme en las canciones. Mi cabeza seguía dándole vueltas a las palabras de Élan. Me miré en el espejo por un momento, viendo mi cabello rojo caer sobre mis hombros. "El valor de ser diferente", repetí en mi mente.

¿Podría ser eso cierto? ¿Podría ser que lo que siempre me hizo sentir fuera de lugar era, en realidad, algo que requería coraje?

No sé si estoy lista para ver las cosas de esa manera, pero por primera vez, no me molestó tanto ser llamada "Fresa".

Es extraño cómo una sola palabra puede cambiar tanto lo que piensas de ti misma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.