From Zero - Desde Cero

Capítulo II: Edificio Pegaso

La carretera había desaparecido, no había ni un vehículo rondando, lo único presente en todo el perímetro, eran unas rejas de metal y acero con muros a los lados; estas rejas encerraban cada una de las instalaciones y las unían al edificio Pegaso en concreto.

Los miembros de la DORPA nos hicieron caminar de frente en dirección al edificio; esto con la intención de que entráramos en él.

«Y así ingresamos al edificio Pegaso...»

Según estos hombres, el edificio se componía de siete partes:

1. "Entrada Principal", esta se encontraba al inicio del todo, allí podíamos encontrar un montón de científicos caminando de un lado a otro llevando algunos documentos.

2. La "Sala Central" estaba enfrente de la "entrada principal" y conectaba a las "Habitaciones""Sala de comidas" y "El patio de actividades".

3. Las "Habitaciones", era la conexión izquierda de la "Sala Central", en ella se encontraban los cuartos de todos los que vivían en el edificio: "Niños".

4. "Patio de actividades" está situada a la conexión enfrente de la "Sala Central", aquí sería el lugar de educación física según los hombres de bata.

5. "Sala de comidas", es una conexión al lado derecha de la "Sala central", aquí se distribuía la comida para todos.

6. "Dormitorio G" situados en todo el segundo y tercer piso, eran los cuartos de todo el personal dentro del edificio; se llegaba allí desde las escaleras situadas a la izquierda de los pasillos de la "Sala Central" o el ascensor por defecto.

7. "Salas experimentales", estas están situadas en el cuarto piso. Se podía llegar por las escaleras y el ascensor de la sala central. Además de ello, estaba absolutamente restringido el ingreso de los niños sin previa autorización.

Luego de la breve explicación acerca del edificio, nos mantuvimos al comienzo de la entrada principal.

De repente, un hombre que se hacía llamar cómo "director" nos mostró un cartel que contenía una frase; él nos advirtió que la aprendiéramos, (cómo quién previene una guerra de mil años que está por acontecer).

Él hacía parecer esa frase como algo sumamente importante. Además, añadió que se trataba del lema del edificio, al escuchar eso, todos dedujeron que era mejor aprenderla que no hacerlo, de todas formas, no se perdían nada con ello.

Éramos un aproximado de ciento cincuenta niños norteamericanos de diferentes edades, y todos los niños, (al igual que yo), habíamos sido trasladados para las clases complementarias y el examen que se ejecutaría dentro del edificio Pegaso.

Mientras seguía pensando en lo que había a mi alrededor, el autoproclamado director dirigió unas palabras hacia nosotros:

—Queridos estudiantes, hoy me veo con su maravillosa presencia dentro de estas instalaciones —decía mientras estiraba ambas manos—, es un honor ser uno de los miembros de este proyecto, espero que sea de su agrado y disfruten su estadía aquí.

Al terminar de decir eso, el director sonrió (como si fuese un payaso inflable) y dijo que todos los niños pusiéramos una sonrisa, mientras exclamaba que lo acompañáramos.

—¡La vida depende de las sonrisas! Si no sonríen... ¡Están muertos! —el director soltó una carcajada y añadió—, ¡Muy bien chicos! En marcha, síganme.

Todos le observaron (como quienes ven al profesor de física decir que nos obligará a dar vueltas durante varias horas sin descanso y sin tomar un bendito sorbo de agua), ninguno de los niños se interesó en prestarle atención.

Él sonrió nuevamente mientras se alejaba, fue allí donde se nos permitió entrar a la sala central y al ver de lejos lo que había dentro de la sala, observamos otro montón de Greenders; eran como uno de esos desfiles de científicos que se veían en los periódicos.

El director nos indicó que entraríamos, pero con la condición de hacerlo de manera adecuada y formal.

—Si veo que no respetan las filas y el orden, me veré obligado a quitarles el examen —soltó una pequeña carcajada y agregó—, sí fallan por alguna razón, los mandaré a sus respectivas instituciones —tomó un poco de aire—, ¡No habrá una nueva oportunidad! ¡Pueden ser expulsados o dados de baja! —exclamó el director con un rostro serio.

La mayoría de los niños entraron de forma cuidadosa y en orden al escuchar lo dicho por el director, tenían pánico de regresar a sus centros educativos sin haber aprobado el examen.

Por otra parte, había un grupo de diez niños que no quisieron obedecer, (irónicamente la mayoría pertenecía a mi salón). El director se acercó a ellos, sonrió un poco y les susurró algunas cosas en sus oídos; luego de eso, les pidió que se retiraran.

Mis compañeros se veían con una cara de susto mientras el director se alejaba, parecía que acabarían siendo expulsados o algo por el estilo, entonces los de bata y gorra verde tomaron a los diez niños que no cumplieron las órdenes del director y fueron retirados de las instalaciones en un vehículo.

El director frente a lo ocurrido se hacía notar como alguien que era recto y cumplía su palabra.




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