Todos siguieron despiertos hasta que llegó el amanecer; solo esperábamos la hora del desayuno.
Nadie había podido pegar los párpados, ni siquiera por un segundo, el tormento que causaba lo que habíamos visto y presenciado el día de ayer era demasiado abrumador.
Los integrantes del cuarto (incluyéndome), queríamos saber cuanto antes cómo estaba Jonathan, sin embargo, frente a nosotros, el reloj parecía detenerse y avanzaba de forma lenta.
Y tras una larga espera, me puse a pensar en mi pasado antes de haber llegado al edificio Pegaso. Sinceramente, lo que más me importaba, era cómo estaba mi padre ante todo esto.
Mi madre había muerto en un accidente hace unos cuatro años, pero yo no la recordaba muy bien. No tenía ningún hermano, así que solo éramos mi padre y yo.
«¿Él se sentirá triste...? ¿Me estará buscando...?, «pensé», ¿Realmente le avisaron sobre el proyecto...?»
Según los Greenders. Él estaba de acuerdo con todo esto al haber firmado el ingreso a la HSUA, pero con todo lo que ha ocurrido hasta ahora. He llegado a pensar que todo el "aviso consentido" era una vil mentira.
De forma sencilla, mi vida se había resumido a estar intercambiando escuelas, así que había perdido cierta comunicación con él (aunque cuando tenía tiempo, me escribía cartas de vez en cuando).
Tampoco tenía algún tipo de relación con los demás alumnos de mis anteriores escuelas, (ya que ellos eran muy distantes). Y es que, aunque siempre trataba de acercarme para hablarles, sentía un rechazo de parte de ellos, así que solo terminaba generando ansiedad y un miedo al no poder hablarles.
En lo único que, si estaba de acuerdo, era que mi última escuela (el instituto HSUA), estaba conformado por estudiantes genios y superdotados.
Si lo veo desde esa perspectiva, tampoco había alguna forma de que pudiera tener amigos en la "HSUA", ya que mi salón estaba compuesto por muchos revoltosos (que, aunque si bien eran unos genios, por alguna razón, decían que yo no era compatible con ellos).
Quizás se debía por la inseguridad adquirida a lo largo de los años o a la pérdida de mi madre y a los constantes cambios de colegio, quizás cada una de esas causales me había dificultado el relacionarme con los demás.
Además, tampoco había forma de negar lo que había ocurrido. Mi padre se preocupaba por mi futuro y desde la muerte de mamá no había forma de que él no se centrara en mí. Él se lo había prometido, esa era su promesa hacia ella y siempre me hacía mención de esa promesa cada vez que se presentaba ante el altar de mamá.
Aunque ella no estuviera con nosotros, las promesas hacían que se mantuviera presente en nuestros corazones, por ello mismo, no podía echarle toda la culpa de mis inseguridades a mi padre (no podía hacerlo). Esto porque en parte también era mi forma de concentrarme en mis estudios.
Así que, ¡esta también era mi promesa ante el altar de mi madre!
Le juré ante sus restos que sería el mejor de mi clase, le dije que conseguiría muchos amigos y me considerarían un genio.
Aunque solo he cumplido lo de ser un genio y ser el mejor de la clase. Esto sucedió luego de sacar las más altas notas de los distintos colegios en los que estuve y ganar algunas medallas a gran escala.
Dada mis altas notas y mi destacable forma de pensar, mi padre recibió una propuesta para que yo ingresara a la "Institución Especializada De Los Estados Unidos de América" o en sus siglas "H.S.U.A.".
Además, según entendí, esto se dio también porque tenía una habilidad relacionada con los niños índigos. De esa manera, estaba logrando un montón de cosas y estaba cumpliendo lo que le prometía a mamá, así que recriminarle a mi padre por los problemas que tenía, sobre mi falta de habilidad social solo sería egoísta.
Le haría un daño a mi padre y a mí, y también iría en contra de la voluntad de mi difunta madre.
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Y fue así que la relación con mi padre empezó a cambiar cuando entre a la HSUA.
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Mi padre dejó de estar en casa. Las veces que lo veía, estaba hablando con un hombre uniformado acerca de los procesos de investigación que mis padres habían realizado durante varios años.
Aunque no lo veía mucho, me alentaba ver a mi padre esforzándose junto al trabajo que tenía con mi madre. De cierta manera, parecía que él respetaba la investigación que ellos habían hecho juntos y por eso mi admiración por él fue creciendo cada vez más.
Al verlo así, decidí cambiar mi manera de ser, me esforzaba en quedar en primer puesto y en hacer, aunque sea, un solo amigo.
Debido a mis logros, el director de la HSUA me adelantó un grado más del que ya estaba. Creo que dentro de ese adelanto fue la primera vez que vi a Alice; ella no hablaba mucho, era muy solitaria, con el único que hablaba era con el profesor que, tras el traslado hasta el edificio pegaso, nos había abandonado a nuestra suerte.
En ese grado también conocí a mi primer amigo: Dave.
Un chico que era como el bravucón del salón, no me refiero a que fuera agresivo, a lo que me refiero, era que él era demasiado grande y los demás niños le tenían miedo.