¿Qué es lo que me había ocurrido...?
Mientras me veía en el espejo, no podía creer lo que estaba viendo. No aceptaba que el reflejo que estaba observando era mío; era algo imposible.
El último día del que tengo memoria (y en el que supuestamente quedé inconsciente), estaba en clases con el profesor de filosofía. Luego de que el profesor le gritara a los demás alumnos, abrió la puerta e ingresaron al salón unas personas que parecían científicos. No puedo recordar nada más que eso.
¿Qué es lo que había pasado después...?
Mi mente estaba confundida, mi cuerpo no era el mismo, tenía muchas preguntas, pero no podía responder ninguna.
De repente, un sonido interrumpió mis pensamientos, era el supuesto director. Él dijo que tenía una explicación a mis dudas, así que me dispuse a escucharlo.
—Bueno, N.° AN-10. Lo que ocurrió contigo fue algo lamentable —hizo un gesto de tristeza y suspiró de manera lenta—. No sabíamos cómo reaccionaría tu cuerpo al producirse el cortocircuito dentro tu cuarto, algunos pensábamos que estarías en coma de por vida, pero no te preocupes. Ya estás bien, has vuelto a la vida tras estos siete meses... Es un milagro científico —añadió el director conmovido.
El aura que él emanaba era de un color naranja y gris, no sabía si estaba mintiéndome o si estaba diciéndome la verdad. ¿Cómo podría verificar lo que él me decía...? Lo único que podía hacer en ese momento de dudas, era seguir hablando. Así que le respondí mostrando un poco de confianza.
—Veo que usted me conoce desde hace un buen tiempo, pero aún no entiendo por qué me veo de esta forma —titubeé buscando una respuesta—. Según entendí por lo que me ha dicho usted, quedé en coma por siete meses. ¿Estoy en lo cierto? —agregué interrogando.
—Es correcto, fueron siete meses donde hicimos un gran esfuerzo por despertarte —respondió el director.
—Si fueron solo siete meses... ¿Por qué me veo tan mayor? — pregunté dudando de él—. Además, ¿por qué mis ojos son diferentes? ¿Qué es lo que me ocurrió en estos siete meses que estuve inconsciente? —pregunté de nuevo.
—Esas son muchas preguntas, pero no te preocupes, te las responderé de manera adecuada —sonrió un poco y prosiguió—. Debido al cortocircuito dentro de tu cuarto, tu cerebro quedó en coma por siete meses. Sin embargo, tu cuerpo siguió avanzando conforme a los meses —dirigió su mano a la cabeza—. No me sé explicar bien, a lo que me refiero es que desarrollaste una enfermedad, esta hizo que tu cuerpo confundiera esos siete meses por siete años —dejó un poco de silencio y agregó—, es decir: en este momento tienes 18 años físicamente, bueno dentro de unos segundos serán 19, si vemos la hora y el día de mañana —mencionó el director.
Observé el reloj que estaba en una de las esquinas del cuarto. Justo en ese momento, marcaba la fecha de mi cumpleaños.
0:00 am
27 de agosto, 1,969
—¡Feliz cumpleaños! Creo que haber despertado en este día es un buen regalo, así que no tengo nada más que ofrecerte —dijo entre risas el director.
—No te preocupes, director. Ya estoy acostumbrado a no celebrarlo, no me molesta otro año más. Por otro lado, creo que entiendo un poco de lo que me has explicado, mi altura y mi edad han sido modificadas a causa de esa enfermedad. ¿No...? Mm... —toqué mi mentón—. Aunque aún no me ha explicado el porqué mis ojos son diferentes —señalé mis dos ojos con la mano izquierda—. ¿Tienes una explicación de qué es lo que ocurrió con ellos? —pregunté dudoso.
—Eso es sencillo de responder, N.° AN-10 —se acercó a mí y revisó mis ojos con una lupa—. Tus ojos son la prueba de que fuiste impactado por el corto circuito del cuarto —encendió una linterna para verlos mejor—. ¿Puedes verme como siempre me has visto? —me pidió que me alejara para ver mi alrededor—. ¡¿Puedes ver de manera normal todo lo que está en la sala?! —preguntó el director.
—Supongo que sí, si no pudiera verlo estaría asustado —farfullé mientras veía a mi alrededor—. Veo la camilla, la ventana, el reloj, las máquinas que están al costado de la camilla, el espejo y a usted —dirigí mi vista hacia él—. Creo que todo está correcto en mí —añadí mientras seguía susurrando cosas para responder.
—¿Estás seguro de que no notas algo raro en mí? —se paró y empezó a caminar—. ¿Me ves correctamente? —preguntó él entre dudas.
En ese momento, me di cuenta de que al verlo, mi vista seguía un rastro del camino a donde se dirigía. Podía ver cómo se movía a cámara lenta mientras seguía preguntándome:
—¿Me ves correctamente?
—Veo un rastro detrás de usted —moví mi cabeza lentamente siguiendo el rastro—. ¿Qué significa eso? —pregunté asustado.
—No es nada malo, no te preocupes —sonrió un poco y prosiguió con su discurso—. Estos niños de ahora le tienen miedo a todo, pensé que estarías más tranquilo —hizo un gesto de decepción—. Lo que ocurre con tus ojos se solucionará tarde o temprano, es parte de la locura del buc... —interrumpió lo que iba a decir— es parte del corto circuito que se ocasionó en tu cuarto —farfulló intercambiando sus palabras.
No sabía si creerle o no, nunca había visto a ese hombre en mi vida, no que yo recuerde. Sin embargo, sentí una incomodidad al verlo. Una especie de haberlo visto antes, pero no lo recordaba, no sabía quién era, así que volví a preguntar acerca del accidente.