Tanto Anthy como yo, tomamos la decisión de reiniciar los betavisores.
Nuestra idea consistía en reunir la información de las personas dentro del discurso y regresar en el tiempo antes de que los miembros del edificio se dieran cuenta.
Con eso en mente, le dije que probablemente se encontraría a sí mismo entre la multitud y que por lo que más quisiera, hiciera el esfuerzo de alejarse de su "yo" del pasado.
Esto se debía a una razón paradójica que los Greenders explicaron en una de sus reuniones. Supuestamente, al viajar en el tiempo de forma virtual, éramos enviados como las mismas entidades en diferentes espacios al tiempo de destino.
Es decir, si yo viajara virtualmente al pasado o al futuro, en donde ya había estado en uno de mis viajes (sean futuros o pasados); podría verme en ese mismo lugar y eso colapsaría el holograma.
De esa forma, la realidad haría que tanto el "yo" de ese viaje y mi "yo" actual, desaparecieran. Para así arreglar la interferencia del "código" o "alma" duplicada del individuo asemejado a la línea.
Por esa misma razón, debíamos tener cuidado para no sobrepasar los límites del holograma y no vernos de manera conjunta con nuestras versiones del pasado o del futuro al que debíamos llegar.
Con ello, Anthy y yo quedamos en reunirnos a las 17:16 h, en este lugar al cual denominamos:
"Punto intermedio".
Con las pautas dadas y lo que logré ver de los Greenders en el edificio, solo debía apretar los botones de "minutos" y "horas" a la vez; esto podía restablecer el punto de destino de los betavisores.
No había mucha ciencia en ello.
Solo debíamos regresar a la mañana de este día, recoger la información y reunirnos en el punto intermedio. De esa manera, volveríamos al edificio pegaso con lo que se nos había solicitado originalmente.
Con esas bases, ninguno de los presentes en el edificio se daría cuenta de que reiniciamos los betavisores y que regresamos en un segundo intento.
Y con todos los acuerdos previos, ambos decidimos reiniciar los betavisores y volver en el tiempo.
Ciudad de Gettysburg.
Jueves, 19 de noviembre, 1,863.
08:53 h.
Nuevamente aparecí lejos del paradero de Anthy, pero no había tiempo de buscarlo. Tenía que conseguir la información de las personas reunidas en el discurso de la ceremonia.
Iba a dignarme con buscar la información, si tan solo no hubiera tenido la peor de las suertes, apareciendo delante de una niña de aproximadamente doce años.
Ella tenía ojos de color miel y un cabello ondulado de color rubio. Además, usaba un vestido de color negro y se veía asustada, tanto que cayó sentada al verme aparecer delante de sus ojos.
—Hola, ¿qué tal? Yo solo pasaba por aquí —dije tendiéndole la mano para que se levantara y tratara de ignorar lo sucedido.
El silencio envolvió el clima, ella no respondió ni una sola palabra.
—¿Pasó algo malo...? ¿Estás asustada...? —pregunté para saber por qué no respondía—. Lamento haberte asustado, no era mi intención.
—Estoy bien, no-no te preocupes —ella agarró su cabeza mostrándose confundida—. ¿Cómo hiciste para hacer eso?
—¿Qué cosa? —pregunté ignorando lo obvio.
—Aparecer aquí, a-apareciste de la nada.
—Estaba practicando mi truco definitivo de ilusión. Me gusta volverme invisible y aparecer en lugares donde hay pocas personas —mencioné para despistarla.
—¿Y cómo hiciste ese truco? —preguntó ella interesada.
—Si revelaría uno de mis más grandes trucos, perdería lo que me hace un ilusionista. ¿No crees?
—Supongo que sí —se levantó del suelo—. Perdón por preguntar.
—El error fue mío, así que lo siento. Por cierto, mi nombre es Lukk. ¿Cuál es el tuyo? —pregunté nuevamente.
—¿Lukk? Bueno, yo me lla... Mi nombre es Ali... —titubeó intercambiando sus palabras.
—Con que Ali, eh... Un gusto en conocerte. Mm... Por cierto, ¿conoces este lugar?
—La verdad, solo un poco. Es mi segunda vez aquí, pero no es como si lo conociera realmente —mencionó ella.
—Mm... entiendo. Si eso es todo, agradezco tu amabilidad, Ali. Tengo que buscar a alguien y reunir algunas cosas, así que espero que te vaya bien, nos vemos —mencioné alejándome.
—E-Espera, no te vayas. Puedo ayudarte con lo que tengas que hacer, tengo tiempo libre y estoy sin hacer nada —musitó ella rogando para que no me fuera.
—¿Estás segura de que podrás ayudarme? —dije para confirmar sus palabras.
—Sí, pu-puedo ayudarte. Solo dime que necesitas y yo lo hago —aclaró sonriente.
—Está bien, no veo porque no aceptaría la ayuda de alguien tan amable. —mencioné mientras caminaba de regreso hacia ella—. Bueno, primero tengo que reunir información, así que necesitaré tu ayuda para recolectarla.