Despertarme era lo que menos quería, esta situación me recuerda a mi primer día en el edificio pegaso. Mi cabeza daba vueltas mientras permanecía en la misma camilla dentro de la misma habitación en la que había despertado el primer día de coma.
—Veo que despertaste, Anth. ¿Qué sucedió contigo? Isaac me dijo que te desmayaste de repente en los pasillos. ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? —dijo mientras inspeccionaba el estado en el que me encontraba.
—¡Estoy bien! No te preocupes. Solo me mareé un poco al mover las barras de…
No pude decir ni una sola palabra más, Isaac también estaba en la sala. Él estaba mirándome fijamente, como si me incitara a no decir nada de lo que había ocurrido.
—¿Barras de…? —Lukk trató de completar mis palabras.
—Olvídalo, es algo irrelevante, la cosa es que me desmayé y ni yo mismo sé lo que paso —dije evitando las posibles de Lukk.
Trato de levantarme y me inclino en la camilla para escudriñar a mis alrededores moviendo únicamente los ojos como si buscara algo dentro de ese salón.
—Así que sigo viéndolas —bostecé al ver algunas líneas con el supuesto “cálculo espacial” que Isaac había mencionado.
—¿Ver qué? —preguntó Lukk interesado en mis desvaríos.
—Nada, no es nada que te interese —dije mientras trataba de salir de la camilla.
—Alto ahí, no puedes moverte ni un centímetro de esa camilla, Anthie. Si quieres salir de ahí debes permanecer al menos un día recostado —mencionó Isaac preparándose para retirarse de la sala—. Comencemos de nuevo, recuéstate otra vez.
Con cara de desagrado acepté la orden de Isaac y me vi dispuesto a permanecer por un día entero recostado en la camilla.
—Sabes que tengo necesidades como cualquier humano, ¿verdad? —pregunté mientras veía a Isaac.
—¿Necesidades? ¿De qué estás hablando? —preguntó Isaac interesado en mis palabras.
—Los seres humanos tenemos necesidades básicas. Comer, dormir, ir al baño, entre otras —agregué para aclarar sus dudas.
—Ah, de eso hablabas. No te preocupes, Lukk te traerá comida y ¿dormir? Puedes dormir en esa camilla, también sirve como una cama.
—¿Qué yo qué? —farfulló Lukk ante la respuesta de Isaac.
—Que ayudarás a Anthie el día de hoy. No se preocupen por la misión de mañana, la pospondremos para el sábado. Así que toma este descanso hasta que te llamemos. Y nada de desobedecer las órdenes, mi superior lo ha dictado así.
—¡¿Tu superior?! —exclamé confundido.
—Así es, mi superior ha dicho que te quedes dentro de esa camilla por un día y así será.
—Ah, que aburrido. Bueno, ¿y el baño? ¿Qué hago si me dan ganas de ir?
—Mientras no tengas deseos de hacer eso, todo estará bien —comentó Isaac mientras veía a los alrededores.
—Creo que podrías disimular mejor la palabra “aguántate” ¿no? —respondí en forma de pregunta.
—Entonces, en el caso de que necesites ir al baño, llámame. Vendré a ver que soluciono ese problemilla.
—Está bien, pero... ¿Al menos podrías traerme algo para distraerme? Por favor.
—¿Algo para que te distraigas? —dijo mientras veía la hora—. Tampoco exijas demasiado. Te estoy dejando a Lukk, no creo que te aburras con él —aclaró Isaac saliendo de la sala.
—¡¿Por qué me meten a mí en esto?! Ah, así va a ser. ¿No les importa mi opinión? ¡También tengo cosas que hacer como para quedarme cuidando a Anthie! —reclamó Lukk siguiendo a Isaac, el cual ya había salido por la puerta de en frente—. ¡Bien! ¡Está bien! —dijo regresando a la habitación—, con que así va a ser. ¿Necesita algo más su majestad? —preguntó Lukk de mala gana.
—Nada —repliqué ante su pregunta.
—Vamos, Anthy. Sabes, tenía cosas que hacer. No puedo quedarme mucho tiempo. Mm… ¿No quieres algo para distraerte? Ayer encontré un cuaderno viejo. Al parecer está escrito de pies a cabeza y tiene un montón de garabatos que parecen ser dibujos. ¿No quieres que te lo intercambie por... no sé, irme un rato? Solo será hasta la hora de la cena, necesito averiguar algunas cosas —mencionó apurado mostrándome un cuaderno de color negro desgastado por su uso—. Este es el cuaderno, aún tiene páginas para escribir o dibujar, lo que más te guste. Creo que le sobran unas veinte o treinta hojas. ¿Qué dices? Si aceptas te traeré el almuerzo y un lápiz para que comiences ahora mismo.
—¿Es demasiado importante lo que tienes que hacer? —pregunté para saber las intenciones de Lukk.
—Muy, muy, muy importante. Creo que es tan importante que si no lo hago podría arrepentirme luego.
—Mm… —hice un gesto pensativo.
—Por favor, Anthie. Necesito irme —rogó para que le dejara ir.
—Mm… —volví a hacer el mismo gesto pensativo.
—¿Podrías dejar de hacer mm… mientras hablamos? Te estoy pidiendo un favor, Anthie. ¿Me dejarías ir...? ¡Por favor!
Abrumado por sus palabras y su apuro de irse, decidí dejarlo ir. De igual manera sería aburrido estar hablando con él todo el día.