Fruto del destino

Capítulo 5: Reminiscencia

Connor

Salí a dar una vuelta para estar tranquilo y despejarme de todo aquello que me había dicho.

—¿Te gusta Hugo?

—Sí.

¿Por qué fue tan cortante? Me dolía que dijese eso de alguien como mi mejor amigo, porque fui yo en aquel día el que se quedó absorto en aquella sonrisa. Su sonrisa era simplemente algo mágico que parecía curar la oscuridad y el dolor que había en mí.

Pero todo eso se esfumó cuando escuché aquello.

Juraría y perjuraría que había una cierta atracción hacia mí de su parte. Pero ya no estaba seguro.

En aquel momento en el que andaba por la acera, en el silencio de la noche escuché gritos por todos lados. Una voz que se desgarraba por segundos. En aquel momento la voz me resultó conocida y corrí para ver de dónde provenía.

A lo lejos pude ver como un hombre tenía agarrada a Olivia mientras ella pataleaba y gritaba.

Tenía ganas de acercarme y pegarle una paliza a aquel degenerado, pero vi que portaba una navaja en su mano derecha que me dejó atónito. Tenía ganas de partirle la cara en aquel momento.

No quería que algo le ocurriese a Olivia.

Mi vista fue hacia todas las direcciones posibles hasta que pude ver un palo depositado en la hierba de la acera. Lo agarré y fui directamente hasta el hombre.

Estaba de espaldas y agarré con fuerzas el palo para darle en la parte de atrás de la cabeza con él.

El hombre cayó al suelo y Olivia estaba de pie mientras me miraba. Ella limpió sus lágrimas. Parecía tan indefensa...Necesitaba abrazarla. Antes de que yo pudiese hacerlo ella vino hacia mí y me abrazó muy fuerte. Tanto que pude escuchar su respiración entrecortada y sus sollozos llenos de dolor.

Necesitaba calmarla porque me estaba partiendo el alma verla así. Después de que dijera que Hugo le gustaba yo sabía que no había opción de nada.

Lo que sí tenía claro es que necesitaba protegerla de alguna manera.

Olivia

—Tienes una casa muy bonita— dijo mirando hacia todos los rincones de la casa.

No sabía a qué venía ese comentario. Era una casa decente, pero ni mucho menos era lujosa como la suya. Supongo que lo dijo para cambiar de tema y que dejase de pensar en lo que había ocurrido. Pero no podía, me era imposible no hacerlo.

—Mi madre se encargó de decorarla— le dije con una sonrisa falsa en la cara.

—Oye Olivia, ¿estás bien? — me dijo el cuándo lo notó.

Quería gritar que no, no lo estaba, no podía estar bien después de aquello. La tristeza inundó mi rostro de nuevo solo de recordar todo lo que había pasado.

Miedo...

Desesperación...

Frío...

Gritos...

—Sí, solo necesito curarme esto y darme una ducha, tranquilo— dije señalando la herida que había dejado el cuchillo en mi mejilla.

—¿Quieres que te ayude? —me dijo acercándose poco a poco a mí.

Asentí con la cabeza.

Subimos hasta mi cuarto y yo me senté en el filo de la cama, no tenía fuerzas ni para estar de pie.

—Voy a por el botiquín, ¿dónde está?

—Está en el armarito del baño.

Connor se fue a por el botiquín dejándome sola en mi habitación. Mis ojos se cerraron y veía las imágenes en cámara lenta repitiéndose una y otra vez. Mi voz ronca de gritar hacía que se me pusieran los pelos de punta, ¿qué hubiera sido de mí si Connor no hubiera estado ahí? Recordar lo que me había pasado una y otra vez no ayudaba en nada.

Llevé las manos a mi cabeza mientras la agachaba, no aguantaba más, estaba perdida en mis pensamientos, una lágrima volvió a caer hasta mi mejilla, en aquel momento noté como una mano rozó mi pierna suavemente, cuando alcé la vista me volví a encontrar con sus preciosos ojos verdes mirándome fijamente.

Él estaba agachado en frente de mí sosteniendo una de sus manos en mi pierna haciendo leves caricias mientras en la otra traía el botiquín. Sus ojos se quedaron puestos en los míos y un escalofrío recorrió mi cuerpo de repente. Era una sensación tan extraña que me puse un poco nerviosa.

—¿Estás bien? —dijo tocando mi frente pasando suavemente su dedo pulgar.

—Me duele un poco la cabeza—asentí mientras me tocaba la frente a la par y él ponía la suya en mi pierna de nuevo. Me dolía la cabeza de aquellos gritos que hicieron que mi cabeza explotase y que mi garganta se desgarrase.

Él hizo que todos los pensamientos infernales que pasaban por mi cabeza se desvanecieran en tan solo un instante. No apartaba su mirada de la mía, el contacto visual no se perdía. Él acercó muy despacio la mano que tenía puesta en mi pierna y la subió hasta mi cara, apartando el mechón de pelo que cubría la herida y posicionándolo detrás de mí oreja. Tocó con dos dedos suavemente mi rostro y volví a sentir ese escalofrío. Abrió el botiquín para sacar lo necesario para curarme y empapó un algodón con alcohol para llevarlo hasta mi herida. El contacto del alcohol con mi herida ardía. Retrocedí un poco cuando sentí esa sensación de ardor...Puse una cara extraña e hice una mueca de dolor. Esto hizo que Connor soltara una leve sonrisa.

Volví a acercarme cuando agarró mi cara para llevarla más cerca de la suya y volver a poner el algodón en contacto con mi piel. Noté como la sangre había bajado hasta la comisura de mi boca y sus ojos se quedaron fijos en mis labios. Con el algodón comenzó a limpiar toda la sangre y cuando llegó a la comisura de mis labios lo hizo muy suave. Cuando terminó pasó sus dedos por mis labios y volvió a mirarme fijamente a los ojos. Yo de repente bajé la mirada hasta sus labios. Se veían bastante carnosos. No podía evitarlo.

Había mucha tensión por mi parte en ese momento, tener al chico que te atraía mirándote fijamente a los ojos mientras te cuidaba era una sensación indescriptible. Notaba un leve hormigueo recorriendo mi cuerpo y se me puso la piel de gallina al notar lo cerca que estábamos.

De nuevo comenzó a acercarse a mí notando su respiración haciendo que la mía se acelerara. Me hacía sentir cosas que no había sentido antes. Connor me hacía sentir viva de alguna extraña manera.




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