Fruto del destino

Capítulo 9: Extraños sueños

Olivia

Estaba exhausta por todo, ¿realmente fue un sueño? Fue todo demasiado real.

Me levanté de la cama. Era ya por la tarde. Ya empezaba a oscurecerse el cielo. Me quedé mirándome en el espejo de mi cuarto, llevaba puesta la camiseta negra aún y cuando me pasé la mano por un brazo sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Un flashback invadió mi mente en aquel momento y cerré mis ojos. Una mano fría recorriendo mi brazo y sentí una chispa al contacto como un calambre bastante sutil.

Las mariposas de mi estómago se apoderaron de mí. Sentí muchísimo cuando esos dedos fríos se encontraron con mi cálida piel. El contraste era notorio, pero era agradable.

De repente abrí mis ojos y vi el reflejo de alguien en el espejo que tenía justo en frente.

—¡Ahh! — grité saltando del susto—¿Qué haces aquí Connor?

—Tu madre me dejó pasar, ¿qué hacías en el espejo? — dijo mientras soltaba una risa.

¿Se estaba riendo de mí? Lo que me faltaba.

—Nada. Solo me miraba en el espejo, ¿necesitas algo?

—Venía a darte tu ropa— me dijo mientras me daba una bolsa con ella.

—Gracias—agarré la ropa—espérate que me cambie y te devuelva la camiseta.

—No hace falta, quédatela. A ti te queda mucho mejor—me miró de arriba hacia abajo observando mi cuerpo.

Yo asentí mientras me sonrojaba.

En ese momento todo quedó en silencio. Yo le miraba fijamente a los ojos hasta descender a sus labios. Me sentía mal conmigo misma por sentirme atraída por él, pero era inevitable. Él me hacía sentir cosas que nunca antes había sentido.

Era estúpida por ello, lo sé.

Connor notó mi mirada y la suya también quedó fija en la mía. Mierda, ¿por qué siempre tenía que hacer eso?

Comenzó a acercarse lentamente. Mi pulso se aceleraba aún más cada paso que daba hacia mí, notaba que me faltaba el aire, él me dejaba sin respiración. Cuando estaba tan cerca de mí podía oír el latido de su corazón. Pasó sus dedos por mi cara y yo cerré los ojos, de repente el flashback vino a mí de nuevo, las manos frías subieron desde mi brazo hasta mi cara.

Abrí los ojos y aparté a Connor de un leve golpe, ¿era él el de mi recuerdo? Estaba muy confundida en ese momento—No Connor, no me hagas esto de nuevo— dije con una mirada apenada a punto de llorar.

—Ey, pero ¿qué te pasa? ¿Estás bien? — preguntó volviendo a acercarse a mí para agarrar de nuevo mi rostro.

¿Cómo iba a estarlo? Me gustaba un chico que solo conseguía encerrarme en su juego estúpido que me hacía daño, el mismo chico que vi besándose con otra chica, aquel chico que solo se acercaba a mí cuando le daba la gana. Yo no estaba dispuesta a darle ese privilegio de poder jugar conmigo como si de un juguete se tratase, para eso había chicas dispuestas a caer en la trampa de un lobo feroz como Connor, el que esperaba a que una presa se rindiese a sus pies como una oveja indefensa.

—No, no estoy bien— dije mientras quitaba la mano de mi cara—Necesito que te vayas.

Connor agachó la mirada y se fue por la puerta sin ni siquiera decir nada y se marchó ante mis ojos.

¿Cómo podía comportarse así después de todo? Solo hacía marearme y confundirme aún más.

¿Por qué era tan difícil olvidarme de él? ¿Por qué no podía?

Cuando salió por la puerta comencé a llorar, me senté en el suelo mirando hacia la puerta con la espalda apoyada en la cama. Llevé las manos a mi cabeza y seguí llorando. Notaba como cada lágrima dolía más que la anterior.

La verdadera lágrima no es la que cae de los ojos y resbala por la cara, sino la que duele en el corazón y resbala en el alma.

Y yo notaba como si me estuviera destruyendo por dentro lenta y dolorosamente.

Llegar a esta ciudad me había traído muchísimas cosas buenas, pero también muchas malas. Quisiera pensar que Connor solo quiere hacerme daño, pero realmente no puedo pensar algo así cuando me gusta demasiado. Tenía sentimientos encontrados y yo ya no podía más, mi vida siempre había sido monótona y no estaba acostumbrada a estos cambios de sentimientos tan bruscos y me siento frustrada conmigo misma por no saber sobrellevarlo. ¿Realmente podría con todo? Ni siquiera puedo recordar todo lo que ocurrió en la fiesta y realmente necesitaba saber qué había pasado.

¿Por qué mi vida no podía ser como una cualquiera? Envidiaba a Becca y a Lily por ello. Ellas hacen ver que es muy fácil lidiar con los hombres y yo apenas puedo entenderlos.

Alguien llamó a la puerta en aquel momento. Era mi madre—¿Cómo estás hija? — dijo abriendo la puerta y entrando en la habitación.

Yo la miré apenada mientras lloraba y sin ni siquiera decir una palabra vino hasta mí. Se sentó a mi lado y me abrazó lo más fuerte posible. Siempre hacía lo mismo y me gustaba.

—Todo estará bien tranquila— murmuraba.

—Gracias mamá, necesitaba esto— dije mientras la miraba.

Ella sabía que algo no iba bien.

—¿Ese chico te ha hecho algo?

Yo me limpié las lágrimas que caían por mi rostro y solté una risilla tonta—No. Solo que no nos entendemos, eso es todo. Es un poco imbécil.

—¿Pero habéis hablado? A lo mejor ese es el problema. Cada uno tendrá un punto de vista de cada cosa y si no lo ponéis en común nunca sabréis lo que piensa la otra persona—arqueó una ceja—Y con respecto a lo de que es imbécil…Es un chico, al fin y al cabo.

Yo solté una leve sonrisa mientras limpiaba el río de lágrimas que recorría mi rostro—Chicos…

Mi madre tenía razón. Nunca habíamos mantenido una conversación fluida en la que nos contábamos cosas el uno del otro. Todo había sido tan intenso que nunca me di cuenta de ello.

Yo asentí con la cabeza y mi madre me siguió abrazando.

Cuando se fue preparé las cosas para el instituto y me acomodé en la cama. Agarré el móvil y comencé a ver todos los mensajes que tenía desde la noche anterior. Becca se dedicó a hacer fotos y había muchísimas, me quedé observándolas una por una, había algunas muy graciosas. Trent al parecer se disfrazó junto a Adrien de vaqueros.




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