Fruto del destino

Capítulo 25: Cambios y más cambios

Hugo

No voy a mentir que Olivia me gustaba, me atraía físicamente, querría decir que con Olivia me sentía yo. Y era así, Olivia y yo teníamos algún tipo de conexión rara, sentía que podía contarle lo que fuese, menos una cosa. Algo de lo que me arrepiento, algo que no debería haber dejado que ocurriera simplemente porque ella no se lo merece, es una persona maravillosa con un corazón enorme, una persona que, aunque parezca que no ha sufrido, intenta mostrar el menor sufrimiento posible, pero eso no sirve de nada cuando sigues rompiéndote cada vez más.

Por eso no quería contarle nada, sentía que solo dejaría de brindarme esa confianza, me odiará y sé que ni siquiera me hablaría, ¿qué podía hacer? No quiero que su vida siga desmoronándose después de saber lo que Connor le había dicho, no después de que su mundo se viniera abajo.

Esto solo significaba una cosa, debía ser un secreto.

Y eso me daba miedo, me daba miedo que me dejase de hablar. No después de entablar con ella una bonita amistad, una de las mejores que he tenido, una pura y sincera si no fuese por mis estupideces.

La quería, pero no de la manera en la todos pensaban. La quería porque realmente se estaba convirtiendo en una persona especial en mi vida, se estaba convirtiendo en mi mejor amiga.

¿Está mal querer ocultarle algo que seguramente le haga daño y termine de hundirse por completo?

No podía decirle que al principio había estado con ella para darle celos a Dana. No podía saber nada.

Olivia

Me quedé pensando en lo que Hugo me había dicho, porque él lo haría, ¿por qué? ¿acaso me estaba ocultando algo? Solo sabía que era muy raro viniendo de él.

Sin darle importancia seguí comiéndome mi helado. Mientras me comía el mío noté como Hugo agarraba un poco del suyo con su dedo. ¿Qué chico más raro? —pensé

Agaché mi cabeza levemente para agarrar un poco más de mi helado y cuando alcé la mirada Hugo estampó su dedo lleno de helado en mi nariz.

—¿Qué crees que estás haciendo? — intenté apartar su mano lo más rápido posible.

—Darle color a tu rostro, ¿es que no lo ves?

—Pero esto es asqueroso, el helado está pringoso, ¿hay alguna servilleta para poder quitármelo?

—Creo que no, pero ahora que lo pienso en vez de llamarte monada podría llamarte payasa—dijo sarcásticamente—Tienes mucho parecido, ¿sabes? A los payasos de los cumpleaños que se pintan muy exagerados y que tienen la nariz roja, dios… sois iguales—se burló.

—Pero si ni siquiera es rojo, ¿y cómo que me parezco a un payaso? —agarré un poco de mi helado y le manché su nariz.

—¿Qué haces?

—Tú eres más payaso que yo y no te tiro todo encima porque respeto mi helado.

Se comenzó a reír y seguidamente yo lo hice.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por hacer todo esto por mí, por intentar sacarme una sonrisa.

—Lo hago porque te quiero mucho Olivia, no tienes por qué agradecerme nada, sabes que para eso somos amigos, los amigos se apoyan entre sí.

—Claro.

—¿Quieres irte a tu casa ya?

—No lo sé, ¿y si no estoy preparada?, ¿si no soy capaz de superarlo?, de vivir en la soledad, de no tener a alguien con quien compartir esos momentos que pasaba con él, esos mágicos, felices, fascinantes, increíbles...Me da miedo ¿sabes? Me da miedo de que todo cambie, y no solo eso, de que cambien a peor.

—Solo sé que por mi parte y por la de las chicas nunca estarás sola, eso te lo prometo—hizo un movimiento con sus brazos mientras se ponía de pie—Ven aquí payasa—me dio un abrazo largo en el que me sentía cuidada por él, se había convertido en un hermano mayor para mí.

¿Desamor? ¿Así se sentía?

Una vez con los pies puestos en la tierra mi mente volvió a la realidad, nunca había tenido ninguna experiencia con ningún chico, eso me hacía vivir la primera con mucha intensidad, tanto que sentía como mi mundo se venía abajo por cualquier tontería o estaba en lo más alto cuando había felicidad de por medio.

Amor... esa palabra tan bonita que era un arma de doble filo, una en la que sólo había dos opciones, un amor correspondido o un amor que ni siquiera nos pertenece, a veces hay un amor que crees que es el correcto pero que en realidad no lo es simplemente porque te dejas llevar sabiendo que ni siquiera va a funcionar.

Esa es la diferencia entre amor verdadero y alma gemela, tu alma gemela tiene una misión concreta, es una persona que pasa por tu vida y deja una huella que te marcará por siempre, que luego te guiará y te acompañará por el resto de tus días, esa persona que sabes que es la indicada pero que por alguna razón inexistente las cosas se complican y acaban saliendo mal.

El amor verdadero es aquella persona que se quedaría por siempre contigo, formando una vida, construyendo un futuro estable y duradero, que sin pensarlo te escogería a ti ante todas las posibilidades, esa persona que lucharía lo inevitable por estar contigo, superando cada bache y cada obstáculo que pone la vida.

Ahora bien, ¿qué era Connor para mí? ¿amor verdadero o alma gemela?

Tenía claro de que Connor ya no era nada para mí, más bien yo no era nada para él, me lo dejó todo claro esta noche. Todo había pasado como si nada, como si no existiese y eso me dolía mucho, me dolía mucho pensar en que él no sentía nada por mí.

Simplemente me dolía que todo lo real que fue para mí para él no lo fuese.

<<Tengo que avanzar, necesito avanzar>>

Repetía una y otra vez en mi cabeza.

Vivir estancada en un recuerdo no era nada bueno, no podía vivir aferrada a un hilo que dependía de una persona, no podía seguir así, cinco meses eran suficientes para darme cuenta de que debía seguir con mi vida al igual que el con la suya, sí, conocer a nuevas personas, salir con alguien, volver a sentir otra cosa que no fuese dolor.

Pero no sé si estoy preparada aún para ello, para salir con alguien más después de todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.