Fuego en mis venas (radwulf #2)

Capítulo XLX

Vi como la sorpresa dio paso al terror, nublando sus ojos y quitando el aire de sus pulmones.

—Macy, tranquila. Estás a salvo ahora, no permitiré que te alcance —murmuré, arrastrándola a mis brazos.

Su cuerpo se estremecía, respirando con dificultad... y no había nada que pudiese hacer para aliviar sus miedos. "Es tu culpa", me repetía una vocecita insidiosa desde algún rincón de mi alma.

—Estarás bien, Macy... —dije, con la boca seca—. Ya no eres esa niña asustada y rota.

Varios minutos después, sus temblores desaparecieron. Se aferraba a mi con fuerza, la respiración profunda y una tranquilidad que no terminaba de calmarme a mi.

—¿Lady Amace? —inquirió Cyna desde las puertas.

Macy presionó su rostro un poco más contra mi pecho, escondiéndose. Le di una mirada a Cyna, quien fruncía el ceño con evidente preocupación.

Agh, inapropiado.

—¿Puedo cargarte hasta tu habitación? —pregunté a Macy, deslizando una mano por suave cabello.

Ella asintió, acomodando su cabeza contra mi cuello mientras rápidamente acomodaba su cuerpo en mis brazos, y me ponía de pie dirigiéndome a las puertas. Lyssa se asomo, dándome una mirada molesta. Pase junto a ellas, quienes vinieron tras de nosotros todo el camino hasta la habitación de Macy.

No había esperado, para nada, que me viese obligado a contarle semejante verdad ese día.

Cyna abrió las puertas, y deposité el ligero cuerpo de Macy sobre su lecho. Nuestros ojos volvieron a encontrarse, y nervioso le pregunté:

—¿Vas a estar bien?

—Sí —murmuró bajo—. S-sí. Necesito descansar.

—Nosotras cuidaremos de Lady Amace —intervino Cyna.

Ella y Lyssa esperaban a cada lado de las puertas, instándome a salir. Nada convencido, pero sabiendo que ellas la cuidarían, asentí y, tras inclinarme y dejar un impulsivo beso en su frente, me fui sin más.

Contra todos mis deseos, regresé a mi oficina y enterré mi cabeza en el papeleo pendiente. Buscando alejar mis pensamientos de la profunda preocupación por ella.

Macy...

La noche se cernía sobre Radwulf cuando finalmente fui a la cama. Sin embargo, el sueño me fue esquivo. Cuando cerraba los ojos, el cansancio acumulado arrastraba mi conciencia al dulce olvido... empero, saltaba de vuelta a la realidad con los gritos que atravesaban la oscuridad.

No eran gritos reales, estaban en mi mente.

Los latidos de mi corazón tardaban varios minutos en volver a la normalidad, por lo que, al amanecer, apenas había conseguido un par de horas de verdadero descanso.

Regresé a la oficina antes de que Gale apareciera, intentando olvidar las pesadillas. Ni siquiera me atreví a nombrar esos fantasmas, demasiado abrumado por mis emociones y el cansancio.

—General —gruñó Gale desde las puertas, rompiendo en pedazos mis intentos—. Prepárese, el Rey ordenó que todos los Bletsun dentro del Palacio vayan a desayunar con él.

Arrojó sobre el escritorio la pila de ropas que cargaba, sin darme tiempo a quejas. Salió y regresó con una jofaina y una fuente, y me instó con el ceño fruncido a que cambiase mis ropas rápido. A regañadientes le obedecí, sin siquiera quejarme por el pañuelo y los zapatos que escogió, y me lave el rostro y las manos en medio de sus quejas por arrugar la camisa y mi cabello "incorregible".

Me dirigí entonces a la antesala del comedor privado de la familia real, reuniéndome con casi todos los Bletsun que en ese momento permanecían en el Palacio. Todos, excepto Macy.

El rey y la reina nos hicieron pasar, y nos sentamos en nuestros lugares asignados. A la derecha de Ambon, se sentó Noemia y yo a su lado, mientras que enfrente de mí tomó asiento Drave, dejando libre el asiento a la izquierda del rey. Me sentí tentado a excusarme con él e ir en busca de Macy, pero ella llegó poco después.

—Buen día —saludó, inclinándose ante Hazel y Ambon antes de tomar asiento.

Todos los hombres nos pusimos de pie, dándole la bienvenida.

Sus mejillas se veían ligeramente rosadas, coronando una pequeña sonrisa que mantuvo mientras se acomodaba en su lugar, y la atención de todos caía sobre ella y Ambon.

—¿Ha descansado lo suficiente? —Le preguntó él, tras indicar con una seña que comenzarán servir.

—Si, más que suficiente —le respondió ella.

El susurrar de los platos al ser dejados sobre la mesa, el chapoteo de las bebidas al ser servidas y la ligera plática entre todos, algunos más que inquietos, fue fluyendo con ligereza.

Drave le hablaba sobre la comida en los platos, señalando las miles de propiedades benéficas de cada alimento. Entre tanto, Noemia comentaba con al rey sobre tomar de ejemplo a Brynn en cuanto al nuevo medio de transporte llamado "tren", que al parecer, se había convertido en una inversión que mejoró exponencialmente la vida de todos sus ciudadanos. Y Hazel, en la otra punta de la larga mesa, mantenía una entusiasta charla con todos sobre las últimas bodas celebradas en la ciudad, en las que se hizo habitual que las parejas arrojasen pequeños ramos de coloridas flores de tela.

No sentía el menor interés en esos temas. Aunque escuchaba todo, sólo era un intento de mantener mi atención lejos de Macy. Ella no parecía afectada por lo ocurrido el día anterior, pese a que yo, sabía, ella no podría vivir tranquila después de ser consciente de la realidad.

Y eso me perturbaba.

Su majestad dio por terminado el desayuno, todos nos pusimos de pie y abandonamos el lugar dispersándonos. Pese a tener mis ojos puestos sobre ella, Macy casi me deja atrás.

—¡Amace! —Le llamé, corriendo a su encuentro cuando la vi en el pasillo.

Alton y Verhá la escoltaban, por lo que al alcanzarles no me detuve. Sostuve su mano y la jale conmigo hacia el siguiente pasillo, mientras les daba una mirada que les congeló en el lugar.

—¿Qué pasa? —preguntó ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.