Lesson de Real observaba el despejado cielo nocturno, con la espalda recargada en un pilar de la glorieta de unión del palacio, y una jarra de cerveza en la mano. La luz de la luna iluminaba el lugar con tonos de un claro dorado. Casi podía jurar que se trataba de una obra de Hazel, pero era condenadamente consciente de la realidad. Tanto, como podía jurar que esa noche haría frío. Quizá se debiera a la costumbre, o, tal vez, de alguna forma su hermana le había impregnado semejante certeza con su magia.
—Lesson —le llamó Lyssa, yendo hacia él.
Suspiró y terminó de beber el resto de su cerveza antes de que ella llegase a su lado. Aunque ella se limitó a fruncir el ceño y quitarle la jarra, él sabía que no había excusa válida para ella. Hija de un hombre alcohólico, no le gustaba ni un poco que su novio bebiese.
No pudo contener la sonrisa que se formó en sus labios cuando pensó en esa palabra; novio.
—¿Por qué sonríes? —Le preguntó ella, deslizando sus brazos a su alrededor en un abrazo íntimo y acogedor.
—Hum... ¿casémonos? —inquirió.
—Lesson —gruñó ella, ligeramente divertida por su insistencia.
—Lo sé, lo sé, cariño.
Se abrazaron durante un grato minuto, dejando pasar el único conflicto que pesaba sobre su relación. Había una preocupación más apremiante.
—¿Puedes decirle que la deje en paz? —le pregunto ella, aunque conocía la respuesta.
Él se tenso, maldiciendo internamente a su amigo. No sabía los detalles de lo ocurrido, pero se imaginaba que la culpa era de él.
—Ni siquiera sé qué hizo mal —gimoteo Lesson, apartándose un poco para verle a la cara.
Lyssa volvió a fruncir el ceño, reavivando la frustración que llevaba con ella casi todo el día. No tenía derecho a contarle lo confiado por Lady Amace, por mucho que desease hacerlo, su lealtad estaba indudablemente dividida.
—Lo siento —dijo tras un titubeo.
Él no se molesto, ni mucho menos. Su novia era una persona con un enorme corazón, leal y fuerte, capaz de lanzarse al peligro para defender a otros.
—Está bien, lo entiendo —dijo, acariciando su mejilla—. Tampoco necesito una explicación. Seguramente hizo o dijo alguna estupidez.
Lyssa desvió la mirada intentando no delatar sus pensamientos. Él se sintió tentado a insistir, pero prefirió no dar alas a las ganas que tenía de cortar la cabeza de su amigo. Aunque es probable que ella se sumase a la idea.
—Anda —besó su frente—. Vamos a descansar. Mañana será un nuevo día, nuevas oportunidades de sonsacarte información...
Ante el tono juguetón, ella golpeó con la palma abierta su costado, sonriendo con un alivio genuino y profundo. De la mano se marcharon, hablando de todo y nada, robando besos y caricias. Siendo felices en su burbuja... esa noche.
[Gracias por terminar el segundo libro de "Radwulf". Te invito a continuar la historia con "Agua en sus venas" ★]