Fuego en mis venas (radwulf #2)

Capítulo XV

Abandonamos en palacete y le guíe por unas escaleras hacia la primera planta, y de ahí hacia los pasillos exteriores, unas escalas bien custodiadas, y finalmente los aposentos del Rey en la tercera planta. Ingresamos entonces a una de las salas privadas encontrándonos con Hazel. Asentí levemente en saludo, mientras ella sonreía y observaba de Macy hacia mi.

—Seguidme —murmuró, guiándonos hacia el comedor privado, donde su majestad suele llevar a cabo negociaciones.

Supe en ese momento que aquello era algo más que una simple comida con el Rey.

—Clim. —Me saludó su majestad con un asentimiento, mientras se ponía en pie—. Lady Amace.

—Majestad. —El eco de la voz de Macy a mis palabras, tan solo logró incomodarme y alentar una sonrisa más amplia en Ambón.

Macy se removió inquieta.

—Acompañadme, todavía no habéis comido, ¿verdad?

Macy asintió entretanto yo me limitaba a observar al Rey con sospecha. Las dos únicas doncellas que flanqueaban el comedor, nos guiaron a nuestros asientos a cada lado del Rey.

—¿Noemia no se siente repuesta? —pregunte a su majestad, esperando de alguna forma desviar sus intenciones, aunque sabía que eso no ocurriría.

—No, me temo que no. Tardará algún tiempo. —Su atención se centró en Macy, provocándome un fuerte deseo de cubrir sus ropas de entrenamiento—. Lady Amace, he escuchado que esta mañana sostuvo un encuentro interesante con el soldado Garb.

—No se si fue interesante, majestad —dijo ella, moviéndose incómoda en la silla.

—Tonterías. —Ambón agitó una mano indicando a las doncellas que sirvieran la comida, no permitiendo la renuencia de Macy—. Garb es uno de los mejores soldados y le habéis vencido en pocos minutos. Algo digno de ser admirado, ¿verdad, Clim?

Se dirigió a mí, a lo que asentí con los ojos puestos en la sopa, y el repentino pensamiento de porque Hazel no se sentaba con nosotros, picando mi nuca.

—Y mucho más sorprendente teniendo en cuenta que apenas lleváis dos semanas entrenando —concluyó.

—¿Majestad? —Hazel finalmente intervino, haciéndose notar a su lado cuando Ambón bebía de su copa—. Recuerde que es "apremiante".

—Si-si. Disculpadme. —Él dejó su copa sobre la mesa y observó con una media sonrisa a Macy—. Lady Amace, le presento a Lady Hazel de Duhjía. Mi prometida. —Señaló a Hazel, realizando la presentación correspondiente.

Ni siquiera un segundo después sentí la tensión de Amace, y la calidez que cubrió su cuerpo resaltando en sus mejillas. ¿Por qué se abochorna?

—Un gusto. —Le saludó Hazel, con una sutil inclinación de cabeza.

—Oh, el gusto es mío —respondió Macy, con evidente nerviosismo.

—Lady Hazel... —continuó Ambón— se encuentra a cargo de la reconstrucción de Duhjía, pero se ha encontrado con un enorme problema.

Su majestad asintió a Hazel, dejando en sus manos contarle a Macy de un problema... del que yo me encontraba al tanto.

—Veréis —comenzó Hazel—, a pesar de que los hielos que cubren Duhjía han comenzado a derretirse, ello solo ha provocado que la corriente de los ríos Seíshö y Gakï, se desborde y divida por las bajas tierras, hasta formar dos nuevos lagos en este lado de Radwulf. Las corrientes no parecen cesar, y los caminos han sido cortados. Si esto sigue así, las corrientes se abrirán camino hacia Hishka o...

—¿O? —Le insté, inquieto porque terminara y dejara de morderse el labio.

Terminaría lastimándose, otra vez. A veces detestaba que pasará de la confianza a la timidez y viceversa.

—O la ciudad Real, Clim —acotó Ambón, alternando su mirada entre Amace y yo. No necesitaba poseer alguna de las habilidades de Noemia para comprender que molestar a Hazel, me llevaría al borde malo del Rey—. Diez años de hielo acumulado no son fácilmente absorbidos por la tierra.

—Por ello... os he solicitado para este cometido —continuó Hazel, dejando aflorar su seguridad—. Con vuestras fuerzas podremos evitar una catástrofe mayor.

Me abstuve de bufar con gran esfuerzo, tratando de mantener a raya mi mal carácter.

—Por supuesto —asintió Macy, menguando mi esfuerzo.

—Lady Amace aún no logra controlar sus fuerzas —repliqué con un gruñido, clavando mi mirada en el Rey.

—Tenemos eso en cuenta, General —insistió Hazel con una sonrisa.

El tono con que me llamó "General", recordándome el orgullo con que me vio cuando fui nombrado como tal, me confirmó que aquella alocada e inteligente idea había nacido de su vivaz mente.

A pesar que durante esa comida ella desarrolló la idea de buena forma, todavía me sentía reticente. Para mi, Amace no se hallaba en condiciones de prestarse a tal empresa. Aunque debía admitir que el inminente peligro me superaba, combinar nuestras fuerzas me llevaba a recordar aquellos días... demasiado tangibles.




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