–Corre Maria que se hace tarde– le digo mientras me coloco los aretes que elegí para este atuendo, está mal visto que las mujeres usen pantalón, pero así lo deseo ya que viajaremos en caballo.
–Aqui tiene mi niña– se apresura mi tía mientras me pone un saco que me da el look perfecto para montar, salimos de mi habitación y nos encaminamos a la puerta principal, donde se encuentra el distinguido hacendado y millonario Marcelo, que a sus 32 años se casó conmigo hace cinco años cuando yo apenas cumplía los 19, todo un sueño y una boda maravillosa, donde hubo los mejores lujos, entre el y mi padre costaron la boda del año, donde lucí el vestido más espectacular que se halla visto en años, la fiesta duro una semana, hubo comida y bebida asta que los invitados llenaron, veo como Marcelo me recibe con una sonrisa, muy fingida ante la presencia de los demás caballeros, tenemos de visita dos personas de suiza que vienen a comprar toda la uva y reservas de uva, aproveche que estaban para salir a pasear como el matrimonio que somos, me acerco a mi esposo mientras contoneo mis caderas, lo veo separarme de arriba abajo y aprieta los labios en negativa, es cierto que le gusta que use vestidos, pero me siento anciosa por mostrarme al mundo tal y como soy.
–Buenas tardes– les saludo mientras me acerco con una sonrisa, los hombres se giran reparando discretamente mi atuendo y sonríen levantando sus sombreros en un saludo respetuoso. Vengo de una buena familia, pero mi matrimonio con Marcelo solo nos hizo pocisionarnos a ambos de nivel entre los demás vecinos, dimos de que hablar con la diferencia de edad, pero quién no caería ante sus detalles y atenciones, desde que nos conocimos estuvo cortejandome insistentemente–disculpen la demora pero estoy lista– les aviso mientras entrelazo mis manos.
–Ah valido la pena– responde Marcelo mientras me ofrece su brazo para encaminarnos a los caballos, diría que finge aunque no lo sé, llegamos asta los caballos y cuidadosamente me ayuda a montar a luna, una yegua fina hija de padres españoles, bailarina como ella sola con un trote elegante, un poco rebelde y con las trenzas más hermosas tejidas por mi tía, se contónea al caminar, es mi preferida y regalo de mi esposo, la siento que es igual a mi, a sido mi compañera desde que llegué a vivir aquí, le hago una suave caricia y mueve la cabeza en mi dirección cerrando los ojos, nadie me iguala como ella, rara vez se deja montar por alguien más.
–Que belleza de animal– le dice el hombre más joven a mi esposo refiriéndose a luna.
–Le agradezco el cumplido– responde Marcelo–es una yegua muy fina – coincide el.
Avanzamos en nuestro paseo bajo el sol en su máximo explendor, es un día muy caluroso pero bajo mi sombrero cubro la cara de no exponerla tanto, voy siguiendo el caballo de mi esposo mientras me concentro en el paisaje, a pasado cerca de una hora de suave trote aún nos falta mucho para llegar a nuestro destino, nos acercamos al cruce de caminos que va a la hacienda vecina y el que sigue de largo al pueblo más cercano, generalmente no salgo asta acá y menos en animal, por lo que voy muy animada conociendo, un poco más delante, la vegetación se hace más espesa y los árboles comienzan a abundar, hay un silencio que me hace sentir anciosa, pero no digo nada, de vez en cuando volteo hacia atrás, es algo extraño pero me siento observada, un relinchido de caballo de hela la sangre cuando vemos un caballo atravesarse en nuestro camino, arriba va un hombre encapuchado que grita haciendo que del susto nos movamos de un lugar a otro, doy vuelta para retroceder y veo que estamos rodeados por alrededor de cuatro hombres más, me alteró mucho.
–No intenten correr–grita el primer hombre– veo la mano de Marcelo ir a su pistola y el ruido de un disparo al aire asusta a luna a tal grado que casi hace que caiga al suelo, huele a pólvora.–las manos donde pueda verlas– grita nuevamente– solo queremos sus pertenencias y los dejaremos ir. – sus palabras no causan ningún consuelo, tampoco alcanzo a escuchar todo porque luna sigue estresada de un lugar a otro y al final echa carrera entre los hombres a nuestro lado, alcanzo a escuchar los gritos de Marcelo, pero no los comprendo porque luna se levanta en dos patas y tengo que poner todas mis fuerzas para no soltarme, sigue relinchando y prefiero cerrar los ojos mientras grito alarmada. Escucho entre todo el galope de un caballo siguiéndome, debe ser Marcelo en mi auxilio, no creí que mi vida fuera a ser tan corta, pero si no nos matan los asaltantes moriré aquí junto a mi yegua. Le gritó y jalo de las riendas para detenerla pero siento que solo la estreso más.
–Luna por favor para!– le suplico mientras me las arreglo para no soltarla, pero es más la gravedad y velocidad que al final resbaló, siento el impacto contra el suelo, pero no para hay, siento como doy vueltas y mis costillas topan contra un árbol, siento que estoy sin aire, me arde todo el cuerpo y siento un dolor intenso en la piernas, mientras de la cabeza me escurre por la frente un líquido caliente, me llevo una mano y veo que es sangre, huele a tierra y pino, pero de pronto a algo más, escucho las pisadas y siento alivio breves segundos porque todo se va cuando veo al tipo encapuchado acercarse, si mi fin no fue con la caída, ahora lo es. Se acerca mi reparando como estoy tirada, lleva un arma en la mano.
–Por favor no me hagas daño– le suplico, no supe en qué momento comencé a llorar asta que escuche mis sollozos, el no me responde, solo llega asta mi poniendo sus rodillas en el piso y me mira fijamente, me quedo viendo sus ojos negros, el miedo se va y llega un cosquilleo, toca mi frente y entrecierro los osjsp porque su tacto me quema, respiro entrecortadamente, no me dice nada, solo revisa mis heridas, sus ojos topan de nuevo con los míos y los baja d enuevo reparando mis cuerpo, me paro sobre mis codos para ver el estado de mi pierna y veo que tengo el pantalón roto de la rodilla, la camisa está desabotonada y un poco abierta, mis senos estn un poco la descubiertos, lo descubro mirandolos descaradamente, lleva una mano a ellos y me sorprende que no me sienta molesta, al contrario deseo que siga, sin decir nada rompe una tira de mi camisa y la amarra ejerciendo presión en mi rodilla, acercándose más a mi, siento su respiración en mi cara, no aguanto la curiosidad y also la vista nuevamente, el hace lo mismo, finalmente rompe el silencio estampando su boca con la mía, comiendola con fieresa, como nunca antes nadie lo hizo, no tuve mucha experiencia, algún novio y después mi esposo, esposo que se me olvida por completo y no se que sería de el, me armó de valor y aparto con fuerza al tipo, quien lo habla, solo me mira apenado, se pone de pie comienza su retirada, dejándome en el piso, con la respiración entrecortado y si entiendo una humedad en mi ropa interior, lo veo irse mientras grabó su cuerpo, complexión ancha y muy alto.