Full House.

Prólogo

A veces nos encontramos en momentos o situaciones que nos hacen meditar en todas las malas decisiones que hemos tomado. Fue exactamente lo que hice al encontrarme tirada en el piso de la suite de un hotel.

Estaba boca abajo cuando  comencé a toser y sentí como mi cuerpo temblaba. No sabía con certeza dónde estaba ni como había llegado a ese lugar. Levanté la vista, hasta donde mi cabeza me lo permitía, en busca de Alex, al no verla un profundo sentimiento de miedo me invadió. Me puse sobre mis hombros e intenté levantarme. 

 


— Lo repetiré una vez más — escuché a mis espaldas. Era una voz grave, parecida a una de las voces tenebrosas que caracteriza al personaje del villano en las caricaturas — ¿Dónde está mi dinero? — pronunció aquellas palabras enfatizando cada una de ellas —. No te preocupes por si te sientes indispuesta a hablar, te informo que a mi amigo Dimitri, le encanta sacar información.  
En ese instante, sentí unas manos frías en mis hombros que me levantaban. Eran las manos de Dimitri, un hombre de tal vez 1.85m,con grandes músculos y una cicatriz en el rostro. Se acercó a mí. Su silueta imponente me recordó a los grandes árboles en el bosque cuando iba a acampar con mis amigas. Su rostro tenía pequeñas cicatrices a excepción de una que tenía forma de una media luna muy fina y que comenzaba desde el centro de su frente, pasaba cortando su ceja izquierda y terminaba en un costado de su mejilla.  
— El señor Tarasov te hizo una pregunta — dijo Dimitri. Su voz grave tenía acento ruso,lo reconocí gracias a un amigo de Alex, que era ruso. Me tomó del cabello y me puso de rodillas ante el señor Tarasov — Responde. 
El señor Tarasov era alto, de piel muy blanca, labios rojos y ojos azules. No tenía más de 35 años — intuí —. Él me miraba atentamente, como si estuviese aguardando por mi siguiente movimiento mientras sonreía de forma siniestra. 
— Yo... —. comencé a decir. Ni siquiera sé porque lo hice, pues no sabía que decir, estaba muy confundida y mi cerebro estaba exclusivamente concentrado en saber como y dónde estaba Alex. 
Observé la habitación, el piso era de mármol blanco con manchas negras y las paredes tenían diminutos diseños que parecían estar hechos de oro. En ese instante ráfagas de recuerdos me golpearon violentamente. Dimitri me tomó más fuerte del cabello y me sacudió. 
— Responde o tu amiga será la que sufra las consecuencias de tu estupidez —. dijo Dimitri. 
— Lo diré por tercera vez, ¿Dónde ésta mi dinero? 
Miré a ambos hombres mientras mi corazón latía a mil por horas. 
— ¿Donde está mi amiga? — dije. 
Mi respiración era agitada y sentí las palmas de las manos frías.  
— Primero responde la pregunta — dijo Dimitri. 
El señor Tarasov suspiró muy tranquilo y sonrió. 
— Escucha niña, yo podría matarte o decirle a mi amigo Dimitri, que lo haga por mi...pero yo sé que tú no quieres eso, así que porque no mejor nos ahorramos la golpiza y todo eso de la interrogación y nos dices dónde está el dinero. 
— Señor Tarasov, yo le juro que no sé... 
— Shhhhh — me interrumpió. Se acercó a mí y rodeó mi rostro con sus manos —. Ésta bien, si nos dices dónde está, no te haré más daño ni a ti, ni a tu amiga. Además, sabemos dónde vive tu mamá y tus hermanas. Estoy seguro de que no quieres que algo les pase. 
— Ya le dije que no se nada — pronuncié aquellas palabras con irá y firmeza. 
El señor Tarasov retrocedió, sacudió un poco la cabeza e intercambió unas palabras en ruso con Dimitri. Para ellos era una conversación normal, para mí...era la conversación en la que decidirían si dejarnos vivas o no. 
Salieron de la habitación y tan pronto como se fueron intenté levantarme. Con gran esfuerzo logré ponerme de pie, tuve que sostener mi abdomen con mi brazo porque me dolía tanto que sentía que no podría mantenerme firme. Me dirigí hacía el gavetero con espejo que estaba en una esquina de la habitación. 
Sentí un gran escalofrío, que recorrió todo mi cuerpo hasta la punta de mis pies, al ver mi reflejo en el espejo y lágrimas tibias rodaron por mis mejillas. Mi labio inferior tenía una cortadura, al igual que una de mis cejas, mi nariz sangraba y tenía un golpe en el costado de mi ojo izquierdo. Noté que la sangre en mi nariz estaba seca, lo que indicaba que probablemente hubiese estado desmayada por unas horas. 
Al verme con más atención en el espejo llegué a la conclusión de que era muy probable que Dimitri, no haya sido el que me golpeó. La razón para suponer esto, es que si lo hubiese hecho él probablemente ahora no estuviera viva. La puerta de la habitación se abrió bruscamente. Sentí como  el tiempo se detenía por unos segundos y todo transcurría en cámara lenta.  
Dimitri, cruzó el umbral de la puerta, yo sólo lo miraba, esperando a que de un momento a otro le diera fin a mi existencia. Pero eso no fue lo que pasó. Me observó fijamente sin mostrar emoción alguna. 
— ¡Entren! — gritó. 
Un hombre con la misma apariencia de él entró tirando del cabello de Alex. No contuve la emoción y actúe por instinto. Me dirigí hacia ella, pero Dimitri me detuvo en seco. 
— ¡No!¡Déjenme verla! ¡Alex! — gritaba, mientras Dimitri me sujetaba con uno de sus brazos. 
Extendí mi brazo tratando de alcanzarla. 
— ¡Ana!¡No me dejes! — Alex, extendió su brazo intentado alcanzar el mío. 
— Vámonos —. dijo Dimitri. 
Nos sacaron a ambas de la habitación. Supuse que era el momento de morir pero que al menos estaríamos juntas. No fue así. Una vez en el pasillo, Dimitri me tomó del brazo y me arrastró del lado izquierdo, mientras que Alex, era llevada del lado derecho. 
— ¡No, no, no!¡Esperen! — dije en el instante que me di cuenta de que nos separarían — ¡Esperen!¡Alex! 
Luché. Vi como arrastraban a Alex de los antebrazos mientras gritaba y lloraba. Dimitri, me tomó de la cintura y me levantó a unos cuantos centímetros del suelo mientras yo gritaba el nombre de Alex.  
 



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En el texto hay: acccion, amigas, amo

Editado: 04.06.2020

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