Elijah
Me detuve junto a la fuente esperando a Elena. Ella no respondió, pero la esperaría. Tenía la esperanza de que viniera pese a la forma en que me había comportado con ella. No había sabido nada de ella en meses y tal vez eso, unido a la culpa, fue lo que promovió que enviara ese mensaje nada mas llegar a Boston, el lugar al que juré no regresar hasta tener mi cabeza en su lugar.
No era la primera vez que faltaba a mi palabra con respecto al tema.
Mi vida no era lo que imaginaba al marcharme. De hecho, parecía que el caso me perseguía, negándose a soltarme. Extrañaba a Elena, nuestra rara amistad a medias. Nunca pensé que lo diría, pero necesitaba hacerlo. Admitirme a mí mismo principalmente que había jodido las cosas a lo grande con ella, era mi amiga y jodí eso. Merecía su odio, pero deseaba que me perdonara. Fui un cobarde al irme y solo enviar ese mensaje pidiendo disculpas.
Los últimos meses habían sido mucho más que una manera de alejarme. Mi vida era un maldito caos del cual quería salir. Ella me convirtió en un caos andante. No podía dormir sin imaginarla. Esa jodida mujer me estaba llevando a un abismo del cual quería salir, del cual necesitaba salir o acabaría haciendo una tontería.
Edward también había sido un jodido dolor en el culo con sus llamadas a cada nada, sabía que estaba preocupado por mí, pero no podía abrirle mi corazón a mi hermano con respecto a esto, no por ahora por lo menos. Me mataría si se enteraba de las ideas que constantemente pasaban por mí cabeza, las mismas que de las que un día solo me reía. El karma era una maldita perra cuando quería serlo y a pesar de no era un jodido santo, tampoco tenía muchos pecados encima.
La figura de Elena apareció en mi campo de visión vestida con una sudadera luciendo nerviosa. Sus ojos azules se encontraron con los míos mientras se acercaba a mí. Tragué en seco al verla. Había preparado un discurso, sí que lo había hecho, pero con solo verla las palabras no lograban enfocarse en mi mente y lo único que pude hacer fue un intento de sonrisa el cual no me devolvió. Me lo merecía.
Enarcó una ceja expectante a lo que tuviera para decirle.
—Elena. —Sus ojos se entrecerraron al tiempo que soltaba un suspiro—. ¿Quieres sentarte? —mascullé señalando la banca junto a nosotros algo nervioso.
¿Qué demonios estaba haciendo aquí para variar? Lo que debí haber hecho fue alejar todo pensamiento no grato de mi cabeza y seguir mi camino, pero no podía hacerlo. Su cabello negro y sus ojos azules me buscaban cada día con nada más que enojo y no podía soportarlo, y por alguna razón, lo único que quería hacer era estampar mis labios contra los suyos. Podía tener a la mujer que quisiera, no tenía que estar pensando en ella.
—Ve al grano, Elijah. Tengo asuntos pendientes —su voz no fue dura, pero dolieron sus palabras. Elena era la mejor amiga de Emma y por años la había conocido, jamás había sido tan fría conmigo.
—Sé que enviarte un mensaje no fue la forma correcta de pedir disculpas. —Su ceja volvió a enarcarse al tiempo que me observaba con detenimiento—. Lo jodí, lo sé, pero no me siento bien conmigo mismo estando así.
Bajó la mirada, tomando aire.
—Por Dios, Elena. Fuimos amigos una vez, te quiero en mi vida y haré lo que quieras para que me perdones por lo idiota que fui.
—Un momento, Elijah —sus ojos pestañearon con confusión—, entiendo que la culpa te carcome y no te sientes bien, pero también...
Las palabras se perdieron al momento en que sus ojos aparecieron en mi cabeza de nuevo. Parecía ser su lugar favorito últimamente. Dejé de prestarle atención a Elena, solo veía sus labios moverse y mi mente viajó a Atlanta.
Sacudí la cabeza sin prestar atención a las palabras de la pelinegra y tomando su rostro entre mis manos, la besé en un acto de estupidez como los que cometía mucho últimamente. Sus manos se instalaron en mi pecho en un intento por alejarme, y lo hizo, pero solo se quedó allí con los ojos abiertos con horror, limpiándose los labios con fuerza como si le quemaran.
Ella se seguía burlando de mí.
—¿Qué coño hiciste, Elijah? —Su mirada incrédula estaba en mí mientras con el dorso de su mano se limpiaba la boca—. No me vuelvas a tocar o te juro que te cruzaré la cara de una bofetada y no será lindo.
Asentí, ausente de sus palabras, sentándome en la banca mas cercana. Un suspiro se deslizó pesadamente entre mis labios.
—Lo siento —susurré, conmocionado. No debí hacer eso.
—¿Lo sientes? ¡¿Lo sientes, Elijah?!
—Esto no puede ser —hablé para mí mismo, ignorándola—. Dios, me voy a volver loco. —Levantando la mirada, los ojos de Elena se encontraron con los míos—. Lo siento en serio.
Me sentía culpable por mas de una razón.
—¿Por qué lo hiciste? —su voz fue apenas un susurro mientras me observaba con nerviosismo a la espera de mi respuesta. Sonreí de lado—. Elijah, yo no puedo corresponderte, no es lo que quiero. Lo de nosotros...
Sacudí la cabeza sintiendo la cercanía de su cuerpo al sentarse a mi lado. La rabia se desvaneció en sus ojos y un rastro de duda se instaló en sus ojos.
—Eres hermosa, Elena, y maravillosa. —Sus ojos nuevamente acogieron el horror por lo que le sonreí para tranquilizarla—. Pero tu y yo no nacimos para estar juntos. No te preocupes, solo te veo como una amiga.
Aliviada, me sonrió.
—¿Entonces...?
—No quiero enamorarme de nadie, Elena. Nunca he concebido la ide de que mi corazón y mi vida dependan de alguien más, una persona que con solo una palabra o acción pueda acabarme o darme vida, no quiero eso para mí. —Estaba divagando, sentía la duda en sus ojos clavados en mí—. Pero no puedo sacármela de la maldita cabeza ni un jodido segundo.
—Eso no me lo esperaba —comentó, dudosa.
—No debo pensar así sobre ella, pero lo hago. No sé qué demonios me pasa, pero no quiero estar así. —Creía que la desesperación podía sentirse en mi voz porque puso su mano sobre mi hombro mientras me escuchaba—. Nunca me había sentido así, pero desde que entró a mí vida fue como si un huracán estuviera arrasando conmigo cada que la tengo cerca.
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Editado: 19.04.2024