Edward
La mirada incrédula plasmada en los ojos grises de mi hermano me descolocó al punto que no me reconocí en los segundos en los que me miraba. Sus manos a cada lado de su cuerpo no me tocaban, pero sabía que estaba listo para devolver cualquier golpe con tal de defenderse.
Pero no lo haría, jamás lo golpearía. Era mi jodido hermano.
Nunca lo había tocado al lanzar un puño en su dirección, y hoy no sería el inicio de ello, por muchas ganas que tuviera de romper algo. Este no era el hombre que había luchado por ser cada día de mi vida. Juré protegerlos a Emma y él. Incluso de mí. Porque a pesar de que Elijah tuviera la misma contextura y masa corporal que yo, seguía siendo mi hermano menor.
Sin embargo, no podía negar que ver lo que mis ojos habían visto había dolido mucho más que cualquier otra cosa. Decepción. Dolor. Ira. Todo en un mismo momento era demasiado para mí. No quería hacer nada más que mandar todo a la mierda y meterme en un agujero. Me habían destrozado.
No sabía si tomé una buena decisión al bajarme del auto, mucho menos al ir por él, pero si que lo hice al no arremeter contra la escena donde mi hermano y mi novia se besaban. Eso me jodió por dentro. Mi mundo giró de una forma que no creí posible y la burbuja en la que había vivido los últimos tres meses explotó.
No sabía que pensar.
Por un lado, creía en ella, más de lo que debería tal vez. Elena se alejó, pero solo lo miró y yo le di la espalda a la situación, negándome a torturarme mas de la cuenta con los pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza. Pero por el otro, al volver a casa, solo podía pensar en la forma en que esto lo cambiaba todo: ¿por qué coño la había besado? ¿De repente se dio cuenta que la quería? Mucho peor aún, ¿Elena cambiaría su forma de pensar con respecto a nosotros al ver un tipo de oportunidad en el aire?
No podía con todo y solo me encerré en el gimnasio, pensando en no atender a las llamadas. Sasha llamó, pero sabía que era Elena para decirme que su teléfono quedó en mi auto. No conseguí responder debido al corazón latiéndome contra las costillas, a punto de salirse desbocado.
Elijah no había vuelto a casa en un tiempo y me hice a la idea de que Elena estaba comenzando a amarme, pensé que lo había olvidado, pero ahora solo me atormentaba el hecho de que tal vez, ella podría estar confundida, que algo podría cambiar hoy
Ella me quería.
Yo lo sabía, me lo había demostrado en cada momento juntos. Así se sentía cuando la sostenía entre mis brazos cada que estábamos juntos. La adoraba. Se había vuelto mi vida. Pero si Elijah la quería, yo no podría avanzar, mucho menos si ella le correspondía, si de repente se daba cuenta que mis palabras la confundieron, que no quería estar conmigo.
Todo me volvía un maldito inseguro.
No podía dejar de repetir la escena en mi cabeza, era como una mala película de terror que me asustaba aun cuando no quería que así fuese, aferrándome en medio del temor a que no hacía parte de la realidad. No supe como reaccionar al verlos. Con el cuerpo temblando y la rabia inundándome simplemente me giré y caminé a mí auto, llegué a mi departamento en tiempo récord, tomé una botella de whisky y la vacíe en mi cuerpo antes de zambullirme en el gimnasio.
O al menos eso hacía antes de que Elijah tocara a mi puerta.
Quería que se fuera, que me dejara solo, porque sabía que no era yo mismo y no quería arremeter contra él. A fin de cuentas, era yo haciéndome ideas. Él no tenía idea que yo estaba con Elena o que la quería, y Elena probablemente estaba demasiado confundida ahora como para enfrentarla.
—Edward, ¿qué carajos te pasa?
Solté de golpe su chaqueta, dejándolo respirar con dificultad mientras me giraba y pasaba mi mano derecha por mi cabello, mi atención concentrándose en la chaqueta que tiré en el suelo al entrar a mi departamento hace casi una hora.
Esto no era culpa de nadie, solo mía. Yo me estaba haciendo ideas, pero era inevitable. Cada uno de los miedos que no quise afrontar estos meses me estaban golpeando en la cara con fuerza, obligándome a verlos.
Caminé hasta la botella y sin servir un trago en ningún vaso, la pegué de nuevo en mi boca, mi mano lanzándola después a la pared intentando controlar la angustia. Un jadeo de sorpresa escapó de la boca de Elijah tras de mí.
—Vete, Elijah —mi voz fue un susurro, pero sabía que me había escuchado a la perfección. Sólo quería estar solo, necesitaba pensar—. Vete, por favor.
Él lo jodió todo con ella al marcharse. Ella intentó sanar a mí lado. Y yo lo di todo. En este punto no sabía que demonios estaba pasando, ella probablemente me diría, pero no tenía cabeza para nada con la cantidad de mierdas pasando en mi vida. Escuché sus pasos acercarse a mí, pero aún así no me giré. Permanecí en mi lugar reclinándome contra la pared frente a mí, mi respiración volviéndose pesada por la opresión en mi pecho.
—No me voy a ir —soltó con el dolor impregnado en su voz—. ¿Qué demonios sucedió? No te he hecho nada y merezco saber porqué demonios me abordaste así al entrar.
No dije nada, solo permanecí en silencio con una única pregunta en mi cabeza: ¿él la quería?
—Edward, estoy hablando contigo, maldita sea. —El enojo cubrió cualquier ápice de dolor—. ¿Es por lo de Jeremy? Lamento no haber atendido a tus llamadas, tuve que salir del país. Sé que te dije que estaría al tanto, pero...
—Déjame. Solo. —Cada sílaba salió de mi boca con pesadez. Sus palabras solo hacían eco en mi cabeza, recordándome todo, golpeando cada uno de mis nervios—. Todo se jodió, Elijah.
—¿A qué coño...? —se detuvo de golpe, haciéndome fruncir el ceño—. Dios, sabía que te enojarías. Edward, si es por lo de Elena... —algo tiró dentro de mí haciendo que me volteara a verlo. Sus ojos lucían cautelosos mientras me observaba—. Me dijo que te diría, no pensé que te molestarías hasta este punto.
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Editado: 19.04.2024