G I R L S

Capítulo 9

Narra Samantha
—Cuidate, ¿si?, nosotras mataremos a ese idiota cuando lo veamos— dijo Tania abrazando a Rebecca.
Ya era de noche, así que me encargaría de llevarlas a su casa, a Tania, Sofhia y Kristen en mi carro.
Y Rebecca se iba a quedar a dormir conmigo, no quiero que algo malo pase, así que estará mejor aquí.
—Rebecca, regresare pronto, más te vale quedarte aquí y no hacer nada malo o te matare, ¿entendido?— dije y ella asintió.
Las cuatro bajamos y yo me subí en el asiento del piloto para manejar.
Kristen se subió en el del copiloto y Tania se subió en el del pasajero junto con Sofhia.
Comencé a manejar y todos nos hundimos en un silencio súper incómodo, así que preferí encender la radio.
Y estaba una de mis canciones favoritas de mi cantante favorita, When i was Older—Billie Eilish

Para mi jodida mala suerte, la casa de Tania está más cerca, y la de Sofhia está enfrente, por lo que cuando llegamos, ambas se bajaron y se despidieron de Kristen y de mi.
Y de nuevo ese maldito silencio.
Comencé a manejar a su casa, no estaba tan lejos y todo iba bien, iba.
Hasta que ella habló.

Narra Kristen
—Sam... Yo... Dijiste que hablaríamos después, ¿Podemos hacerlo ahora?—pregunté nerviosa.
Por alguna razón, la notaba con un semblante extraño, no podría distinguirlo.
—No sé de qué hablas— dijo fríamente evitando el tema
Pero... ¿Qué significa eso?
—Vamos, me dijiste que hablaríamos, sólo quiero aclarar las cosas
—Escuché todo el bendito sermón que me diste hace un rato, está bien con eso, ¿no?— dijo de nuevo con ese tono.
No era el mismo tono que usó aquél día en la fiesta.
Era más...
Cortante.
¿Y no me tenías que decir algo?, ¡Al menos explícame por que me besaste, entonces!— grité suavemente
—¡No lo sé!— gritó y frenó el carro —Fue un impulso, ¿De acuerdo?, ¡No quise hacerlo!, ¡No sé que me ocurrió!
—¿¡Crees que sólo fue un impulso?!, ¡Por Dios, Samantha!
—¡No creo que fuera un impulso, sé que lo fue!, ¡¿De acuerdo?!, ¡Fue un error y ya!— esa palabra
Error
¿Eso significó para ella?
—¡Entonces mirame a los ojos y dímelo!— grité enojada.
En toda la maldita conversación no me miró a los ojos, así que ahora tendría que hacerlo.
—¡No lo haré!, ¡Ya te lo dije!, ¡¿Qué más quieres?! 
—¡Que me mires a los ojos y que me digas la verdad!— tomé suavemente su cara con mis manos y la obligue a mirarme.
Me acerqué a ella, quedando a centímetros de besarnos, y por más que quisiera hacerlo, me detuve.
—Si fue un error, ¿Por qué no me detienes ahora?— susurré —¿No quieres aceptar lo que sientes por mi?, ¿Acaso es eso?, ¿Tienes miedo?— dije acercándome más a ella, haciendo que el espacio tan corto que nos separaba desapareciera por completo.
Al principio, ella no correspondió.
Pero no tardó mucho y rodeó mi cuello con ambas manos.
Era un beso diferente al que ella me dio hace algún rato.
Era un beso que transmitía todo lo que sentía cada una, y ahora sé que, diga lo que ella diga, me corresponde.
De pronto, sentí algo salado en mi boca.
No sabía qué era y tampoco me importaba saberlo, sólo era el beso y ya.
Nos separamos por que nos hizo falta aire.
Maldito aire.
La miré a los ojos y ella estaba... ¡¿Llorando?!
¡¿¡¿Entonces eso era la cosa salada que sentí?!?!
Desvió la mirada hacia el frente y tomó el volante como si fuera a manejar, pero no arrancó.
—Bájate— dijo fríamente, pero aún se escuchaba que estaba llorando.
—¡¿Q-Qué?!— dije confundida
—¡Bájate, maldita sea!, ¡Vete!, ¡No quiero verte!— gritó con la voz entrecortada
Sin reproches, sin reclamos, sin más que decir, bajé del carro.
Y antes de que yo pudiera voltear, ella ya había arrancado su auto.
Noté que me había dejado justo frente a mi casa, y si fue a propósito o no, lo agradezco.
Quizá ahora esté confundida o algo, pero con ese beso me dijo todo lo contrario a lo que me dijo con su palabras.
Y yo creo en los actos, no en las palabras.

Narra Samantha
Estaba manejando en un estado horriblemente mal.
Estaba llorando y no sabía por qué.
Le grité sin razón alguna a Kristen.
La corrí del carro sin siquiera haber llegado a su casa.
O creo que si lo hice...
Ni siquiera me acuerdo.

No sé que me pasa, qué me ocurre o que diablos sucede conmigo.
Pero no me gusta para nada.

Llegué a mi casa y azote la puerta, provocando que generara un ruido muy fuerte.
Pero no me importó, yo sólo quería estar sola.

—¿Sam? ¿Eres tú?— maldita mala suerte que me cargo, la re putisima madre.
Olvidé que Rebecca estaba aquí

Mierda.



#35581 en Novela romántica

En el texto hay: chicas, amor lgbt, romance.

Editado: 24.05.2020

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