¡Holis! Este capítulo será un poco largo. Espero puedan disfrutarlo y darle mucho amor ❤️
Los quiero💗
14 de Marzo del 2016.
Atravesé la multitud de niños de mi edad con la mirada baja. No me apetece que alguien me reconociera, si Fernanda me veía comenzaría a hostigarme como el año pasado. Entré en el aula con pánico deseaba que nadie me acosara. Ese fue mi deseo de navidad. Puse la mochila en el pupitre y con el mentón temblando me senté.
Por favor que nadie me moleste.
Desde que mamá y papá murieron he sufrido bullying por parte de mis compañeros que años atrás los consideré mis amigos. Tengo dos años y medio de vivir sola en el parque de la ciudad porque he quedado sin hogar. Al menos papá pago varios años de colegiatura por adelantado es por eso que aún puedo terminar mi último año de ciclo. Pero no en las condiciones que lo hacen mis compañeros. Ellos viven su día a día sin preocupaciones, en mi caso debo pedir dinero para poder alimentarme. Con mis quince años no puedo trabajar y no tengo a nadie que se haga cargo de mí. Saco la libreta que ya está desgastada, solo tiene dos paginas limpias. Miró mi lápiz carbón que es el único que tengo. Debo escribir con una letra más pequeña para que me dure varios meses.
¿Dónde puedo conseguir útiles nuevos? Pienso. Escucho un puño estrellarse en mi buró. Alzó mis ojos del cuaderno con miedo.
― ¡Pero a quién tenemos acá¡ Es Aisha la huérfana. ― Vuelvo a bajar la vista sin responderle a Dion, el novio de Fernanda. El sin ninguna razón aparente me odia. A pesar que en varias oportunidades lo lleve a casa cuando mis padres estaban con vida. Aún tengo el recuerdo claro de cómo disfrutamos jugando a la casita y viendo nuestra serie favorita: Inuyasha.
Otro de mis compañeros se arrima y me quita la mochila.
― Está cosa ya no sirve, huérfana. Porque mejor no la desechamos, al cabo que perder un objeto más ya no está de más ¿verdad? ―Todos ríen. Se están riendo de mí situación ¿porqué lo hacen? Mis mejillas enrojecen de furia contenida. Nunca he respondido a sus ataques porque no quiero empeorar las cosas.
―Por favor, déjenme en paz ― Digo sin mirarles. Solo anhelo vivir una vida pacífica ¿Por qué no puedo tener eso? ¿A caso el mundo es tan malo? ¿Pido mucho?
Chillo de dolor cuando Dion jala de mi cabellera. Su expresión es de repulsión por mis entrañas. Grito pidiendo ayuda, contengo el aire en cuanto la maestra ingresa al salón. Ella no les llama la atención ¿Por qué lo iba hacer? Si en esta escuela hay jerarquías y me encuentro en las más baja, basta con solo ver los uniformes de los otros alumnos. Nuevos y recién planchados, sin una arruga que arruine su presentación. Por otro lado está mi uniforme de casi tres años, con más de veinte parches pegados a los lados porque se me ha roto una infinidad de veces. Y ahí está mi pregunta ¿Por qué iba hacerlo?
Dion deja de jalarme el cabello y corre abrazar a su novia que apenas viene llegando. Ambos se sientan en la primera fila. La Licenciada inicia dándonos la bienvenida por el nuevo año de clases y que aprovechemos al máximo el periodo preescolar porque es algo que no se repite. Apuntó las anotaciones mas importantes con dificultad, ya que siento a cada segundo a mi compañero de atrás pegarle a mi silla.
―Aisha. Levántate, por favor. ― Vocifera la Maestra de pronto con su teléfono en mano ―.La Directora solicita tu presencia.
Guardo mi libreta y me llevo conmigo mis pertenencias. Corro con rapidez y al hacerlo no me fijo que alguien me pone un pie y mis piernas no tardan en caer. Veo a Fernanda reírse con mis demás compañeros. Fue ella. Una esperanza se produce en mi esperando que la Maestra los regañe. Por el contrario ella hace la vista gorda. Con resignación me sacudo las calcetas y abandono el aula.
Camino por el pasillo en soledad. No veo ni siquiera a la señora de la limpieza. ¿Qué querrá la directora?
Toco la puerta aguardando que ella me diga que pase. Al oír el adelante paso a su oficina. La Directora está sentada en su escritorio y una señora permanece a su lado. Su melena rubia está amarrada por un largo corbatín y tiene puesto unos grandes aretes que le caen hasta los hombros. Y viste un hermoso vestido de lentejuelas que brilla mucho. A mamá le gustaba mucho de esos vestidos.
Que señora más extravagante.
La Directora se quita los lentes y sus retinas azules me ven con fingida alegría. Lo sé porque ella nunca sonríe. Tal vez carece de emociones.
―Aisha. Te presento a Ximena Bardales, tú Tía.
¿Mi Tía Ximena? ¿La que dijo mamá que no la quería? ¿Ella? ¿La que es mamá de Vanessa?
Vanesa es mi prima. Y me cae mal porque cuando cumplí siete me destrozo el pastel en mi cumpleaños y también le dijo a mi mamá que yo le había pegado. Cuando en realidad fue ella. La detesto. Por eso no entiendo que hace mi Tía aquí no la veo desde hace años. Ni siquiera recordaba su existencia.
―Ella tiene tu tutela ― Continúa la directora. ― Te irás a vivir con tu Tía, Aisha.
Dejo de pensar en el día que inicie a vivir con mi Tía. Me centro en mi actualidad. Retiro la daga que cargo en mi cintura. Escaneo el dormitorio hasta decidir donde la puedo esconder. No bajaré la guardia. Es necesario que tenga preparado un plan por si Sabas intenta matarme y esta daga es vital para sobrevivir, si es que es cierto lo que comento Anselmo. En esta circunstancias solo me queda confiar.
―Señorita, su majestad ordena una audiencia con usted en diez minutos. ― Habla Omer detrás del umbral.