—¡Sabas! ¡Sabas! — Lo zarandeo.
No despierta.
Estudio la zona cuando un viento frío azota mi carne. Entumeciendo mis huesos y poniéndome la piel roja. La estancia está despejada, no hay nada a simple vista, solo hielo por todas partes y niebla que se eleva cubriendo completamente la zona.
Sabas y yo moriremos congelados si no salimos de aquí.
—¡Hola! ¡Ayuda por favor! —Grito, mi voz resuena en un eco. —¡¿Hay alguien que me ayude?!
¿Donde diablos estamos? Pienso masajeándome la frente. Miro la figura de Sabas tumbando en ese helado hielo con su ropa hecha un desastre. Sin saber cómo proceder, si tan solo el despertará.
La temperatura sigue propagándose hasta sentir mis labios congelados. Con mi anatomía temblando, agarro de los tobillos a Sabas y lo comienzo a arrastrar, sin detenerme. Su túnica se desliza por el hielo dejando una marca a su paso. Con cada pisada que doy el suelo se mueve bajo mis pies y presiento que estoy caminando en un camino que está a punto de desmoronarse y convertirse en agua.
Tal vez si abandonara a Sabas me sería más fácil irme de este horrible lugar, pero no...no puedo dejarlo botado. El aunque me repudia se que tampoco lo haría. Además que solo él puede sacarnos de aquí. Así que no...simplemente no.
Mis brazos me duelen, mucho. Sabas es pesado. Me acurruco por un momento, tratando de recuperar fuerzas. Viro, escudriñando si hay algún habitante, pero no hay presencia de mortales. Solo que más allá a unos diez metros se ve un punto negro. Eso me hace apresurarme, con la boca seca troto hasta estar mas cerca de ese punto.
Es una cabaña.
En un muy mal estado.
El techo casi se está cayendo y las puertas estás inestables con rayaduras por cada rincón. Está compuesta de un extraño material que es lo único rescatable ya que eso parece en muy buenas condiciones y es el soporte de todo.
—¿Hola? — Toco la puerta con cuidado, no quiero cometer el error de botarla. —¡Estamos perdidos y hay alguien herido! ¡¿Podemos pasar, por favor ?! — Solo hay mutismo del otro lado.
Incapaz de aguantar más el aire frío, rempujo el material y accedo al interior. Es caluroso. Rápidamente doy una vuelta en las dos habitaciones y al observar que no está ocupada por gaelanos corro por Sabas. Resollo, enseguida dejo caer a Sabas en el piso de la cabaña. Nuevamente lo llevo jalado de sus pies a una de las habitaciones y lo tiro en la única cama que hay disponible.
Examinó la cabaña, no hay comedor, hay una habitación que está totalmente vacía, tampoco dispone energía, solo encuentro muchas candelas las cual enciendo, por ultimo veo el baño el cual solo tiene la bañera y reviso en la diminuta cocina lo que posee de alimentos. Solo hay canastos vacíos y otros con frutas podridas llenas de gusanos. No hay señales de que esta casa haya sido habitada hace poco. Más bien es los contrario. Destornudo, al encontrarme mojada. El agua escurre en el suelo.
Revuelvo la cabaña hasta hallar algo con lo que hacer fuego, al divisar varias varitas en un rincón las traigo ; por suerte están secas y las coloco en el piso, formando una pequeña cueva e inicio a hacer fricción con ellas, ya que no veo por ningún lado fósforos o algo que me auxilie a prender una fogata.
Froto y froto hasta que las palmas de mis manos están totalmente rojas, expulso aire potente cuando una llama alumbra y con afán la llevo hasta la demás leña, con prontitud una gran llamarada ilumina la casa y le da calidez a mi contextura. Acercó mis muñecas a mi boca, calentándolas. Por un instante enfrío mi cuerpo, hasta que decido ir a ver a Sabas, ya que es necesario que le despierte para que los vayamos de este sector.
Me siento al lado de la cama y le observo, no sabiendo como despertarle sin que se moleste. Casi como si el supiera mis intenciones, su masa corporal se balancea y de prisa se apoya en el respaldo del colchón. Se coge de la cabeza varías veces, antes que su mirada aturdida repare en mí.
—¿Dónde estamos? —cuestiona. Sus ojos inspecciona nuestro entorno, su entre cejo se frunce cuando se detiene en la pequeña colchoneta donde descanso.
—No lo sé, pero creo que necesitamos irnos, ya
El solo me contempla como si hasta ahorita se diera cuenta en verdad de mi fachada.
—¿No te fuiste? —su voz zumba inestable, bajo.
Miró sus ojos naranjas y entonces lo pienso. ¿Porque no me fui ? Es cierto estoy en un lugar extremadamente desconocido pero se que si lo hubiese querido , está sería mi única oportunidad de irme, de huir de él. Si, tal vez dejarlo botado lo pensé, pero la idea no duró.Y...no se porque.
—No, no he ido a ninguna parte. —Por alguna razón mis palabras asimilan calmarlo. Segundos después sus párpados inician a cerrarse—.Sabas...¡Sabas!, no te duermas...esto...—Su cráneo desciende en mi brazo, desmayado.
Saco mi brazo ,toco su rostro cuando su temperatura corporal traspasa lo normal. El tiene fiebre y muy alta. Estoy incorporándome para ir por un paño mojado, pero inevitablemente un extraño mareo me golpea en mi cerebro y me hace la vista borrosa, palpo mi cara intentando apartar este horrible malestar, pero solo suelto un suspiro cuando siento mi piel arder de fiebre. Precipitadamente mi organismo no aguanta más y me derrumbó cayendo en algo consistente y suave.
Entreabro mis iris y los aprieto con fuerza espantando el adormecimiento que aún siento. Le doy una corta vistada a la habitación y rememoro que estamos perdidos en Dios sabe donde. Giro y me encuentro cara a cara con Sabas que permanece dormido.
Mi contorno esta extendida sobre el torso de él. Su cuerpo se siente cálido. Apoyo mis brazos en su abdomen y aprecio su atractivo rostro. Sus espesos labios y mandíbula marcada.
Es...
Quito mi mirada de su boca y rápidamente me aparto con el corazón latiéndome atropellado.
Simplemente debo de eliminar pensamientos que no puedo permitirme realizar. No en este momento ni en otro.