Game Ósver

El cinturón

En la casa, lo esperaban sus abuelos y su padre. Cuando Ósver abrió la puerta, su abuela le dijo:

—Hijo, ¿por qué llegas a esta hora? Pensábamos que te había pasado algo.

Lemuel, con evidente rabia y frustración le dijo:

—Ya no deberías salir; necesitas cuidarte porque estás enfermo, ¿acaso no entiendes? El doctor dice que terminarás en una silla de ruedas. ¡Te va a pasar algo afuera y vas a terminar en una silla de ruedas antes de lo previsto!

—¿Es eso lo que quieres? ¡Quieres que no salga de casa y me quede encerrado para no causarte gastos y esperar mi final en una maldita silla de ruedas! Además, no te preocupes por los gastos, ¡porque no pienso ir a ningún centro de rehabilitación ni utilizar el seguro de salud! —exclamó Ósver.

Don Fernando, al ver a su nieto alterado, prefirió retirarse a su habitación. En cambio, el padre de Ósver, al escuchar la falta de respeto, se quitó el cinturón del pantalón y le propinó varios correazos en las piernas y donde cayeran. La abuela Lucía intentó detenerlo, forcejeando con él, y le dijo en voz firme:

—¡Ya, detente, Lemuel! ¿Quieres matar a tu hijo?

Ósver en ningún momento se movió para evitar los azotes. Permaneció parado, firme como un militar, sin manifestar ningún gesto de dolor o lamento.

—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó Ósver en tono desafiante—. He recibido golpes, patadas, cabezazos; me he caído de diferentes formas y sangrado por tantas heridas. ¿Crees que unos simples azotes me van a doler? Por favor, ahórratelos. Parece que ya estás cansado.

Lemuel, con los vasos sanguíneos de los ojos a punto de reventar por la furia, se fue de la casa temporalmente. Ósver se retiró a su habitación, tomó uno de los relajantes musculares recetados por el traumatólogo y se recostó en la cama, esperando quedarse dormido. La abuela Lucía entró en la habitación de Ósver para aplicarle una crema antiinflamatoria en las magulladuras que tenía en los antebrazos y las piernas. «Lemuelito no era así, ¿qué le habrá hecho cambiar?», se preguntó la abuela en sus pensamientos mientras le untaba la crema a su nieto, quien intentaba dormirse.

En las semanas siguientes, Ósver se puso al día con las clases que había perdido en el colegio. Sin embargo, al final del año desaprobó matemáticas y tuvo que llevarla como curso de recuperación durante las vacaciones, que después logró aprobar.




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