Eduardo tenía una obsesión: las tormentas. Su sueño era convertirse en el mejor cazador de tormentas del mundo, aunque su conocimiento meteorológico era tan limitado como su sentido común. Con una camioneta vieja, una cámara y un ego del tamaño de un huracán, se lanzó a la caza de su gran momento viral.
Un día, vio en el radar una tormenta perfecta formándose a las afueras de la ciudad. "¡Esta es la mía!", gritó mientras conducía directo al ojo del fenómeno. Entre truenos y vientos huracanados, encendió su cámara y comenzó su transmisión en vivo.
"¡Miren esto, chicos! ¡Estoy justo debajo del tornado!", exclamó con una sonrisa temeraria. En cuestión de segundos, su camioneta salió volando como una lata de refresco, dando vueltas en el aire antes de aterrizar en un establo... con Eduardo aún dentro.
El video finalizó con la cámara apuntando a una vaca confundida, que parecía preguntarse qué demonios acababa de pasar.
Game Over.
Editado: 19.03.2025