Ricardo siempre había sido un entusiasta de la pirotecnia. Desde niño, su fascinación por los fuegos artificiales lo llevó a experimentar con todo tipo de mezclas peligrosas. Pero cuando descubrió tutoriales en internet sobre explosivos caseros, su afición se convirtió en una obsesión letal.
Un día, decidió que era hora de llevar su talento al siguiente nivel: fabricar el "cohete definitivo". Con ingredientes comprados en la ferretería y un barril de pólvora improvisado, se encerró en su garaje y comenzó la construcción de su obra maestra.
"Esto va a ser legendario", murmuró mientras encendía la mecha. Solo había un pequeño problema: no midió bien la cantidad de pólvora. La explosión fue tan potente que los vecinos pensaron que había caído un meteorito. Cuando los bomberos llegaron, solo encontraron un enorme cráter y, en el centro, un zapato chamuscado.
Su video de despedida se convirtió en un éxito póstumo en redes sociales bajo el título: "Cómo no hacer un explosivo casero".
Game Over.
Editado: 19.03.2025