Martín era un influencer obsesionado con los selfies en lugares extremos. Si no estaba colgado de un rascacielos, balanceándose en un puente o posando al borde de un acantilado, no se sentía vivo. Su lema era: "Si no arriesgas, no ganas seguidores".
Un día, navegando por redes sociales, vio a un temerario tomándose una foto en la punta de una grúa. "Pfff, fácil", pensó. Así que subió a la construcción más alta de la ciudad, escaló la estructura y sacó su teléfono para la toma perfecta.
Lo que no consideró fue que el viento no perdona y que la barra en la que se sostenía no estaba tan firme como creía. Justo cuando ajustaba el ángulo de su selfie, la estructura cedió y Martín pasó de influencer a objeto volador no identificado. Su teléfono, sin embargo, sobrevivió, y la imagen final capturó su expresión de terror en pleno descenso.
Irónicamente, su última foto obtuvo millones de likes… a título póstumo.
Game Over.
Editado: 19.03.2025