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Chapter 17

CAPITULO 17

 

~ N A R R A D O R ~

 

Mía había olvidado que él también la estaba mirando y no podía dejar de pensar que su sonrisa era de las más hermosas que había visto jamás, mientras que Alex también pensaba casi lo mismo, el no dejaba de sonreír. No por compromiso de caerle bien a la chica sino porqué su corazón latía tan fuerte y no controlaba su cuerpo. Así que no sabía que más hacer. Hablaron después de un par de segundos de apreciarse mutuamente. Era algo completamente diferente y nuevo para ambos, estaban teniendo una especie de cita mientras ambos estaban encerrados en sus casas. 

 

Miraron Mujer Bonita y luego comieron algo mientras seguían hablando de cosas triviales, de su vida. Hasta que algo que la chica no esperó que pasara, pasó. 

 

—Oh tienes una guitarra —La menor había movido su cámara un poco para mostrarle algo de su habitación al hombre y olvidó que estaba ahí su guitarra a un lado arrinconada. Al verla Mía sintió algo dentro de su corazón, no estaba segura de que responderle al hombre. Regresó a ver a la pantalla con media sonrisa y asintió en silencio—. ¿Podrías tocar algo para mí? —Por un momento la joven lo miró con algo de miedo, ya que hace años que no tocaba la guitarra, pero los ojos de Alex la hacían sentir en un lugar a salvo. Volvió a asentir sin saber que estaba haciendo. 

 

Se levantó de su asiento para caminar hasta la guitarra y con las manos temblorosas la tomó. Sintió algo diferente, algo que pensó jamás volver a sentir. Sintió miedo y alegría a la vez. Pero recordó que la tarde que intentó suicidarse también estuvo tocando la guitarra tratando de olvidar o sacar esos pensamientos de su cabeza, llegando a nada. A frustración y terror. 

 

Con la guitarra en sus manos se sentó frente al pc para intentar tocar algo para Alex. Quien la miraba expectante, estaba emocionado por escuchar como la joven tocaba, pero no podía negar que sentía algo extraño de su parte, era la primera vez que la veía con la cámara, pero llevaban semanas hablando y él ya podía decir que conocía su voz a la perfección. 

 

—Hace años que no toco nada en la guitarra —Confesó la joven mirando el instrumento, no sabía que decirle o como decirle. Mía sabía que confiar en alguien que estaba tan lejos era un arma de doble filo y que todo podría salir muy mal, pero con el hombre se sentía diferente a otras ocasiones—, han pasado muchas cosas desde la última vez que cogí esta cosa —Continuó melancólica, no sabía cómo salir de aquella situación. La sonrisa de Alex se borró al escuchar como ella hablaba. Se notaba que había mucha melancolía dentro de sí misma.  Ella se había obligado a si misma a no llorar y a no ver a Alex.

 

Antes de que el pudiera decir algo, ella tomó valor y comenzó a tocar la guitarra, al principio sus dedos torpes se confundieron en algunas notas, pero no tardó en tomar el hilo nuevamente y le agarró el ritmo a una delicada canción que le gustaba desde hace años. Sonrió y pensó que de sus ojos saldrían lágrimas, pero solo había sido la sensación. Hasta que continuó con la canción. 

 

Ese sonido de las cuerdas rasgadas sonó completamente por el lugar hasta llegar al pasillo donde su padre escuchó la melodía, sintió que su piel se erizó, pensó por un momento que era algo que pudieron los vecinos así que salió hasta al pasillo para comprobar y cada paso que daba le dieron muchas más ganas de llorar al darse cuenta de que sí, era su hija quien estaba volviendo a tocar la guitarra. 

Quiso tocar la puerta e ir a abrazarla, pero recordó que la joven estaba en algo y lo mejor no era interrumpirla así que solo sacó su celular y grabó un poco de la melodía para luego mostrarle a su esposa. Era algo que pensó que no volvería a escuchar, estaba seguro de que su hija no volvería a ser la misma después de lo que pasó, pero ahora recuperaba la esperanza de que sus vidas volverían a ser como antes, cuando todos eran felices.

 

Aunque odiaba el hecho de sentirse tan aislado y sin poder alguno en cambiar el destino de su pequeña hija, pero sabía que estaban tomando las decisiones correctas en apoyar por completo a Mía. Además de que no podían cambiar la personalidad de su hija, solo era cuestión de tiempo y de voluntad de la propia.

 

—Wow —Alex habló unos segundos después de que la joven terminó de tocar, había quedado impresionado y prefirió no comentar nada sobre el brillo de los ojos de la pequeña. El por mucho rato había querido lanzarse sobre los brazos de aquella chica y consolarla. El entendía que había muchas cosas en la vida de aquella chica que no conocía y sabía que por más que hablaran diario, no podía saberlo todo. Pero tenía intriga por saber que sucedía en ella y que la había hecho llegar a lo que estaba—, eres muy talentosa, gracias por tocar eso para mí —Agradeció inclinándose sobre la pantalla. Después de eso no volvieron a tocar el tema de la música. Aunque Alex moría por preguntar por qué lo había dejado, él pensó que si la chica le tenía confianza en algún momento él le respondería.

 

La guitarra volvió a su lugar después de eso. Para Mía había sido un paso enorme, era algo que tenía que hablar con Donald. Ella no quería que sus avances dependieran de alguien más pero no podía negar que sola no había logrado mucho y con Alex a su lado pues sí... Lo hizo. 

 

Durante las siguientes semanas pasaron igual, la rutina de ambos no había cambiado mucho, más allá de que ahora habían comenzado a tener esas citas, donde estaban con las cámaras encendidas y podían estar realmente para el otro.

 

Llegó junio y las cosas parecían diferentes. La relación que tenía Alex y Mía se había intensificado, poco a poco la joven se había abierto aún más con él, ahora le tenía más confianza. Alex se sentía algo incómodo con la distancia, moría por tener aquella mujer cerca. Nunca había pasado por eso y se sentía impotente. Mía le habló por primera vez a su padre sobre Alex después de un par de días después de la primera llamada, estaba emocionada de tener ese nuevo amigo y estaba feliz. Donald también sabía de su existencia, y no había más alivio sobre ellos. La única que no sabía era la madre de la chica, ya que ella sabía cómo era la mujer y que seguramente no entendería que estaba viviendo su hija, así que evitaría contarle hasta que supiera que realmente contarle.




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