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Chapter 18

CAPITULO 18

 

~ N A R R A D O R ~

 

Ese martes en la mañana fue como cualquier otro. Clases y más clases, las primeras horas de clases fueron de exámenes, a la joven se le había permitido adelantar unos exámenes que la harían poder pasar de año más pronto de lo que pensaba. Solo que, con todo el tema de la pandemia, la joven tuvo que cambiar sus métodos y libros, ahora habían dejado de lado la práctica y lo único que estaban viendo era lo teórico, así que Mía debía estudiar muchísimo más. 

 

Ambos les gustaba verse haciendo sus vidas normales, por eso muchas veces solo ponían sus cámaras y apagaban los micrófonos. Simplemente existían el uno con el otro. Lo hacía poco ya que sabían que terminarían hablando y perdiendo el tiempo valioso que usaban estudiar o trabajar.

 

Habían logrado ponerse de acuerdo con las llamadas y no podían permitirse hablar por horas mientras que dejaban de hacer otras actividades, así que sabían que después de terminar cada una de sus responsabilidades podrían hablar hasta una hora decente para ambos, para después en las mañanas no arrepentirse de estar como zombies, sobre todo Alex quien era quien llevaba el horario peor.

 

¿Ya terminó tu examen? ¿Cómo estuvo preciosa?

 

Mía sonrió al ver el mensaje de Alex que apareció en su pantalla, estaba preocupado por ella y su nerviosismo por su examen. Así que le había mandado los mejores deseos y ahora se encontraba esperando la respuesta de la mujer mientras también esperaba la hora para su reunión.

 

Salí hace 5 minutos y creo que me fue bastante bien, pero no me quiero confiar, tengo que haber obtenido la mejor nota sino podré estar en el siguiente semestre. Necesito estar con Blaire.

 

Lo sé pequeña, pero confío en ti. Sé que lo hiciste increíble.

Ahora tengo una reunión con los profesores, parece que tienen cosas que decirme así que estaré un poco más tarde.

Te quiero.

Tranquilo, llámame cuando estés disponible.

También te quiero.

 

Había sido extraño que comenzaran a decirse esas cosas, pero habían cumplido más de 3 meses de hablar todos los días y realmente se querían. Como ellos pensaban, como amigos, pero en realidad había mucho más allá de lo que ambos podrían imaginar sólo que se negaban a aceptar que se querían lo suficiente como para querer viajar y estar con él otro, pero la pandemia lo hacía imposible.

 

—Mía... —Su padre entró a su habitación algo agitado. Ella había estado arreglando unas cosas que tendría que terminar para la semana. Ella lo miró y sintió algo que no estaba bien, tal vez por la expresión de su rostro o sus ojos llorosos—. Hija, ahora más que nunca tenemos que estar unidos —Sus palabras solo hicieron que se sintiera ansiosa, por momento ella tembló y tuvo miedo de escuchar lo que tenía que decir—. La abuela se nos fue —Sus lágrimas se hicieron presentes en su rostro y eso hizo que ella también rompiera a llorar, corrió a los brazos de su padre, abrazándolo con toda la fuerza que tenía. Era la madre de su madre y no podía pensar cómo se estaba sintiendo Celeste en ese momento.

Ahora debían estar juntos. Esto de estar encerrados era algo que no aguantaba más, Mía se estaba quebrando y no entendía cómo podía estar pasando todo eso mientras que no podían moverse a estar con la familia, era poca y además estaban separados. La joven pasó la tarde en el sillón, varias de sus primas le habían escrito y ella se dedicó a ayudar a su padre para organizar lo que seguía. Ángel estaba a su lado, su padre había estado haciendo llamadas y caminando de un lado al otro.

 

Mía, después de un buen rato de tener a su padre de estar presionándola, aceptó a dar una vuelta junto a Angel. No lograba entender como un hecho podría quebrar su felicidad y tranquilidad que llevaba sintiendo desde hace meses, se había dado cuenta de que era mucho más débil de lo que había imaginado y no le agradaba eso. Sabía que era algo que debía arreglar pronto.

 

—¿Estás segura de que es positivo? —Mía regresó de pasear a Angel cuando escuchó a su padre hablar por celular en la cocina. Camino hasta él imaginando se cualquier cosa. Nuevamente la mirada triste del hombre la atajó—. ¿Te podemos ir a visitar? —¿De qué hablaba? Solté la cuerda del perro y me acerqué a mi padre—. Si, se lo diré, te amo —Colgó y en ese momento ella entendió todo lo que estaba pasando.

 

Mamá...

 

—Hija... —Su voz estaba quebrándose otra vez.

 

—Dime que no, por favor —Sabía que ahora mi madre estaba pasando por algo y esperaba que no fuera lo que pensaba.

 

—Si hija, dio positivo, pero parece ser leve, está en aislamiento y pronto volverá a casa, te lo prometo —Mía no sabía que sentir, corrió a los brazos de su padre nuevamente y ambos volvieron a llorar hasta el cansancio. Era otro golpe el mismo día y parecía que todo no se acabaría ahí, ella tenía miedo de que haya otra mala noticia.

 

El mayor tuvo la idea de ir a cama, ver algo y comer la primera comida chatarra que se les ocurriese. Hoy no harían nada más que estar juntos y evitar pensar en lo malo. Marcus sabía que debía mantener animada a su hija para que no volviera a estar mala, el entendía lo sensible que era la menor y que noticias como las que habían tenido, fueron fuertes. Le habría encantado no decírselas, pero ocultarle las cosas como fuera una niña, no era lo mejor.

 

Ahora que su madre estaba enferma, debían estar en casa para recibirla cuando mejorara, ya que lo haría. Mejoraría. De eso estaban ambos seguros.




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