Al coger el móvil a la mañana siguiente descubrí llamadas de Julia y Lucas. Habían llamado sobre las diez de la noche los dos, mientras dormía.
Intenté devolverles la llamada pero ninguno me cogió el teléfono y les dejé un mensaje.
"Lo siento. Me dormí pronto anoche.
¿Que querías?"
No sería importante, solo habían llamado una vez, pero por si acaso pregunté.
Dejé el móvil en la mesa y busqué a Estela. En su cama no estaba y al bajar las escaleras no escuché ninguna voz. La casa estaba vacía. Le mandé un mensaje para saber dónde estaba aunque no era difícil averiguarlo, no había muchos más sitios para estar en el pueblo. Tenía que estar en el bar.
Me tomé mi tiempo para prepararme, aunque había dormido demasiado todavía sentía el sueño.
Cuando la casa estaba vacía se respiraba tranquilidad, de la que se siente al llegar a un sitio en el que puedes ser tú misma. Cada vez que veníamos al pueblo se llenaba y lo que más me gustaba de la casa eran estos momentos, la tranquilidad que desprendía.
En el momento puse un pie fuera todo ese ambiente se rompió, la calle estaba llena de familias que habían llegado a pasar las fiestas. Las paredes gruesas tapaban todo el ruido del exterior y las persianas bajadas evitaban el calor.
Saludé a todos con los que me crucé. Más de uno se me quedó mirando más de lo normal.
¿Por qué? Ni idea.
La ropa la llevaba bien, no me había manchado ni nada.
Raro.
De camino también escuché alguna que otra señora diciendo cómo había llegado gente a la casa rural.
A medida que me acercaba al bar más personas me miraban hasta que llegué a la terraza, dónde alguien parecía estar montando una fiesta.
De repente me vi con los brazos de mi abuela a mi alrededor.
No sabía de dónde había aparecido pero con la edad que tenía era admirable, no la había visto venir.
- Gracias, gracias, querida, eres la mejor.
¿Gracias?
Vi que estaba hablando con mis padres, ¿qué le habrían dicho? ¿Se había enterado de mi sorpresa por su cumpleaños? Pero eso no podía ser posible, solo se lo había comentado a Lucas y ni Estela lo sabía.
¿Entonces de qué hablaba?
Tardé en abrazarla de vuelta, sorprendida, mientras seguía intentando averiguar de qué se trataba.
- Se lo llevo diciendo a todos durante días: "Mi nieta lo va a conseguir, ella es la mejor" y ninguno me creía - Se giró hacia los demás - para que veais, hay que tener fe en mi nieta y sus amigos.
Me giré hacia mis padres.
- ¿Qué está pasando? ¿Se ha vuelto loca?
Alguien dejó caer un brazo sobre mis hombros.
- Siempre me decías que estaba un poco loca pero nunca me imaginé que llegaría hasta este punto. - Me susurraron al oído, para que se quedara entre nosotros.
No.
Imposible.
Conocía esa voz.
Y no debería estar aquí.
Esto era imposible.
Noté como la cara de mi abuela cambiaba de emocionada a extrañada. Mi reacción y el no saber lo que me habían dicho le había hecho cambiar su estado de ánimo. Pero estaba más preocupada y sorprendida por la persona que acaba de hablar.
Me giré.
A mi lado se encontraba un hombre, de pelo rubio y ojos marrones con una sonrisa picarona, esperando a que reaccionara.
- ¿Reyna, cariño? ¿Está todo bien? - Mi abuela sonaba preocupada pero lo único que había en mi cuerpo era sorpresa. No pude ni mirarla, estaba embobada con el hombre de mi lado.
Le pinché en el brazo con los dedos.
- ¡Auch! - Se alejó un poco mientras frotaba el antebrazo. - ¡Un poco de cariño anda!
- ¿Estás aquí? - eso le hizo empezar a reír. - ¿Qué haces aquí?
- Y yo que pensaba que preguntarías antes otras cosas.
Sí, definitivamente era él.
Le sonreí por unos momentos antes de tirarme a abrazarle. Le pilló de sorpresa, no le había dado muchos abrazos desde que nos conocimos, pero este fue uno de los grandes. Casi nos caemos los dos, pero pronto recuperó la sonrisa y me abrazó con fuerza, dejándome sin respirar.
- Leo - grazné- tengo que respirar...
- ¿No querías un abrazo?- Sentí su risa mientras aflojaba sus brazos un poco - Me alegro de verte, lo has tenido molestando a Julia todos los días para verte, cuñada. - Su respiración seguía en mi oído.
Notaba como mi cara se enrojeció al separarnos. No era su cuñada exactamente pero se trataban como hermanos.
- Tendré que pedirle perdón. - Miré un poco a los alrededores mientras hablaba, esperando que nadie hubiera escuchado nada.
Había gente mirándonos pero ninguno daba señales de haber escuchado nada.
Asintió mientras me miraba sonriente, detrás alguien carraspeó.
Mi abuela había pasado de estar sorprendida a mirarnos sospechosa.
- No sabías que venían. - Cambiaba la mirada de uno al otro.
¿Venían?
- ¿Habéis venido todos? - No me lo creía.
- Tenemos actuaciones cerca y Julia nos ha traído aquí. - Su sonrisa cambió a una más amable.
Me miraba esperando a que descubriera algo, expectante, pero en mi cabeza ya no entraban más cosas. Aún así hice un esfuerzo.
Si Leo estaba aquí eso quería decir que Lucas también lo estaba y por lo que había dicho era cosa de Julia, por lo que ella también estaría.
Pero, ¿dónde se iban a quedar? ¿Se quedaban aquí o en otro pueblo?
"Por cierto, dile a tu abuela que ya lo ha conseguido. Los de la casa rural se han ido, no va a tener que montar una colecta para echarlos al final."
Esas habían sido las palabras del dueño de la casa.
¿Podían ser los nuevos inquilinos?
- No me digas que...
Mi abuela se metió por el medio.
- Si tu no sabías que venían hoy, ¿quién los ha traído? - Nos miraba esperando respuestas. - Porque tengo que agradecerle, es el mejor regalo que podía tener de cumpleaños. Estaba perdiendo ya la esperanza.