Tuvimos suerte a la hora de parar la conversación o, mejor dicho, el interrogatorio. Solo les faltó preguntar el grupo sanguíneo de cada uno para sacarles la vida entera.
- ¿Cuándo empezasteis a bailar?
- Prácticamente desde que nacimos, desde que éramos pequeños.
Ese fue Leo.
- ¿Y conocéis a Estela desde siempre?
- Julia sí, nosotros las conocimos más tarde. - Dijo Lucas señalando a Leo.
Siguieron preguntando sin importar el tema, ni las reacciones de los tres.
- ¿Y qué piensan vuestra familia del trabajo? ¿Les gusta que trabajéis juntos?
Ante eso Leo y Lucas compartieron una mirada que no pasó desapercibida para nadie. En vez de cambiar el tema, mi abuela y Herminia decidieron volver a preguntarle, sin importarle la situación. A la edad que tenían les importaba más sacar la información que pensar en los sentimientos de las personas.
Aproveché que traían las bebidas que habían pedido para meterme de por medio.
- Abuela, ¿no crees qué es hora de dejar el café? Ya llevas suficientes está mañana.
No me hizo ni caso. Seguía concentrada en los dos hombres, esperando una respuesta.
Negué con la cabeza. A mi lado, Lucas se incorporó un poco y dejó caer la mano en mi rodilla, apretando un poco, dejándome saber que agradecía el intento antes de responder.
- Les gusta. Al final nos tienen cerca y trabajamos, lo demás les da igual.
Respuesta lo más políticamente correcta posible y todos lo sabíamos. Menos mal que las dos mujeres lo dejaron pasar.
-¿Y no echáis de menos a nadie en casa? ¿Familia, pareja? - Mi abuela se había quedado mirando la mano de Lucas antes, de ahí la pregunta.
Bueno, se despidieron de un tema espinoso para entrar al que más ganas tenían.
Lo único que consiguió la pregunta fue sacar risas de todos los presentes.
- Abuela, ¿no crees que estás muy mayor para ellos? - Héctor no podía parar de reír mientras que Álex negaba con la cabeza.
- Ay, calla. No es para mí. - Se quedó pensativa mientras ponía cara de pena. No parecía que estuviera diciendo la verdad.
Eso nos dejó a los cuatro primos a cuadros. ¿Estaba pensando de verdad en la probabilidad?
Escondí un escalofrío. No me lo podía ni imaginar.
- No se preocupe. Aquí Leo no sale con nadie. Puede pasar todo el tiempo que quiera con él. - Julia no pudo evitar soltar una carcajada en mitad de la frase.
Todos nos giramos a mirar a Leo que todavía no había reaccionado. Se había puesto con el teléfono y parecía que vivía en otro horario.
Asentía con la cabeza hasta que entendió la frase. Levantó la cabeza con una mirada de terror. No sabía como reaccionar ante las situaciones que le ponía mi abuela.
Mi abuela y Herminia volvieron a mirarlo como el día del vídeo, parecían apunto de desvestirle con la ropa.
- Abuela, ya.
Entendía su humor pero el pobre Leo ya tenía bastante. Se estaban empezando a pasar.
No hizo ningún gesto de haberme escuchado pero dejó de mirarlo.
- ¿Y vosotros dos?
- Estamos "cogidos". - Respondió Julia por los dos.
Lucas solo asintió ante eso y sonrió.
Maruja se quedó mirando a los dos, esperando que desarrollaran esa respuesta pero ninguno parecía dispuesto a hacerlo por lo que siguió preguntando.
- ¿Y cómo son? - Se apoyó en la mesa con las dos manos y se inclinó hacia delante, emocionada.
Mi abuela no habló pero pude ver como se interesaba también y miraba hacia otra mesa. Seguí su mirada y descubrí que miraba a mi madre. Las dos sonreían antes de mirarme. Cuando se dieron cuenta intentaron disimular rápidamente pero no sirvió de nada. Ya las había visto.
Con que con esas iban.
Aproveché que no me miraban para coger el móvil.
"Si te pregunta quién es, no le digas que soy yo."
Vi cómo fruncía el ceño al mirar el móvil.
"Después te cuento, no te preocupes.
Es una chorrada"
Eso no pareció tranquilizarle pero aceptó.
- Pues es un buen chico, se ha tenido que ir a trabajar pero bueno. - Se encogió de hombros. - Estas cosas pasan.
Las dos mujeres se quedaron mirando a Lucas esperando su turno. Maruja se veía interesada pero lo de mi abuela ya era otra cosa. La respuesta de Lucas era la razón de la pregunta por su parte.
- Pues es la mejor persona del mundo. - Lucas había accedido a no decir que era yo, pero también se había propuesto que trabajara en ocultarlo. Podía notar como iba cogiendo un poco de color y las miradas de Leo. - Tuve suerte al encontrarla, no podría haber imaginado nada mejor.
No había que sonrojarse. Tenía que evitarlo. Como pudiera.
Me giré a mirar la mesa dónde estaba mi madre. Se le habían unido mis tíos y los cuatro estaban mirándome fijamente.
El camino de vuelta a la casa se hizo corto. Habíamos decidido dejar a mi familia en el bar para juntarnos nosotros solos un rato y ponernos al día.
Al entrar nos separamos en grupos. Me fui con Julia y los demás pero dos brazos me rodearon por la cintura.
- Tú te vienes conmigo. - Sus labios rozaban mi cuello y sentí como su pecho se pegó a mi espalda.
No me dio tiempo ni a responder, me empezó a dirigir a la terraza dónde nos sentamos en uno de los sofás.
Se me quedó mirando durante unos momentos sonriendo ligeramente antes de empezar a hablar.
- Entonces, ¿por qué no pueden saber que estamos juntos? - Arqueó las cejas.
- A ver, no te lo conté en su día porqué me lié con otras cosas pero al llegar escuché a mi madre y a mi abuela hablar. - Cada vez hablaba más rápido.
- ¿A escondidas? - Soltó una carcajada negando con la cabeza.
- Calla - le cogí las manos. - Eso ahora no importa.
Me acercó un poco más hacia él.
- Vale, volveremos después a ello. Me callo.