“Rutina”
Kevin me venía molestando toda la semana. Hansel ésto, Hansel aquello, por lo menos ya no le dice "Eliot" me harté de decirle que su apellido es Talimfer.
Me sentí un poco mal por no hablarle a mis padres que me estaba viendo con un chico, sobre todo a mi madre.
Sentía que si les contaba algo, iban a empezar las interminables preguntas. Obviamente que en algún momento tendré que hablar, pero no ahora.
Además «de nuevo chica paranoica» ¿Por qué le hablaría de un chico como si fuera algo serio? Hasta el momento no pasó nada, y ya me hacía la cabeza por cualquier cosa.
—¿A qué le sonríes Kevin Morgan? —dije viendo como la comisura de sus labios se elevaban mientras le llegaba un mensaje.
—No, nada —rodó sus ojos.
—Entonces muéstrame que no es nada —alcé una ceja —. ¿Otra vez mandando nudes? Kevin...
—No —rio —. Lo que pasa es que conocí a alguien...
—Adivino, ¿ya se acostaron y ahora sientes algo inexplicable por él? —abrió su boca indignado por mi suposición —. Lo siento, no es mi culpa tener un amigo tan predecible.
—Uh, eres cruel —entrecerró sus ojos.
—Cruel es bueno —le guiñé un ojo divertida —. Anda, cuéntame más de ese pretendiente —traté de volver al tema.
—Se llama Tom —suspiró profundamente y sacudió su cabeza —. Me gusta, pero hay algo que no me convence.
Hice una mueca intentando pensar qué sería.
Kevin es una rueda la fortuna con el tema de gustos, una vez fue por no gustarle la pizza, otra vez por no gustarle los animales, cosas insignificantes pero significantes para él.
«En resumen, DramaQueen»
—Tom nunca había salido con un chico, y anteriormente siempre tuvo novias —alzó sus cejas —. Y no estoy para pasar de nuevo todo el proceso de timidez, rumores e inseguridad con él. Lamentablemente la mayoría pasamos por eso, y revivirlo de vuelta —abrió sus ojos de par en par —. No gracias.
En cierto punto no me esperaba tal cosa y lo único que hice fue asentir lentamente.
—Yo creo que si realmente te gusta, o si sientes algo por él, no te tendría porqué afectar su "proceso de aceptación con su entorno" —dije haciendo unas comillas muy exageradas, ya que me molestaba muchísimo que las cosas sean tan feas algunas veces —. Si tu crees que es una buena jugada, no te rindas. No todos los días encuentras sentimientos así por alguien.
—¿Por qué siempre sabes que decir? —apoyó su mentón en una de sus manos.
—No sé, es algo que aún no descubro como lo hago. Digamos que es un don —subí mis cejas alardeando mientras hago una leve mueca, provocando unas risas de su parte.
Kevin solía ser uno de esos chicos mujeriegos, y todas se volvían locas cada vez que pasaba caminando por los pasillos.
Aunque suene loco, yo fui la que noté algo diferente en él. No nos hablábamos mucho, pero eso no significaba que su mirada decía miles de cosas.
De por sí yo era y soy una persona muy cerrada, por lo que no me cuestaba leer a las personas además de entenderlas.
De a poco nos volvimos amigos, y ahí fue donde confirmé mis sospechas. Kevin era gay.
Lo cual no me molestó en absoluto, vamos, ¿Quién nunca soñó con tener un amigo gay?... supongo que en esa pregunta no está incluida la lucha que llevamos por detrás.
Recuerdo que para ese entonces Kevin era la charla de todos. Me enfermaba la gente y las cosas horribles que decían de él. Fue una época muy dura, pero también fue una época en donde los verdaderos amigos se hicieron notar, ya que muchos de ellos se alejaron al enterarse de que Kevin era homosexual.
Aunque sonaba feo decirlo, él logró insertarse de alguna u otra forma en la sociedad. Por lo menos se sentía más seguro y no se deprimía cada vez que alguien decía algo.
Entendí cuando dijo que no quería pasar por lo mismo, entendí porque yo estuve en la misma lucha junto a él.
—¿Seguro que no quieres acompañarme? —dije sonriendo de costado sin alejarme de la puerta del auto.
—No, ve tú. Luego me cuentas —cerró sus ojos suspirando al mismo tiempo que prende el motor del auto —¡Diablos que me gustaría ver chicos en mayas! Pero no puedo, tengo que ver a Tom.
Largué una carcajada.
—Para que ignores algo como ésto, debe de ser muy importante ese chico —me alejé mientras me cruzaba de brazos —. Quiero conocerlo algún día.
—Ya lo conocerás, y sí, éste chico hará que me salga mariposas del estómago —dijo en tono divertido mientras se iba —. ¡Que la pases bien Peterson!
Lo saludé con un rápido movimiento de manos y luego emprendí mi viaje a la escuela de Hansel, la cual no quedaba tan lejos; pero como mi tobillo aún me molestaba, decidí tomar un taxi.
Por suerte llegué diez minutos antes de que acabaran, no quise llegar tan temprano suponía que sería muy exagerado de mi parte, o tal vez no tanto.
Por un momento pensé que estuvo mal que haya llegado tan temprano, pero todo cambió cuando me vio y sonrió de costado.
«Nop, viniste en el horario perfecto»
¿Delicadeza? ¿Precisión? ¿Agilidad? Creo que me quedaría corta al expresar lo que sentí al ver aquellos bailes tan extravagantes.
Son tan finos y preciosos, parecía como si todos los bailarines hubieran sidos programados para moverse tan brillantemente. El talento deslumbraba por todas partes, y en cierto punto podía sentirme en paz.
Verlo a Hansel y a sus compañeros ir de un lado a otro al compás de la música, me relajaba. Es algo que nunca pensé que el ballet podría transmitirme.
Se notaba el amor a la pasión en cada paso que daban; claramente hay que tener vocación para ésta danza.
Pero lo que más me sorprendió fue aquél salto final que hizo Hansel acompañado por su bailarina.
La rutina había acabado en ese instante, y sentí la necesidad de aplaudir, pero me contuve ya que nadie más se encontraba de expectante; sólo estaba yo.
La profesora dio un saludo final, y los dejó ir.
—Iré a cambiarme —dijo musitando con sus labios, a lo que yo le asentí rápidamente.