Gema Roja: E.E.I.D.A

Capítulo 2

—¡Ganamos! —la carita daba vueltas en la pantalla y levantaba mi prótesis, en un gesto de triunfo.

—¿Cómo que ganamos, en plural?

—Ahí viene el agente Weak.

—Justo a tiempo. Es la primera vez que lo vez, así que compórtate.

—Finalmente, algo de diversión —el largo pelo naranja de Carl cayó sobre su rostro delgado y nariz aplanada—. Imagino que dejaste algo para mí.

—Llegaste tarde.

—¿Me enviaron para recoger la basura?¿De nuevo? —se arremangó su chamarra de cuero.

—Tendrás que usar guantes.

—Qué asco.

—Y ya que estás aquí, podrías darnos un aventón.

—No soy un taxi. ¿Nos?¿Tú y quién más?

—Mi asistente artificial. Se llama...

—¡Digital! —mi brazo se movió errático.

—¡No me interrumpas!

—¡Es que lo dices mal!¡Hola, soy Ailyn! —le estrechó mi mano.

—¡Y no lo muevas sin mi permiso!

—¡Qué grosero! —un pequeño holograma salió de la parte externa de mi mano y me sacó la lengua.

—Increíble, no sabía que tu prótesis podía hacer eso.

—Ni yo.

—¿En serio nunca usaste la función oculta de holograma en este sistema? Puedo desbloquear la mayoría de ellas, aunque necesitaré compilar datos y componentes específicos, no tan sencillos de conseguir.

—De momento, me quedaré con la versión estándar. ¿Qué pasa, Carl?

—Cuando te dije que deberías abrirte más, me refería a conocer nuevas personas.

—¿Otra vez con eso? Te conozco a ti, a Kelly y al jefe.

—Kelly apenas sale de su oficina para darnos nuestras tareas y al líder del departamento lo vemos dos o tres veces en el año, como mucho.

—¿Cuál es el punto?

—Socializar —se ajustó los guantes de látex—. Has cambiado, no has sido el mismo desde… bueno, ya sabes. Me preocupas, es todo.

—No lo hagas y asunto solucionado —no logré camuflar la molestia, sentí que alguien (aparte de Ailyn) tocó una pieza todavía más profunda, en mi pecho—. Además, no es como si este trabajo nos permita conocer personas con “vidas normales”. Te esperaré en el camión, no te demores.

¿Por qué hacía eso? Digo, no tenía nada contra Carl, era prácticamente mi único amigo y la única persona con la que intenté hablar de frente, entender lo que sucedió. ¡Claro, lo que sucedió! Como si las simples palabras “Misión fallida” en un expediente mal redactado que nunca nadie vería, significaban que todo había terminado. Tal vez por eso era así, por esa maldita contradicción entre un archivo (donde figuraba un nombre falso que alguien eligió por mí) y la realidad que escapaba a una serie de procedimientos inanimados.

—Llamando a las unidades más cercanas. ¿Me copian? —la voz de Olin, la líder de nuestro pequeño escuadrón, resonó al interior del vehículo.

—Puño radiante al habla. Estoy con el agente Weak en un trabajo de eliminación… y limpieza —me puse a jugar con el muñequito cabezón del espejo.

—¡Abandonen eso y vayan a Malbeno cuanto antes, Shine! Una anomalía de grado alto se dirige hacia allí. Repito: anomalía de alto grado se dirige a Malbeno. Solicito refuerzos para localizarla y capturarla —dejé caer el aparato—. ¿¡Me copias!?

—Sí, t-te copio —lo levanté y abrí la ventana—. ¡Carl, trae eso y deja el resto como está!¡Vamos, tenemos mejores cosas que hacer!

—¿Qué estás diciendo? —arrastrando el cuerpo como podía.

—Anomalía de alto grado.

—¿¡Eh!?

—Como lo oyes —bajé y lo ayudé a cerrar la compuerta trasera, con el hada dentro—. ¿Tienes tanque hasta Malbeno?

—Lo cargué esta mañana, pero creo que sí.

—Pues andando, pararemos en algún lugar a descansar e investigaremos mañana por la mañana.

—¿Qué pasará con la grieta?

—Le diré al cuartel que envíen a alguien.

—¡Ja, ja!¡Sí, finalmente algo de acción! —giró la camioneta y, envueltos en una gran nube de polvo, abandonamos las inmediaciones del Hershell.

✦ ✦ ✦

Mis ojeras se llenaban del pesado vaho que exhalaba en la mañana y, el sol de un nuevo día, invadía la taza de té que compartía con un despertador vintage (al cual me arrepentí de haber restaurado). Los enlatados y envolturas se apilaban en la alacena, la escoba juntaba telarañas, el cesto de basura estaba repleto de papeles y mi cama clamaba por orden, pero el camino hasta el Middle Way, extrañamente, se había vuelto más largo. O eso me incentivaba a creer para no sentirme aún más decepcionada de mi rendimiento.

De un momento para el otro, estaba frente a todo un salón, balbuceando lo poco que pude recordar para la lección. No me preocupaba el prejuicio de aquel joven grupo igual de somnoliento, brazos cruzados, celulares bajo el escritorio y apuntes, sino la cara de la profesora, quien iba y venía, registrando cada cosa que le desagradase. Hura faltó a clases para practicar recitado o algo así con ayuda de Ian.

—Entonces, todo resultado es….la investigación deja se ser científica, cuando...cuando...

—Mire al frente, no a mí —arremangándose el suéter rosa.

—Lo siente. Entonces...como decía...eh…

—¿Quiere continuar o no, señorita?

—No sé —juntando mis manos delante, mientras hacía una mueca y bajaba la mirada.

—Creo que lo que quiso decir es que toda conclusión o teoría científica será inválida si el método de investigación es injustificado y guiado por la subjetividad, falto de rigor y solidez metodológica. Van dos tareas sin hacer y una exposición que no logra realizar. Esta no es la escuela, si no te enfocas, te irá mal. Y no tengo consideración por ninguno de los aquí presentes, tampoco por ti. Siéntate Era.

—Profesora, tuve un contratiempo y… —roja por las miradas del resto.

—Transcribe la siguiente actividad, antes de que termine la clase. Rápido —rebuscando un par de tizas en su bolso para llenar el pizarrón de anotaciones, cada vez más confusas.

Comencé con el pie izquierdo las clases de la Muriel y, dada su actitud, remontar me era más difícil que mantener el hilo. Para su mal gusto, abandoné la clase ni bien tocó la campana y bajé a la biblioteca sin pensármelo dos veces, mi mente estaba suficiente abrumada y sobrecargada como para tolerar un minuto más dentro de sus clases.




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