Gemidos Nocturnos

Capítulo 4

♥- Narrador -♥

*LS: Lenguaje de señas.

La ciudad había cambiado bastante desde la última vez que Lucciana estuvo en ese lugar, que solo podía albergar algunas recuerdos perdidos en el tiempo. Lo único que pudo reconocer al pasar por el centro de la ciudad fue una heladería que se encontraba cerca de un gran parque donde se dejaba ver una linda fuente.

Marcelo notó de inmediato como el rostro de la joven se iluminó, asi que ignorando las órdenes de sus abuelos de ir a dejar a Lucciana a casa del candidato, se detuvo cerca de esa heladería.

— Dormiste casi todo el dia, y no quisiste levantarte para almorzar, creo que un helado no te sentara mal — con una sonrisa la joven se bajó del auto para casi correr a la heladería — Espera…

Ella levantó la mirada a esa campanita que sonaba cuando un cliente abría la puerta, camino hasta el mostrador para señalar su orden, pero en vez de llevarse una bienvenida solo se encontró con la mirada sorprendida de los empleados.

— Señorita Dumont — parpadeo unas cuantas veces al ver como los empleados parecían tener miedo — En….¿Que helado de sabor? Quiero decir que saber de helado, sabor, sabor de helado.

Con una sonrisa comenzó a señalar los sabores de helado, de su cartera saco el dinero para colocarlo sobre el mostrador. La puerta se abrió dejando ver a Marcelo quien saco su billetera para pagar los helados, pero al ver el dinero sobre el mostrador se detuvo.

— ¿Quieres alguna otra cosa? — Lucciana negó entregándole un helado — Muchas gracias.

Los presentes se quedaron viendo a Lucciana sorprendidos, pensando que se trataba de Laura, quien era conocida por ser la perfecta hija que acompañaba a todas las fiestas y reuniones a su padre. Siempre fue vista acompañada de hombres muy influyentes y ricos, por eso de la sorpresa de los empleados al encontrarla con un chico bastante sencillo como Marcelo.

Con una sonrisa Lucciana señalo hacia el parque deseando sumergir sus manos en la fuente, no espero Marcelo solo corrió hacia la fuente.

— Tienes que tener mucho cuidado, Lucciana — él comenzó a darse cuenta como la joven estaba llamando la atención de las personas que iban de paso — Creo que será mejor regresar al auto, algunas personas comienzan a quedarse viéndote.

*LS:¿Podemos caminar un poco? — nuevamente Marcelo inclino un poco su cabeza.

— Sabes que no entiendo lo que quieres decirme — Lucciana hizo una señal con sus dedos de piecitos caminando — Caminar, ¿quieres caminar? — la joven asintió — Tengo que llevarte a casa de tus padre.

La joven solo levantó los hombros para quitarle importancia para comenzar a caminar alejándose de Marcelo.

Mientras tanto muy cerca del lugar en una tienda de caballeros, el señor Brenatt se encontraba probándose algunos trajes. Ninguno de los trajes terminaron de convencerlo, asi que solo agradeció por la atención y continuo con su búsqueda.

Al caminar por la acera en busca de una nueva tienda de caballeros, algo del otro lado de la calle, justo en el comienzo de un parque donde habia una fuente, alguien llamo su atención. La silueta de una jovencita igual a la que conoció en el avión comenzó a alejarme mientras un hombre la acompañaba.

Volvió su mirada hacia adelante sin darle importancia, recordar ese momento de vulnerabilidad solo hizo que se sintiera apenado, era un secreto para todos que el señor Brenatt tenía miedo a los aviones, pero desde que cumplió la mayoría de edad habia tenido que obligarse a viajar para mantener a raya los negocios familiares.

♥♥-...-♥♥

Cuando Marcelo y Lucciana llegaron a la entrada de esos condominios privados, la joven solo negó tratando de explicar que ese lugar no era la dirección correcta. No tenia conocimiento que su familia se había mudado de esa vieja casa en la que creció, y que ahora vivían en ese lugar.

— Tu familia se mudó a este lugar hace algunos años — la joven se quedó viéndolo — Es un poco lejos, pero la seguridad es muy buena, por lo que escuche, solo personas importantes pueden vivir en este lugar.

*LS:Muchas gracias por traerme hasta aquí — la joven saco dinero de su cartera — Toma.

— No, no — Marcelo llevo su mirada hacia otro lado — No puedo aceptar eso.

Volvió a poner el auto en marcha para tratar de acercarse a la entrada que se encontraba custodiada, pero al siquiera acercarse dos guardias los detuvieron. Uno de los hombres comenzó a rodear el auto mientras que el segundo se acercaba haciendo una señal para que bajara la ventanilla.

— Hola, buenas tardes — Marcelo, contesto — Vengo a dejar a la señorita en la casa de sus padres.

— Por la seguridad de los habitantes del lugar no puede ingresar con su vehículo — el guardia se acercó un poco reconociendo a rostro de Lucciana, pero pensando que se trataba de Laura — Señorita Dumont lamento las molestias, pero conoce las reglas del lugar.

— No pienso quedarme mucho tiempo, por favor, señor — el mecánico volvió a insistir — No puede dejar que la señorita camine hasta la casa de sus padres.

— Un familiar puede salir a buscarla, pero me temo que no puede ingresar con este vehículo — Marcelo bajo del auto esperando poder acompañar a Lucciana a pie — También me temo que usted no puede ingresar, ya que no aparece en la lista de invitados frecuentes.

— ¿Qué? — menciono un poco confundido — Solo quiero acompañar a la jovencita, tiene una maleta muy pesada…

— Yo no hago las reglas, señor — el guardia hizo una señal a su compañero — Nuestro deber es mantener la seguridad de nuestros habitantes.

— ¿Piensa que voy a robar? — ambos guardias se quedaron viendo a Marcelo — Creo que se equivocan de persona, aquí los únicos ladrones son los políticos que se encuentran viviendo del otro lado.

Lucciana se quedó viendo a Marcelo un poco avergonzada por la discriminación que estaba recibiendo por su culpa. Tratando de calmarlo sujeto su mano, no quería que esa discusión continuara.




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