Gen

1

Mi respiración me ensordecía, aunque el aire que entraba y salía por mis pulmones lo hacía sin dificultad, aun así sentía una pesada opresión en el pecho. No podía abrir los ojos, quería hacerlo, pero requería un esfuerzo del que no era capaz; fue entonces cuando me volví a dormir sin poder evitarlo.

Soñé con mi hermana pequeña, Eloise. Tenía el rostro enrojecido por el llanto y clavaba en mí su dulce mirada de color avellana, en sus ojos asomaba una determinación que nunca había visto antes y eso la hizo parecer mayor. Después empezó a sollozar y a temblarle la barbilla y esa valentía desapareció, volviendo su rostro aniñado de nuevo. La llamé e intenté alcanzarla, pero mi cuerpo no me obedeció. Había pena en sus ojos cuando se inclinó hacia mí, entonces alguien la alejó y vi sus rizos rubios desaparecer.

Sentía que el peso de mi pecho se había hecho mayor, tenía un nudo tan apretado en mi interior que no sabía cómo llegar a deshacerlo. Por eso supe que no era un sueño, era un recuerdo.

Oí voces desconocidas alrededor, murmurando. Decían algo así como que tendrían que esperar y estudiar. Quise moverme, pero escuché una suave voz cerca que me detuvo, diciéndome:

—Descansa, todavía no es el momento. —Y me envolví en la inconsciencia de nuevo, arrullada en esa dulce voz.

Desperté sin saber el tiempo que había pasado. Notaba el peso de mi cuerpo sobre el colchón, abrí los ojos y observé la luz tenue de un color extraño con un brillo antinatural que procedía de una bombilla, situada en el marco superior de la puerta. No había ninguna ventana, eso hacía que me sintiera aún más desorientada, no sabía si era de día o de noche, pero lo que sí supe con certeza era que no me encontraba en la cama de un hospital.

Sentía mis extremidades flexibles y, al incorporarme, me di cuenta de que estaba en una pequeña habitación, sola, rodeada de cuencos que contenían agua de colores brillantes. Desprendían unos hilos de humo que no olían ni quemaban, los intenté tocar y no pude, solo conseguí que los colores se mezclaran; eso me pareció realmente raro.

Me giré cuando escuché una vibración, la puerta se abrió y una mujer menuda y vieja entró. Llevaba un hábito marrón de tela gruesa, muy usada, y una capucha le cubría la cabeza. Se me acercó lo suficiente como para poder ver las profundas arrugas que le bordeaban la boca cuando me dijo:

—Estás despierta. Recuperada. Cambiando… —Después chasqueó la lengua y añadió—: Aunque tarde.

La miré sorprendida sin entender a qué se refería, intenté ponerme al día, pero no recordaba cómo había llegado hasta allí, ni entendía qué estaba pasando. Sentía un pinchazo de dolor en la cabeza cada vez que me esforzaba por recordar, y mi opresión en el pecho era constante.

—¿Dónde estoy? —le pregunté.

—En el complejo. Lugar seguro, para ti —respondió la vieja. Y antes de que le preguntara otra vez, dijo—: Llevas inconsciente dos meses, cambiando. Pero ya ha pasado. Ahora ya puedes prepararte y empezar tu entrenamiento.

Sus últimas palabras sonaron ásperas e imperativas. Miré alrededor paseando la mirada de los cuencos a la vieja, buscando una razón lógica en lo que estaba viendo. Mis pensamientos giraban desordenados ante el esfuerzo de comprender lo que estaba oyendo. Solo tenía preguntas en mi confusa mente. ¿Me he perdido dos meses? ¿Prepararme? ¿Entrenar? ¿Quién es ella? Y ¿por qué narices me manda?

Nunca había sido muy buena tratando de controlar mi genio y, en ese momento, me encontraba lo suficientemente indignada como para poder cerrar mi boca a tiempo.

—Y tú, ¿quién eres? —le pregunté desafiante, levantando mi barbilla.

Me miró y sonrió de lado, haciéndome sentir maleducada. Sin más, se dio la vuelta y se fue, como si se deslizara a través de la puerta; dejándome sola de nuevo en la habitación. Aunque no me respondió, suspiré aliviada de que se fuera, algo en esa mujer me daba repelús.

Me sentía bien pero algo diferente. Aparté la manta y miré debajo de ella.

¡Guau! Mi cuerpo realmente había cambiado, debajo de lo que parecía un mono de malla blanca de una pieza. Lo observé.

Era esbelto, delgado y con curvas: femenino. Mis piernas eran más largas de lo que recordaba. Mis manos rodearon mi vientre plano. Atisbé a través de la malla mis pechos. Estaba maravillada, era… ¡perfecto! Siempre había tenido un cuerpecito de niña, enfermo, flacucho y poco desarrollado para mis diecinueve años. Me preguntaba qué había pasado. Todavía estaba asombrada cuando noté que alguien más había entrado en la habitación.

—Hola, Ari, soy Lena; estoy aquí para ayudarte.

La miré sin que mi rostro revelase nada, sin responder. Pero reconocí esa voz suave que me había hablado antes.

Llevaba puesta una túnica marrón ribeteada de azul oscuro; parecía un poco grande para su talla menuda. Tenía el cabello castaño, largo y liso. Me observaba con sus ojos grandes y marrones. Se me acercó sigilosamente, con el semblante amable y de rasgos finos. Recogiendo sus manos delante, donde entrelazó los dedos, bajó la vista, por un momento, y me pareció que dudaba, después me devolvió la mirada y suspiró antes de hablar:

—Sé que todo esto es muy confuso para ti. Tu cuerpo ha cambiado como debería haberlo hecho hace tiempo. Ya has mutado.

—¡¿Mutado?! ¡¿Qué quiere decir?! ¡¿Qué me han hecho?!

No pude evitar decirlo a gritos. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y un ardor en mi cara que enrojecía de indignación. ¿Es que me había convertido en una especie de monstruo?

—Cálmate. Ahora eres como debías ser a tu edad. Se retardó durante años, solo eso.

Su voz suave consiguió aplacarme, aun así, mi ceja se arqueó, demasiado tarde para evitarlo, recordé que mi madre me insistía en que ese gesto no era apropiado, pero eso hizo sonreír a Lena. Tenía una bonita sonrisa.

—Me recuerdas a tu madre, Marta; a ella también se le escapaba la ceja cuando se irritaba.



#2403 en Ciencia ficción
#6025 en Joven Adulto

En el texto hay: juvenil

Editado: 27.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.