CAPITULO 1

Confesiones

Kaia

No puedo decir que mi vida haya sido un camino duro, tampoco he tenido grandes problemas a lo largo de los años por los que preocuparme, mas bien mi vida siempre ha sido algo corriente y sin mucha gracia, emoción o aventuras.

Así era mi vida, hasta hace unos meses atrás, seis meses para ser mas exactos. Todo paso de manera sigilosa, lenta, tanto que cuando me di cuenta ya estaba tan hundida y perdida en las sensaciones que no creía poder salir de ello.

Hace seis meses que ya no soy yo misma, nada ocurrió, no hubo ningún evento que provocara este cambio, pero heme aquí, luchando cada día por sentirme viva, intentando eliminar esta opresión que siento en el pecho veinticuatro horas, siete días a la semana.

Cuando todo esto empezó, pensaba que seguramente tenía una época tonta, es decir, ¿Quién no tiene un bajón de vez en cuando?, y que equivocada estaba, cada vez la opresión en mi pecho era peor, la sensación de soledad a pesar de tener gente que me quería a mi alrededor incrementaba exponencialmente con cada día que pasaba.

Ha llegado un punto en el que solo me muevo por inercia, sigo con mi vida, como si nada pasara, de hecho, nadie a mi alrededor es consciente de lo que realmente ha ocurrido conmigo en estos meses.

Ni si quiera yo misma se cómo explicar esto que siento, siempre me acompaña una gran opresión en el pecho y me siento tan sola... A veces me reprendo, me riño, mientras otras personas tienen problemas reales, problemas por los que realmente lamentarse, yo estoy aquí quejándome, y ni si quiera puedo explicar que es lo que me pasa. Es tan absurdo que me enfada conmigo misma y me hace sentir peor.

De tanto lamentarme ni me he presentado, mi nombre es Kaia, actualmente estoy a punto de terminar mi tercer año de carrera con veinte años y si os digo la verdad no tengo mucho más que contar.

Amigos no tengo muchos y tampoco tengo la suficiente confianza con ninguno de ellos para llamarlos mejores amigos, solo son compañeros de clase con los que paso el rato de vez en cuando, salimos a tomar algo y poco más.

En mi casa las cosas van bien, soy hija única, mis padres me quieren y somos una familia estable, a pesar de ello no puedo evitar sentirme como me siento.

Después de darle muchas vueltas a todo este asunto he decidido que tengo que hacer algo, no quiero pasar mas tiempo así, es por ello que he decidido hacer mi cuarto año de carrera en otro país.

(...)

Ya eran las dos de la tarde, acaban de finalizar las clases por el día de hoy y estoy agotada, esta ultima semana esta siendo un caos con los exámenes finales a la vuelta de la esquina.

Me despido de mis compañeros y me dirijo a mi coche para ir hacia mi casa, de camino, un montón de pensamientos me abarcan, había decidido que hoy al llegar a casa les contraria sobre el viaje a mis padres, pero ahora me carcomen los nervios y no estoy tan segura de ello.

No se como se lo van a tomar, nunca he hecho algo como esto, irme tan lejos y tanto tiempo es algo nuevo para mí, no lo voy a negar, tengo miedo de que al llegar allí las cosas no vayan como espero.

Sin embargo, sé que debo seguir a delante con mi decisión, les guste o no tendrán que aceptarlo porque ya soy mayor para tomar mis propias decisiones, necesito este cambio de aires tanto como necesito el aire que respiro.

Aparco el coche en la entrada de casa y antes de bajar respiro hondo preparándome para lo que se me viene encima, al entrar a casa el olor de la lasaña me golpea y es que es mi comida favorita —Esto va a ser más difícil de lo que pensaba. ­—

Dejo la mochila en la entrada y me dirijo a la cocina a saludar a mama y me la encuentro sacando la lasaña del horno.

—Hola mama ¿cómo estás? ¿Qué tal te fue en el trabajo? —Le pregunto, a la vez que le doy un beso en la mejilla.

—Hola hija, todo bien, aunque con la nueva campaña que vamos a lanzar estamos que no damos abasto, ¿Cómo te fue en la uni? Con los exámenes finales debes estar hasta el cuello de trabajo.

—Si mama últimamente no paro, pero ya no queda nada para terminar, estoy deseando que llegue ese momento porque estoy agorada—empiezo a poner la mesa para empezar a comer y me doy cuenta de un pequeño detalle—Oye mama, ¿dónde esta papa?, pensaba que venía a comer.

—Oh si, no tarda en llegar, me llamo hace un rato para avisarme que llegaría un poco mas tarde porque hubo un accidente y hay un atasco monumental, no creo que tarde mucho en llegar—Dice mientras coloca la lasaña en los platos.

A medida que voy poniendo la mesa me voy poniendo cada vez mas nerviosa, no se como soltarles la noticia y se que me van a armar un escándalo.

Pasados diez minutos mi padre entra por la puerta con la seriedad que lo caracteriza, sin embargo, cuando nos ve a mi y a mama se le escapa una pequeña sonrisa, por mas frio que sea en la calle, en casa con nosotras es un amor.

—Hola papa te estábamos esperando pasa comer—Le digo dándole un abrazo.

—Hola pequeña, ya sé que echabas de menos a tu padre, ¿cómo ha ido el día? —Dice en un tono burlesco y cariñoso.

—Bien, un poco ajetreado con la llegada de los finales, pero todo bien.

—Basta de hablar y sentémonos a comer que me estoy muriendo de hambre—Dice mi madre mientras le da un pequeño beso a mi padre para después sentarse en la mesa.

La comida se pasa entre charlas banales, risas y bromas, definitivamente esta es una de las cosas que mas voy a echar de menos, por un momento me hundo en mis pensamientos, recordando todos los momentos bonitos que he pasado con mis padres y los ojos se me llenan de lágrimas.

Se que estoy siendo dramática pero no puedo evitar pensar que allí estaré sola y temo que esto que siento vaya a peor en vez de mejorar. Estoy tan perdida en mis pensamientos que no me doy cuenta de que mis padres han dejado de reír y me están mirando serios hasta que mi padre carraspea.