CAPITULO 6

Cabaña

Kaia

El resto de la jornada la pasé entre clase y clase, y aproveché para conocer un poco más a los chicos ya que teníamos algunas clases en común, sin embargo, en todo ese rato no he podido sacar de mi cabeza la conversación que tuvimos en la comida y cuanto más lo pienso, más sospechas crecen en torno a ese chico y al aura de misterio que envuelve este pueblo.

De camino a casa me convenzo a mí misma de que aquí hay algo raro, este pueblo, ese chico, la señora Johnson, la casa, los asesinatos y desapariciones... hay algo que no cuadra y a medida que voy caminando mi cuerpo se va llenando de determinación, ignorando los miedos que intentan salir a flote, dispuesta a averiguar cuál es el enigma que envuelve a este lugar y a su gente.

—¡Hola, ya estoy en casa señora Johnson! —Anuncio mi llegada mientras cierro la puerta detrás de mí. —¿Señora Johnson? —Pregunto al no obtener respuesta, extrañada de no encontrarla por aquí.

Recorro la planta baja buscando a la señora Johnson y no la encuentro por ningún lado, repito la acción subiendo las escaleras y busco también en el jardín, pero no tengo éxito. Vuelvo hacia adentro frustrada, preguntándome donde habrá ido y por un momento me preocupo ya que ella no suele salir de casa más allá del jardín.

En ese instante un bombillo se enciende en mi cabeza al darme cuenta de que tengo vía libre para husmear por la casa y sobre todo averiguar que hay en el sótano ya que algo me dice que ahí hay gato encerrado. << Más tarde me encargo de buscar a la señora Johnson >>.

Me apresuro al pasillo en el que se encuentra la puerta del sótano pensando con que puedo abrir las cerraduras. Me aproximo y sujeto entre mis dedos el candado que impide abrir las cadenas, examinándolo minuciosamente. Tras pensar unos segundos llevo una mano a mi cabello quitando una horquilla que me puse esta mañana para apartarme el pelo de la cara.

La meto en la cerradura del candado intentando abrirlo, forcejeo con él durante un rato sin conseguir nada y me separo frustrada de la puerta dejando caer la horquilla al suelo sin darme cuenta. Me quedo quieta observando la puerta frente a mí, con las manos posadas en mi cintura, preguntándome que tanto puede esconder una señora mayor que, aparentemente, no tiene familia y vive sola en medio del bosque.

Un ruido, muy similar al de la otra noche, que proviene desde el exterior de la casa, me saca de mis pensamientos poniéndome alerta. Agudizo el oído intentando escuchar algo más y detecto el sonido de unos pasos que parecen venir del jardín.

Dándole la espalda a la puerta camino lentamente por el pasillo hasta que diviso un jarrón de cerámica situado en una mesita que se encuentra pegada a la pared del pasillo. Lo tomo con las dos manos alzándolo sobre mi hombro por si tengo que actuar rápido.

Cuando estoy a punto de salir del pasillo hacia el descansillo que conecta el salón y la cocina con las escaleras que suben al piso superior, escucho como alguien sube las escaleras del porche trasero provocando un desagradable crujido en la madera.

—¿Hola? —Cuestiono sin obtener respuesta. —Señora Johnson ¿es usted? —Nadie contesta y con los nervios a flor de piel y las pulsaciones a mil presiono la espalda contra la pared al escuchar como se abre lentamente la puerta del patio.

A este punto ya se han formado mil y una teorías y escenarios horribles en mi cabeza que van desde un robo con fuerza hasta otros en los que termino desangrándome en el piso. Decido dejar la cobardía a un lado de una vez por todas y, agarrando con fuerza el jarrón, lo levanto sobre mi hombro derecho a la vez que salgo rápidamente de mi escondite para hacerle frente a quien quiera que esté entrando sin consentimiento cuando...

—¡Ah! —Gritamos la señora Johnson y yo a la vez

—¡Pero niña! ¿¡Que te pasa!? ¿¡Acaso estás loca!? —Dice mientras lleva la mano a su pecho intentando calmar su respiración. —¿Qué haces con eso en la mano? — Pregunta, primero mirando mis manos y luego echándome una mirada en general, extrañada.

—Hay señora Johnson mil disculpas, no quería asustarla. —Comento apenada mirando hacia el suelo y bajando el jarrón. —Le pido perdón, en serio, es que escuché sonidos raros y pregunté si era usted, pero como nadie contestó supuse que era alguien intentando entrar a robar.

Me siento tan afligida por haberla asustado de esa manera, que no soy capaz de levantar la mirada por unos minutos los cuales paso estrujando el jarrón que aun sostengo. Al no escuchar nada por parte de la señora Johnson durante esos minutos, levanto la mirada lentamente y cuando poso mis ojos sobre su rostro veo que presiona sus labios juntos intentando contener una carcajada.

La observo, atónita, sin entender aún cual es el motivo de gracia ya que casi la mato del susto. Ya no puede contenerse más y de un momento a otro suelta una gran carcajada que se vuelve contagiosa, al final acabo sujetándome la barriga a causa de la risa y acabamos las dos sentadas en el sillón riéndonos de la situación.

Charlamos durante un rato hasta que recuerdo que me propuse salir a recorrer el bosque en busca de pistas y me le escabullo poniéndole una excusa.

Subo a mi cuarto y me apresuro al armario con la intención de buscar un cambio de ropa para salir lo antes posible ya que no quiero que me agarre la noche fuera de casa.

—Quiero encontrar respuestas, pero no me gustaría morir la primera noche. —Susurro para mí misma con un tono irónico y burlesco para intentar camuflar la chispa de miedo que intenta hacerse paso en mi interior.

Me decido por una sudadera con capucha, unos vaqueros y unas deportivas, todo de color negro para pasar desapercibida. Guardo mi celular en el bolsillo trasero de mis vaqueros y me precipito escaleras abajo. Estoy a punto de llegar a la puerta de salida cuando la señora Johnson pregunta a mi espalda: