Golpe de Suerte

Capítulo O7.

Vincent

—¿Te encuentras bien? —pregunté, sosteniendo un bote de palomitas recién compradas en las afueras del pequeño estadio de la preparatoria—. Lamento si nuestra invitación fue muy repentina.

Me sentía torpe.

Mientras avanzaba hacia aquí, repasaba mentalmente una y otra vez lo que debía decir. Habían pasado tantos años desde la última vez que tuve una cita.

¿Esto era realmente una cita?

Olivia negó con un esbozo de sonrisa.

—Hoy es mi día libre, y no tenía nada planeado —dijo—. Además, muchas gracias por los libros, no era necesario que gastaras tanto dinero en eso.

—No te preocupes —dije, entregándole su bote de palomitas—. Le agradaste mucho a Remy, y bueno, ya que tus libros llegaron esta mañana a la tienda, se me ocurrió que podría entregártelos antes de venir aquí, entonces a Remy le pareció una buena idea el invitarte a su juego.

—Oooh, ¡él es adorable! —exclamó, mientras ambos lo observábamos sentado en el banquillo, esperando su turno para lanzar.

Sonreí abiertamente ante eso.

—El béisbol lo ha ayudado a adaptarse a esta nueva ciudad —dije. Olivia me miró atentamente—. Ha pasado un año desde que nos mudamos.

Ella asintió, para posteriormente llevar una palomita de maíz a su boca y sonreír.

—Supongo que vienes de Estados Unidos, tu acento te delata —dijo ella con seguridad.

—Sí, tienes razón. Venimos de muy lejos.

—¿Puedo preguntar por qué? —inquirió.

Suspiré profundo e intenté organizar mis ideas.

Había tantas cosas que no podía contarle, ya que rozaban lo ilegal. Por ejemplo, el hecho de que le pagué un millón de dólares a Maura, la madre de Remy, para que me dejara llevarme a su hijo lejos de su negligente cuidado.

Ella aceptó gustosa el dinero. O, que hice un trato con el líder de una mafia japonesa para que desbancara la compañía de mi padre, y así huir con una tajada de todo ese dinero para comenzar una nueva vida lejos de mi pasado de mierda.

O, quizás, no sería agradable para ella escuchar que estuve casado durante cinco años e hice que la vida de mi esposa fuera miserable porque creía que ella había sobornado a mi familia para que me casara con ella, y mi amante, la mujer que utilicé para vengarme de mi esposa, quedó embarazada y pretendía hacerme creer que yo era el padre de su hijo, pero en realidad, ella se acostó con su jefe y solo fingió que ese bebé era mío para amarrarme en una relación, solo para enterarme nueve meses después que yo, en efecto, era un hombre estéril que jamás podría tener hijos.

Tal vez algún día tendría el valor de contarle a alguien todas esas historias que marcaron un antes y un después en mi vida.

—La madre de Remy… lo abandonó. —Esa fue la respuesta que decidí darle. Sé que no estoy siendo del todo honesto con ella, pero… realmente quiero comenzar una nueva vida. No puedo decirle la verdad, es una historia muy extraña como para contarla en una primera cita—. Quise alejarlo de esa realidad.

La expresión de Olivia se entristeció apenas pronuncié esas palabras. Su rostro se tornó serio. Incluso la vi tragar duro.

—Eso… eso es cruel —suspiró—. No conozco sus motivos, no sé por qué haría algo así… pero de algo si estoy segura, y es que una madre jamás debería abandonar a su hijo.

Sus ojos, tan llenos de vida momentos antes, comenzaron a humedecerse lentamente, y luego las lágrimas comenzaron a caer, una tras otra, mientras ella luchaba por ocultar su pesar. Con movimientos torpes, intentó limpiar su rostro, pero su vergüenza era palpable.

Sin dudarlo, me aproximé a ella y con suavidad, sequé las lágrimas que surcaban su mejilla con el dorso de mi mano. Por un instante, pareció congelarse ante mi inesperado gesto, así que retiré la mano rápidamente y esbocé una sonrisa tímida.

—Lo siento —dije.

Olivia negó.

—No, no te preocupes, está bien —rio por lo bajo, tratando de minimizar la tristeza que emergió repentinamente de algún rincón de su mente y corazón—. Es solo que… puedo comprender tu situación. Mi padre nos abandonó a mí y a mamá cuando más lo necesitábamos. ¿Recuerdas que te dije que me sometieron a dos operaciones cuando era niña?

Asentí.

—Sí, yo… superé un cáncer que por poco acaba conmigo —ella respiró profundo, antes de continuar—. Todo fue muy caótico… pasé alrededor de dos años viviendo en un hospital, mis padres lo perdieron prácticamente todo, y papá, un día, simplemente tomó sus maletas y se marchó. Tenía solo cinco años cuando eso pasó, así que no tengo ni la menor idea de por qué hizo lo que hizo…

Tragué con fuerza. Me quedé congelado ante aquel pequeño fragmento de una historia tan personal para ella.

—Lamento que tuvieras que pasar por todo eso siendo tan pequeña —dije sinceramente. Parpadeé con fuerza para evitar que mis ojos se humedeciesen.

Olivia sonrió en señal de agradecimiento.

—Está bien… fue hace mucho tiempo, y en parte, vivir todo eso me convirtió en quien soy hoy en día —ella parecía recuperar una vez más su buen ánimo—. Admiraba a todo el personal médico que cuidó de mí durante ese tiempo. En especial, la especialista en oncología que trató mi caso. Ella era una suerte de super heroína ante mis ojos.

Olivia rio por lo bajo.

—Desde entonces mi sueño fue estudiar medicina.

La admiré profundamente conmovido. Ella no hacía más que volverse más y más interesante.

—¡A Remy le toca tirar! —me levanté de mi asiento, apenas lo vi abandonando el banquillo.

Mientras Remy se encaminaba hacia su posición con la pelota, noté que la mayoría de los padres presentes parecían más concentrados en sus conversaciones o en sus teléfonos celulares que en el partido de béisbol infantil que se desarrollaba ante nosotros.

Decidí bajar por las gradas, seguido de cerca por Olivia, y me acerqué al enrejado para observar con más atención.

Entonces, cuando Remy se preparó para lanzar, no pude contener mi emoción. Grité su nombre entre palabras de aliento y apoyo, tratando de animarlo lo mejor posible.




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