Gran Diosa - Hermosa Curvilínea.

Capítulo 9: La Gran verdad.

Retorna Lorna a la mansión con mucho entusiasmo junto con su esposo para saludar a su familia. Por decisión unánime, han decidido vivir lejos de la mansión Martell, para sí evitar posibles roces con Almudena, quien es de armas tomar.

—Señorita Lorna, que bueno verla—la saluda Martha una de las empleadas, con cortesía.

—Qué bueno verte Martha, ¿dónde está papá?

—Está en su despacho, con tu madre.

—Amor, yo voy a ver a Austin, está en la alberca—menciona Gael, dándole un beso en la mejilla.

—Está bien, cariño.

Sube Lorna hasta el despacho con mucha emoción, sin embargo, para su mala suerte; escucha sin querer toda la discusión que sostienen sus padres, donde ella es la protagonista de la disputa. Se oculta grácilmente para escuchar y su madre, expone con rabia:

—Me he pasado toda la vida aguantando a tu hija, y tus humillaciones.

—¿Cuáles humillaciones? Por Dios, Almudena. Mejor que yo, nadie te ha tratado.

—No te hagas el desentendido, que bien me mentiste y me pudiste el cuerno, con Laura—se hace la ofendida con la intención de fastidiar.

—Vas a seguir con lo mismo, ya pasa la página.

—Eso nunca, de ese desliz nació Lorna, por eso no la soporto. Es idéntica a su madre, es como ver tu traición a diario.

—Con mi hija no te metas, te lo he dicho hasta el cansancio—se asombra Lorna, no creyendo lo que acaba de oír, velozmente irrumpe de manera abrupta en despacho:

—¿Qué dice esta mujer, papá?

—¡Lorna!

—¿Cuánto tiempo llevas allí? —pregunta Almudena, en el fondo siente alivio.

—El suficiente para saber toda verdad, esta mujer no es mi madre. Cómo pudiste papá, como permitiste que creciera al lado de esta mala mujer, que lo único que ha hecho es humillarme y burlarse por mis kilos demás. Esto no te lo perdono, papá—se ofende Lorna y sale corriendo.

—Lorna hija espera, por favor—suplica su padre, de pronto sostiene su pecho, con dolor y angustia.

—Deja el drama, seguro no tienes nada. Yo me voy, menos mal que tu hijita se enteró de todo, así no tendré que aparentar ser la madre de esa gorda—señala Almudena con descaro y se larga con la excusa, para ver a su amante.

—Lorna—musita Marcus en voz baja, muy intranquilo. Velozmente llega Candice y percibe su malestar:

—¡Oh por Dios, Marcus! Déjame llamar a una ambulancia.

—Mi hija Candice, se ha enterado de la verdad de su origen, ya sabe que no es hija de Almudena.

—Rayos, voy a llamar de inmediato a una ambulancia—insiste Candice en auxiliarlo.

En la sala, Gael y Austin notan a Lorna muy conmovida y rápidamente se le acercan:

—¿Qué pasa, Lorna? —pregunta Austin.

—Me enteré de algo horrible, Austin. Almudena no es mi madre.

—Tranquila, yo me enteré hace poco.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—Lo siento, no me correspondía a mi decírtelo, lamento tanto lo sucedió, hermana.

—¡Austin! —exclama Lorna sollozando y se aferra, a los brazos de su hermano para hallar consuelo, Gael por su parte queda impacto con la noticia.

Velozmente llega Almudena a la sala, estaba lista para irse. Lorna la encara con rabia y le echa en cara sus verdades:

—Con razón tanto odio de tu parte, claro no era tu hija ¿Cómo pudiste hacerme tanto daño?

—Deja el drama, ahora que sabes la verdad, no tengo porque que fingir.

—Nunca fingiste, siempre te mostraste soberbia y antipática conmigo, que culpa tenía yo del desliz de mi padre.

—Como sea, me voy.

—Mamá por Dios, ¿no tienes sangre en las venas?

—Tú también, Austin.

—Eres increíble mamá, mejor vete y no vuelvas.

—Esta es mi casa y de aquí se sacarán en un ataúd. Adiós, bola de malagradecidos—sale sin importarle la situación.

—Esto no puede ser, porque a mí—se queja Lorna de su desgracia.

—Cálmate cariño, juntos saldremos adelante—se interpone Gael y la toma entre sus brazos.

—Qué bueno estás con mi hermana, ahora no solo eres mi mejor amigo, sino mi cuñado—se muestra Austin más sereno.

—Pensé que nuestra amistad, podría quedar sin efecto, cuando te contara mis sentimientos por Lorna.

—No te voy a mentir, para mí fue algo incómodo éste repentino matrimonio, pero Cloe tiene razón su amor es diferente.

—Asimismo, sigue siendo amor.

Prontamente ingresan unos paramédicos a la mansión, Candice los había llamado.

—¿Qué hace una ambulancia aquí? —se asusta Austin, presintiendo que algo le paso a su padre.

—Austin, Lorna, su padre se desmayó y se puso mal—responde Candice.

—¿Qué?

—¡Papá! —corren todos al despacho.

Llegan los paramédicos e internan a Marcus en la ambulancia, Austin sube junto con él y Lorna, Candice y Gael se van en el auto hasta la clínica.

*****

Minutos más tarde…

Hotel Lutter Nueva York.

De lo más campantes se hallan Almudena y su joven amante Jerry, está como ni nada hubiera pasado:

—Eso que me cuentas cariño, es terrible. No eres la madre de Lorna. Vaya, con razón la odiabas tanto.

—Ya no tengo que fingir, ser la madre abnegada de una joven, con complejos con ella. Y de paso obesa.

—Tampoco es que Lorna es tan gorda, solo tiene unas curvas peligrosas. Ja, ja, ja—se carcajea Jerry con cinismo.

—¿Qué te pasa? Cierra la boca, no me digas que te parece atractiva una mujer así.

—¿Te soy sincero?

—Habla.

—Pues sí, no esta tan mal. Mi hermano eligió muy bien, a parte tiene una cara preciosa, con esos lindos verdes y ese pelo rubio—alaba enseguida, los encantos de Lorna y Almudena se enfurece.

—Eres un imbécil.

—Serénate querida, sabes que peco por sincero y me dijiste que hablará.

—Me provoca matarte.

—Y mí me provoca, que tengamos un duelo a muerte—advierte Jerry con gran fascinación.




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