Granitos de amor

Capítulo II

-¿Vas a seguir con ese capricho? Esto se trata de tu educación, de tu futuro.

Le hablaba muy molesta a su hijo, que reclinado en el sillón no le prestaba mayor atención.

- Mamá, ya basta, ya te lo dije, no pienso irme del país, no pienso mudarme, voy a estudiar aquí, punto. Bastante te he complacido con aceptar estudiar la carrera que elegiste para mí. En esto simplemente no voy a acceder.

- SEBASTIAN

Grito un tanto alterada por la terquedad de su hijo.

-¿Queeé? No hay poder humano que me haga cambiar de opinión, así que solo acéptalo.

- Pues vamos a ver quién termina por hacer su voluntad. Dijo antes de salir de la habitación de su hijo, con prisa se dirigió al despacho de su esposo que hace unos escasos minutos había llegado. Frustrada y estresada por el comportamiento de su hijo se paró frente a su esposo.

- Tienes que hablar con Sebastián, está empecinado en estudiar y quedarse aquí.

El hombre leía un periódico con mucha atención que casi no pudo notar su presencia.

- Arturo, estoy cansada de esto, haz algo con tu hijo.

Con el tono de voz fuerte y un tanto alterada exigía que su esposo dejara a un lado lo que leía y le prestará atención.

Bajo con desgano el periódico, la mirada pesada de ese hombre se fijó sobre ella.

- DEJA A TU HIJO EN PAZ, DEJA QUE HAGA DE SU VIDA LO QUE LE PLAZCA.

Grito con hartazgo que hasta los empleados en la cocina escucharon.

- ¡Ya es mayor de edad!

Golpeó con fuerza el periódico contra la mesa y salió de ahí enfurecido.

Quedó sola, con una rabia contenida y la mirada perdida. Su matrimonio auguro fracaso desde el principio, aún así ella se aferró a él. La habían preparado desde muy pequeña para ser la esposa de un hombre de su mismo estatus social, que nunca se negó ni se opuso cuando fue comprometida con el hijo de una de las familias más poderosas del país.

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- Sebas, oye, cuéntame ¿A qué universidad prestigiosa van a mandarte? ¿Vas a Europa o te quedas en América? Eso no importa, sabes los monumentos que te vas a topar por allá, todas hijas de familias muy poderosas y mujeres muy hermosas.

- Me quedo en América.

Respondió mientras tomaba un sorbo de su bebida, para proseguir jugando en la play con Rodrigo.

-¡Buena brooo! las norteaméricanas son bellísimas. No me digas aún el nombre de la universidad, solo dime en qué Estado está, te aseguro que adivino.

Le pregunto con entusiasmo Rodrigo, el mejor amigo de Sebastián desde que eran pequeños.

- Te dije que me quedaba en América pero nunca dije que iba a estudiar a los Estados Unidos, me quedo aquí, voy a estudiar en la mejor universidad de este país.

Rodrigo dejó caer el control con el que jugaba, sorprendido por lo que había dicho Sebastián.

- ¿Es broma cierto?

- No, te aseguro que no lo es.

Respondio Sebastián muy convencido.

-Sebas ¿Hablas en serio? Sabes cuánto le he rogado a mamá que me quite el castigó y no me deje aquí, no quiero quedarme a estudiar aquí la universidad, o sea el Villarreal es extraordinario, está en el ranking de las mejores universidades latinas, pero nada comparado con las universidades de Europa o de los United States of América, ¿estás loco, perdiste la razón? Si eso debe ser.

Y se reía en forma sarcástica.

- Estoy haciendo esto para fastidiar a mamá, me harté de que siempre quiera controlar mi vida, fui claro con ella, si no me dejaba seguir primero mis sueños entonces para ella controlarme le sería muy difícil. Intente evitar prepararme para manejar la empresa de papá, porque simplemente no nací para encerrarme en una oficina hasta hacerme viejo, eso no es para mí.

- Lo siento amigo, pero eso es casi imposible, estamos destinados a seguir con el legado de nuestros padres, nacimos para dirigir grandes empresas y hacerlos crecer aún más. Trato de convencerlo Rodrigo.

- Me preguntó cómo estara pasándola tu madre después de que te negaras a sus deseos.




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