Primera Cita:
Más emocionada que de costumbre, Madelaine se encontraba sentada en el borde de su cama, mirando el reloj en la pared con desesperación.
No sabe desde cuando ni porque está tan ansiosa de que el reloj marque la una en punto para ir al parque Soothwored. Tal vez se sentía emocionada de conocer a ese chico que con solo una mirada logró acelerarle el corazón, el chico que, a pesar de no conocerlo, la hace ponerse nerviosa tan solo sonriendo.
El momento esperado llegó y el reloj marcó la hora, Cole la había citado para la una y media pero ella no estaba dispuesta a llegar tarde. No con él.
Fue caminando hasta el parque porque realmente no estaba lejos de casa, llevaba puestos unos vaqueros oscuros un poco anchos, una blusa corta, de color azul y tirantes, ajustada a su torso, y unos convers del mismo color de la blusa. Su cabello suelto que la hacia lucir re linda ya que le llegaba a la cintura.
Y entonces, cuando se dispuso a sentarse en unos de los bancos porque llevaba ya quince minutos de pie, lo ve. Su respiración se para por un segundo y no puedo evitar repasarlo de pies a cabeza, con un pullover azul que remarcaba sus trabajados brazos, unos jeans apretados a sus piernas de gym y unos tenis negros, su cabello perfectamente peinado.
El también la observó y sintió ese cosquilleo que había experimentado el primer día que la vió. Por la mente de ambos pasó la idea de haberse puesto de acuerdo para vestirse, y no pudieron evitar soltar una risita cuando se saludaban con un beso en la cara.
--hola Cole-- dijo ella sentándose.
--hola Made-- respondió gracioso haciéndola sonreír.
Pasaron horas, muchas horas, y ellos seguían ahí sentados. Ya se habían contado la mayor parte de sus vidas, su infancia con sus tontas caídas, su primera etapa de adolescencia con sus decepciones amorosas, sus amistades y enemistades, sus temores y alegrías, incluso sus gustos. Se sentían tan bien el uno con el otro, se sentía tan reconfortante para ambos hablar con una persona que los entendiera, llevaban tiempo de que nadie los entendiera, de que se habían ahogado en la rutina y los estudios.
Ahora estaban parados en la mediana fila para los helados, pero seguían su linda conversación como si estuvieran solos.
--¿entonces por qué se mudaron a este pueblito?-- preguntó Made casual después de que el describiera su anterior casa, y llegó el tema que tanto Cole había evitado tocar.
--mis padres, como ya te dije, son ambiciosos. Ya sabes, en este pueblo pequeño podrían hacer relucir sus riquezas por encima de los demás, parecer la familia más rica, tal vez volverse...--
un silencio incómodo abunda de repente. Cole casi cuenta todo, casi deja escapar los maliciosos o tal vez poco preparados planes de su familia. Cerró su boca rápido mirando a Madelaine con preocupación esperando que no haya escuchado esa última parte.
--¿volverse qué?--pregunta confusa mientas paga los helados y los toma en sus manos.
--no lo sé-- responde mientras caminan de regreso al banco, --volverse aún más ricos y viajar a los Estados Unidos de nuevo-- se encoge de hombros y dice, --quizá--.
Madelaine sonríe, --¿quién dice que no pueden Cole?--La vida es impredecible, ustedes lo lograrán si lo proponen como una meta--
ella, tan inocente, le aconseja para que el quite su cara de tristeza. Pero él se siente triste por el echo de mentirle, nada es verdad, nada de lo que dijo con respecto a su mudanza, pero no debe hablar de eso o terminaría en problemas.
El ocaso se acercaba, el cielo se teñía de ese naranja amarilloso tan melancólico, y Cole se arrepentía de haber comenzado esta amistad cuando, claramente, no podría terminarla sin herir a Made.
-oh Madelaine, la vida es injusta, no impredecible, quizá el día de mañana yo te haga tanto daño que no puedas soportarlo, pero quizás te haga daño y yo te querré tanto que no seré capaz de soportarme a mí mismo--.
Madelaine deja de lamer el helado y lo mira con el ceño fruncido, el observaba el hermoso cielo lamiendo suavemente su helado. Y cuando Madelaine abre su boca para hablar, un molesto carraspeo de garganta la interrumpe. Ambos miran detrás del banco y vieron al hermano de Made parado como un poste con una cara que claramente irradiaba celos, molestia y furia.
--¿qué haces con él Madelaine?-- pregunta Alejandro apretando sus puños a sus costados y tensando fuertemente su mandíbula.
Besitos del jefe de este pueblo
Jhon Ares