Gregor Anastasio Cou - Odisea de un viajero

La bomba es una amenaza.

Y un gran hongo del tamaño de una ciudad cubría el espacio

 

 

 

 

 

 

 

Otra vez en el desierto, creí que tal vez pudiera estar en una ciudad, pues puedo ver, como si fuera otro pueblo, ahora bien, no parece un pueblo más. He llegado y el barro en el suelo me hace pensar que ha habido una fuerte tormenta que posiblemente ha generado estragos. No importa, aún no amanece, y el centro del páramo comienza con sus jornadas de extensas ráfagas de calor. Comencé a caminar en círculos, pues no hallaba nada alrededor, y ese poblado está relativamente cerca, aunque no quería sorpresas de ningún tipo, iremos a paso cuidadoso, aún es de noche. Con el escaneo del sitio, mi computador comenzó a fallar. Qué extraño, si estaba funcionando bien. Algo alrededor debe estar produciendo alguna interferencia que imposibilita el uso de aquel. En cuanto quise verificar el mismo me di cuenta que estaba próximo a la entrada de esa ciudad. Una gasolinera, y un auto estilo Lincoln Continental bien antiguo. Me acerqué a él para contemplar aquella belleza. Palpé con mi mano derecha el color de sus chasis. Era impecable. Luego a fin de no generar inconvenientes por si alguien me veía, me descoloqué de mi casco. Y me dirigí a la antigua gasolinera, pude percatarme de que no había nadie. Llame en varias oportunidades, sin embargo ningún ser atendió mis palabras.

 

Al salir de allí, una luna se resplandecía como queriendo retirarse, para dar comienzo a la llegada del sol. Pensando en aquel instante, fui hasta las bombas de nafta, quería verificar algo. Y en efecto las mismas estaban vacías. Estaba abandonada. No sabía cómo situarme en espacio y tiempo. En adelante algunas casas. Recorrí el alrededor para intentar establecer contacto con alguien, aunque no había nada que pudiese darme indicios de vida, ni siquiera había animales domésticos, y pájaros que cantasen como suelen hacerlo en los comienzos del Alba.

 

- Algo no está nada bien, Gregor – me habla luego de tanto tiempo el ermitaño

 

- ¿Y tú, qué crees? – le pregunto.

 

 

 

 

- Creo que algo está por suceder, y estamos en el espacio, y tiempo justo. Estamos ubicados donde no debemos ubicarnos. A veces Gregor la suerte es una de las maneras de prueba, que se fortifican con la inteligencia de la adivinanza. Recuerda Gregor, ¿dónde estamos?

 

- No lo sé, estamos en un poblado fantasma, en medio de un desierto con una gasolinera vacía y un Lincoln, antiguo. Años cuarenta o cincuenta. No lo sé. -

 

- Verifica las pruebas Gregor. algo ocurrirá y estamos justo, en el sitio correcto. – El ermitaño tan misterioso me asustaba con sus palabras ante la desdicha de que lo que pudiera suceder.

 

¿Qué podría ocurrir? En medio de este desierto. Si tan solo funcionase el computador para verificar el registro. Habría cierta certeza de la época en la cual me encuentro, no obstante debo encontrar pruebas que certifiquen en qué lugar estamos ubicados, ¿y por qué? Si es que lo hay. El calor comienza a enardecer sucesivamente, pues pronto llegará el día. Entonces podemos saber bien que el horario es el de las 4:30 horas, un poco más, un poco menos. Para mi suerte encuentro en el suelo un periódico. Brillante ello podrá darme pistas suficientes. Al estar oscuro me ubico en un asiento de parque, y enciendo una de mis luces de la batería para intentar verificar las notas.

 

Estamos, veamos. Estamos. Si aquí dice: 15 de Julio de 1945. Diantres está por concluir la segunda guerra mundial. La historia me ha llevado a los confines de principios de siglo XX. Ahora bien las notas deben aclarar un poco más. La segunda guerra concluye con la caída de Hitler en su búnker de guerra, cuando los rusos de Joseph Stalin tomaron Berlín. Esto fue el 16 de Abril de 1945, entonces, ya había concluido la guerra con los Nazis, entonces. Bien, falta la guerra en el pacifico con el imperio Japonés.

 

- Vamos Gregor comienza a leer. No huele nada bien. – dice el ermitaño.

 

 

Albert Einstein, habla sobre los posibles movimientos del átomo. El presidente Franklin Rooselvelt conmemora el uso de la tecnología y los nuevos avances.

 

- Recuerda Gregor. que ocurrió, en esos eventos históricos.

 

 

 

 

Veamos Albert Einstein había enviado una carta al presidente sobre sus avances, y ciertos peligros. O sea. O sea la utilización indebida de isotopos como uranio 235 o plutonio 239. Luego de varios trabajos con científicos especializados. Leo Szilard fue uno de los pioneros y considero los peligros de la utilización de ello, pero no pudo disuadir y todo concluyó en el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagazaki. Un hecho terrible de la historia, pero antes, si antes hubo una prueba. El llamado proyecto Manhattan, para dar inicio a la prueba mortífera junto a la figura de otro arrepentido Oppenheimer, quien un poco más fue expulsado del despacho del presidente Harry Truman por su arrepentimiento el día que el Enola Gay lanzó las bombas.

 

- Pero antes hubo algo más Gregor. – cita el ermitaño – piensa rápido

 

- ¿Qué pudo haber sido?

 

 

Veamos bien. Había una ciudad construida como marioneta, desde cero, por un laboratorio. Era la prueba Trinity donde se detonaría la misma en un campo gigante de Nuevo México. Había llovido esa noche. Eso decían. Y luego a las 5:30 horas am el cielo veía un enorme huevo de color oscuro ¡¡Diablos!!

 

Inmediatamente lancé el periódico luego de recordar la historia el suceso. Debía correr como nunca. Sin saber cómo lograrlo, llegué al punto de la gasolinera, e intenté que el auto Lincoln funcionase, al prender el motor. Con los cable conectados en un chispeo, recogí el volante a toda prisa, el cielo estaba haciéndose ver, y aceleré como podía en dirección del otro lado de la ciudad. El espejo retrovisor veía como algo tan poderoso iba desde el sol al suelo. Al chocar con la tierra misma, el espejo se partió en mil pedazos desintegrándose. Un gran hongo en la ciudad fantasma se desplegaba aniquilando con toda la utilería, y fragmentos de todos ellos se esparcían por el aire. El proyecto Manhattan es un éxito dice Truman feliz que ahora puede hacer uso de la fuerza bruta para concluir con la guerra del pacifico. Ya no habrá otros problemas que una desdichada guerra fría, y tal vez no despierte jamás de éste sueño terrible de un hongo gigante que domina al mundo en todo su esplendor.




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