Gregor Anastasio Cou - Odisea de un viajero

El planeta oscuro.

Estoy en el tramo final, y debo encontrar la luz

 

 

 

 

 

 

 

- Vamos Gregor, debes ir a la luz, al fin de los tiempos para regresar. Debes ir – comenta el ermitaño. – Vamos, sigues aquí, tan vivo, como eterno.

 

No era la muerte, ni el camino a ella. No estaba en un Hades, siendo enjuiciado para el tártaro, o los campos elíseos. La criatura había sido destruida, y solo estaba la energía de la cual somos parte que se van diluyendo en el universo, y todos esos fragmentos se fueron materializando, hasta el punto en que mi cuerpo y mente eran uno mismo. El alma había sobrevivido, y debía llegar hasta el punto en el cual retornaría. Reemprender mi viaje, pues no está concluido. Reanudarlo desde aquí. El oscuro limbo en el cual hallaré la luz.

 

Me encaminé en la dirección que mis sentidos pudiesen descifrar ante la noche eterna que se mimetizaba con el espacio infinito. Siquiera las estrellas me permitían su luz y eso ya era bastante frustrante, pero tomé un respiro y me dije: ¡Gregor has llegado lejos escapando a la muerte de dimensión en dimensión de tiempo en tiempo ¡No es tu estilo permanecer quieto! El rio fluye y con ello logra su objetivo hasta conseguir llegar a su hogar.

 

Entre tantas noches, la tenue luminiscencia me esperaba tal como me había mencionado el ser que lo sabe todo. Me acerqué a contemplarla. Era tan anómala como fantástica.

 

Al recoger aquella pequeña ánima casi intangible en suspensión, sentí que tal vez una parte de mí estaba en casa. Era una de tantas formas de inventarse un suspiro en la piel de un salvoconducto dentro de tanta oscuridad ¡Quizás no era la solución! ¿Qué respuesta puede darme una especie extraterrestre que solo ilumina en medio de un planeta cuyo único color es el de las penumbras? No era más que otra criatura, pero para mí, para éste desolado ser, significaba la posibilidad de darle a la esperanza una oportunidad, como cuando una

 

 

 

 

tormenta en la tierra parece que arrasará con todo a su alrededor, y en medio de la calma el arcoíris dibuja el cielo.

 

El ermitaño me invitó con una edificación de palabras, pues poseía en su semblante afirmado la impronta necesidad de comentármelo antes de que empiece a mermar los colores que me llevarían para siempre.

 

- Bravo Gregor, has logrado finiquitar ese viaje. Dado resolución a tu misión.

 

- Tú, sabías de la misión, o solo era una especulación.

 

- Tenías que regresar luego del salto cuántico a resolver algunas cuestiones del tiempo hasta el momento en que la criatura se hizo presente.

 

- ¿Y por qué ello?

 

- Porque si no no hubiera sido lo que conocemos. Por alguna razón las medidas se modificaron. Al golpearlos el asteroide. Y la bestia venía contigo. En tu interior esperando ser expulsada. Pero tu Gregor hiciste un gran trabajo. Ordenaste los hechos. Y mantuviste la calma. Y llevaste ese monstruo alienígena al tiempo del satélite, para darte una revancha. Has logrado cumplir lo que debías hacer. Es momento de ir a casa.

 

 

 

Los colores me orientaban en la dirección. Sea el sitio que sea lo agradecía, pues tenía donde ir al final encontré un nuevo rumbo. Pues se me permitió al cumplir mi objetivo volver, y lo hice. He vuelto a casa.

 

 

 

Título I: Mi familia he regresado.




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