Guerra de Palabras

CAPITULO 6

Jared miraba por la ventana las gotas que caían cada vez más fuerte y golpeaban el vidrio, mojando todo a su paso. Luego, volteó hacia Natasha, que estaba a su lado con Gato en sus brazos, y escuchó su comentario:

—Sabes, el hecho de haber escrito parejas que bailan bajo la lluvia es bastante romántico. —La miró con una ceja levantada, incrédulo—. Pero en la vida real, tienes que estar loco para ir bajo toda esa lluvia sin nada, es como decir "ven a mi gripe". —Lo último lo dijo en tono sarcástico.

—Al fin coincidimos en algo, es estúpido mojarse bajo la lluvia, te podrías enfermar —se burló, cruzando los brazos—. No quiero mojarme, pero...

Ambos se miraron y suspiraron, sabiendo que la decisión ya estaba tomada.

Luego de unos minutos, los dos bajaron con pilotos y botas de lluvia, decididos a enfrentar su destino. Si iban a hacerlo, lo iban a hacer sin que una gota de lluvia tocara sus cuerpos. Ellos pensaron que eran unos genios, protegiéndose de la lluvia con tanto cuidado, pero la verdad es que se veían ridículos.

—Muy bien —dijo Jared, mientras deslizaba la puerta de vidrio para salir al jardín—, solo unos minutos y luego volvemos adentro.

—¿Deberíamos poner alguna música? Ya sabes, para crear ambiente —habló, saliendo detrás de Jared y cerrando la puerta para que Gato no escapara—. Aunque no creo que se escuche con toda esta lluvia.

Jared se encogió de hombros, pensativo mientras la lluvia golpeaba contra su piloto.

—¿Cantamos? ¿Bailamos? —sugirió, pero luego dudó—. No sé, tú eres la experta en esto.

Natasha lo miró con una sonrisa ladina.

—Nunca he bailado —le confesó—. He escrito escenas bajo la lluvia, pero hay mucho contacto y eso no haré contigo.

Él soltó un suspiro y miró hacia los árboles, sacudiendo la cabeza.

—Esto es una pérdida de tiempo —se quejó—. Podemos dar una vuelta y listo, tal vez se nos ocurra alguna idea.

Natasha asintió y lo siguió cuando comenzó a caminar, pero la lluvia golpeó contra su piloto y mojó su rostro descubierto.

—¿Dónde está lo romántico en esto? —dudo Jared, riendo por lo estúpido que era esto.

Natasha se unió a su risa.

—En mi imaginación era... no sé —sonrió—, un momento lindo, pero ahora me jode que la lluvia golpee mi rostro —Volvió a reír y él se paró frente a ella.

—¿Qué hacemos? Haz funcionar esa mente rara que tienes para crear escenas inexistentes.

La escritora rodó los ojos, pero no pudo evitar que las comisuras de sus labios se elevaran.

—Tal vez estamos muy rígidos y debemos movernos un poco —comentó Natasha, mientras comenzaba a caminar por todo el jardín, con Jared siguiéndola.

Parecían dos locos que no tenían nada mejor que hacer en sus vidas que caminar en círculos en su jardín bajo la lluvia como idiotas.

De repente, Jared se detuvo y exclamó:

—¡Tengo una idea! —Natasha lo miró con curiosidad—. ¿Has jugado alguna vez a las atrapadas? —inquirió con lástima.

Ya que cada vez que conocía a un escritor eran un poco... solitarios.

—Claro que sí, no era una marginada —respondió, con un tono sarcástico y una mirada molesta, mientras Jared alzaba las cejas divertido.

—Entonces, atrápame —la desafió, con una sonrisa provocativa. Jared comenzó a correr por todo el jardín, con Natasha mirándolo con una mezcla de disgusto.

—No voy a hacer eso —dijo ella, cruzando los brazos.

—Oh, vamos, no te quieras hacer la genial —la provocó, deteniéndose y volviéndose hacia ella—. Aquí estamos solo tú y yo, y nuestra necesidad de inspiración. ¿No quieres sentir la emoción de la persecución?

Natasha suspiró y sacudió la cabeza, pero Jared pudo ver el brillo de diversión en sus ojos.

—Vamos, Natasha, atrápame si puedes. —Comenzó a correr de nuevo.

Ella soltó otro suspiro y comenzó a correr detrás de Jared como una niña, sin poder ocultar su emoción.

—¡No corras tan rápido! Eso es trampa —gritó, mientras su capucha se volaba con el viento, al igual que la de Jared, y ahora tenían toda la cabeza mojada—. Te tengo. —Estiró su mano para agarrar su piloto, pero se resbaló y se dio la cara contra el suelo repleto de barro con pasto.

Jared estalló en risas al verla mientras ella se levantaba, enfadada y jadeante por la falta de actividad, pero al verlo reír, ella también se rio.

—Maldito idiota, se supone que tienes que ayudarme —le espeto, molesta pero aun así riendo—. Te dije que no fueras tan rápido.

Jared seguía riendo, doblado en dos, y Natasha no podía evitar unirse a su risa, a pesar de su enfado.

—¿Estás bien? —le preguntó, mientras se agarraba el estómago por haber reído tanto, se sintió bien, ya que hace mucho no reía de esa forma—. ¿Ese golpe no te dio algunas ideas para tu libro?

Pero luego la miró más de cerca y su expresión cambió a una de sorpresa y preocupación.

—¡Oh maldita sea, te rompiste un diente! ¡Te falta calcio, te dije que comer porquerias no te haría bien! —exclamó, mientras seguía riendo a carcajadas.

Natasha se tocó el diente y sintió ese pequeño vacío, pero no había sangre.

—Eres un maldito —formuló, corriendo hacia él y empujándolo con todas sus fuerzas. Jared se trastabilló hacia atrás y se cayó de culo. La miró molesto y ella se rio aún más—. Te lo merecías.

—No era necesario que me empujaras. —se levantó molesto—. Ya no quiero hacer esto. —Sus pies giraron hacia la casa.

Ella lo siguió con la mirada, todavía en risas.

—¡No puede ser! —le gritó—. ¡Eres de esos niños que se empacan porque algo no fue como ellos quisieron y hacen un berrinche! —Lo señaló y Jared se giró molesto.

Corrió hacia ella y la alzó como una bolsa de papas, haciendo que el mundo de Natasha diera vueltas en segundos.

—Maldito, bájame ahora —pataleó, pero Jared hizo oídos sordos y comenzó a girar—. ¡Espera, espera! Voy a vomitar —gritó Natasha, mientras giraba cada vez más rápido.

Finalmente, Jared se mareó y se tambaleó hasta caerse de nuevo hacia el suelo, con Natasha encima de él. Pero aquel golpe, iluminó su camino hacía el ángel que vestidia de verde y no hacía un balcón.




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