Guerra de Palabras

CAPITULO 8

Jared cedió a la tentación y agarró un paquete de galletitas que Natasha había traído. Se sentó en la mesa redonda junto a la ventana, con su libreta y bolígrafo listos para trabajar.

Mientras tanto, Natasha se relajaba en el sofá, leyendo un libro que él había publicado unos años atrás, con Gato acurrucado encima de ella. Él se preguntó si realmente intentaba escribir su libro.

Lo pensó desde el primer momento en que la vio: Natasha era una mujer holgazana.

Recordó la vez que entró en su habitación para recoger unos apuntes que ella le ofreció, y se encontró con un desorden de ropa tirada y papeles por todos lados. Desde entonces, decidió no volver a entrar en ese lugar, no sin antes ponerse un traje de protección o algo.

Aun así, él sabe que ella solo es desordenada, pero no sucia.

Desde su posición, él podía ver las piernas de Natasha y sus vellos, notó que esa mujer no se depilaba con frecuencia, lo que lo sorprendió. En su familia, su hermana y madre eran muy exigentes con eso, hasta el punto de que lo habían obligado a hacerse depilación con cera, lo que fue una tortura para él.

Recordarlo, le daba escalofríos.

Por eso, sentía una pizca de envidia hacia ella, que parecía no preocuparse por esas cosas.

—¿Cómo pudiste escribir una escena caliente si nunca has tenido relaciones? —Rompió el silencio, con curiosidad.

Levantó la cabeza sobre el sofá.

—Existe internet, hay imágenes y muchos escritos —dijo con una sonrisa—, te das alguna idea de cómo va la cosa, en dónde el hombre debe insertar eso o que tocar. —Se arrodilló en el sofá, apoyando sus brazos en el respaldo y descansando su barbilla en sus manos—. ¿Por qué te esfuerzas tanto en escribir una escena romántica si tu libro no trata de eso?

Levantó el libro de Jared y se lo mostró, como si buscara respuestas en sus páginas.

Ella sintió curiosidad por saber qué tipo de libros escribía. Tal vez, pensó, sus propios escritos necesitaban un toque de magia. Pero se llevó una decepción al darse cuenta de que, efectivamente, no había nada de romance en sus historias.

Aunque, admitió, el resto estaba bien escrito.

—Es lo que mis fans quieren, el romance —respondió—. No entiendo por qué quieren agregar romance a todo. ¿No basta con una gran historia de magia y poderes que se centre en el crecimiento de un hombre sin necesidad de una mujer a su lado?

Natasha sonrió, reflexionando un momento antes de responder.

—Creo que el poder del amor es algo que se ha sido visto desde la antigüedad, no solo en la fantasía o en los libros, sino también en la realidad. Pero el amor no siempre es color de rosa, también puede ser trágico. Eso es lo que llama la atención de los lectores, a la mayoría les gusta sufrir.

Jared se encogió de hombros, escéptico.

—Me parece... algo absurdo.

Ella rio, ante la terquedad del hombre, sobre el romance.

—A tu guerrero le falta una esperanza, un hogar, algo por lo que luchar, un lugar al que regresar y donde será amado.

—Su familia —contestó.

—Su familia está muerta, tú lo escribiste —le recordó, rodando los ojos—. A veces el amor puede ser puro y armonioso, y otras veces es doloroso y venenoso, y otras veces es seguro y tranquilizador.

Se recostó de nuevo en el sofá, mientras Gato se acurrucaba a sus pies.

—El amor trasciende la vida real y llega al papel —continuó—. A todos les encanta leer un romance lleno de aventuras o traiciones, porque de esa forma pueden escapar un momento de la realidad.

Jared escribió unas frases en su libreta, arrancó la hoja y se acercó a Natasha.

—Quiero que digas esto para mí —le pidió, tendiéndole el papel.

Tomó el papel, leyó la frase que había escrito y puso una sonrisa cínica.

—Estás loco, ¿piensas que me humillaré de esa forma?

—Si lo dices, yo diré la frase que tú quieras —ofreció Jared, sabiendo cómo negociar con Natasha.

Ella lo pensó un momento y sonrió, levantándose del sofá y mirándolo con una mirada juguetona.

—¿Cómo quieres que lo diga?

Él se encogió de hombros, cruzándose de brazos y sonriendo.

—Lo que te parezca, tú eres la experta en estas escenas.

Se aclaró la garganta, levantó su pie izquierdo y lo apoyó en el asiento del sofá, adoptando una pose dramática. Con una voz melosa y seductora, dijo:

Oh Garren, he pasado años esperando tu llegada, mi guerrero. Es hora que las estrellas brillen e iluminen tu camino hacia la victoria.

El escritor sintió un escalofrío en su columna, como si sus ojos y oídos hubieran presenciado algo horroroso qué le daría pesadillas por unos días.

—¿Qué tal? —Inquirió, bajando la pierna y guiñándole un ojo—. Te dejé sin palabras —añadió, mientras Gato maullaba en la distancia.

Jared solo pudo pronunciar tres letras:

—Wow. —Quiso decir algo más, pero solo le salió "Wow" de nuevo. Se tocó la barbilla, pensativo, y repitió por tercera vez: "Wow".

Ella sonrió, con desdén. Al ver lo impresionado que quedó por su actuación.

—Creo que acabas de arruinar la escena que tenía para esa frase —exclamó, pensativo.

Natasha estalló en risas. Tirándose sobre el sillón, en un gesto dramático, y dijo en tono de broma:

Oh Garren, por qué no me clavas un puñal y terminas con esta larga espera para que pueda descansar en paz, tu maldito hijo de puta. Me estoy volviendo un fósil.

—Eso no es gracioso. —Rodó los ojos, volviendo a sentarse y mirando a Natasha con una expresión seria.

Pero ella no paraba de reír, disfrutando de su propia broma.

«Soy tan graciosa», pensó. Pero no lo era.

—No es una frase mala si pides mi opinión —exclamó, intentando ser objetiva. Pero él no podía evitar mirarla con una ceja levantada, escéptico ante cualquier cosa que dijera esa mujer—. Pero creo que está muy gastada.

—Ah, creó haber leído algo muy "gastado" en tus libros.

—Mis libros son originales. —Volvió a arrodillarse en el sofá.




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