LA CHICA QUE SIGUE SOÑANDO

—¿Cuándo un hombre deja de ser realmente un hombre para convertirse en algo más?

—¿Algo como qué? —Se preguntó a sí misma. —¿Un monstruo? —Dijo como si la palabra solo hubiese aparecido en su cabeza.

—¿Qué es lo que convierte a un hombre en un monstruo?

—¿El dolor? —Respondió Mía, insegura de su respuesta.

—¿Por qué el dolor volvería un monstruo a alguien? ¿Es acaso el dolor algo malo o es la forma en que percibes ese dolor lo que lo vuelve algo malo?

—No lo sé, quizás el miedo lo haga.

—El miedo, percibido como una muestra de impotencia a veces, también puede ser un símbolo de seguridad. Al sentir miedo, tu mente y tu cuerpo te dan el aviso para probarte que huir puede ser la mejor opción ante el enfrentamiento. Pero el miedo no te convierte en monstruo, es todo lo contrario.

—¿Qué te parece el rencor o el odio?

—Aunque efímeros a su manera, el odio y rencor no son más que una prueba de lo anterior, no es más que la forma en la que percibes las cosas y te preparas para el afrontamiento contra eso que no puedes entender. En situaciones van de la mano con el dolor, Mía. Y, en resumidas cuentas, ¿Qué podría ser más humano que el odio y el dolor? y qué podría ser mejor señal para demostrar a ti mismo que estás realmente vivo.

Esta vez Mía se limitó a dar una respuesta apresurada. ¿Qué podría ser tal para convertir a un hombre en monstruo? Pensó.

—¿Qué es realmente un monstruo? —Preguntó Mía, pero su pregunta fue ignorada.

—¿No crees que un monstruo podría crearse por la falta de algo? —Preguntó la voz.

—Lo único que se me ocurre de un monstruo es que es un ser que no tiene corazón ni alma.

—Un ser carente de alma sería incapaz de percibir los mismos sentimientos que una persona ordinaria y es exactamente ello lo que desenvuelve la realidad de la naturaleza de un monstruo. ¿Qué si no la falta de aquello que, en efecto, te vuelve un hombre?

—Me dices que un monstruo es solo un ser sin alma, pero ¿Tal cosa podría existir en este mundo?

—Él es la prueba de ello, ¿No lo crees?