Hannah se acercó corriendo, al ver que Adrián salió de la puerta con Carla en brazos. Demian se acercó a mí y tomó mis manos.
—¿Estás bien? —preguntó, sólo asentí con la cabeza en modo de respuesta.
—¿Qué sucedió?—preguntó Evan.
—No lo sabemos, estaba inquieta por salir de esa cabaña—contesté.
—Adrián entraron juntos, ¿Qué sucedió?—preguntó Hannah y es la primera vez que la veo tan molesta.
—Al ver que no había nadie de la guardia nos separamos, ella tuvo que haber visto algo en esos momentos que estuvimos separados, luego justo al salir se desmayó.
No teníamos tiempo que perder.
—Adrián, cura a Carla o intenta despertarla sino funciona buscaremos otras alternativas—le ordené, colocó a Carla en el suelo y empezó a intentar despertarla—. De momento, vámonos de aquí, los llevaré a una cabaña menos escalofriante.
Empezamos a caminar alejándonos de esa cabaña que en definitiva es escalofriante. Adrián llevaba cargada a Carla e intentaba curarla.
—No puedo hacer que despierte, habrá que esperar—dijo Adrián cuando llegamos a la cabaña. No estaba muy lejos de la otra.
—Entra y déjala en un sillón—le contesté.
Adrián hizo lo que le dije e hice que todos se sentaran en la sala y coloque los papeles en la mesa.
Los papeles tenían la misma escritura que las de la profecía. Los papeles tenían escrito el nombre de cada uno, algunos estaban en un mismo papel. El nombre de Carla y el mío estaban escrito en un mismo papel, Demian y Adrián en otro. El de Demian y el mío en otros.
Y otro papel que decidí ocultar, se lo enseñaría después a Carla. Pero lo preocupante no es nuestros nombres sino el papel más grande.
Viajara hasta el país de nunca jamás, encontrarán algo más que a Peter Pan. Tal vez se unirán o empezará a crecer el odio.
Y hay ojos en donde nadie ve, ¿Un par o dos? Busquen al primer par y recen por no encontrar al segundo porque ese día su destino se sellará o quizás no.
Tenía claro que odiaba esa profecía, ¿O quizás no? ¿Qué clase de broma es esa?
—¿Qué significa el país de nunca jamás? Porque según entendí debemos ir ahí—dijo Demian.
Los mellizos y yo nos miramos. No tenía ni idea de a que lugar hace referencia.
—Esto es de nuestro mundo—mundo intervino Adrián—. El país de nunca jamás es de Peter Pan. Algún lugar donde las personas no envejezcan.
Las personas no envejezcan.
—El mito—susurramos al unísono los mellizos y yo.
—¿De qué hablan?—preguntó Demian.
—Hay un viejo mito sobre este bosque, una vidente que vive aquí desde hace muchos años, se dice que es muy joven que envejece de forma distinta a la nuestra. Hay un libro sobre su historia por aquí—dije recordando que lo había tomado del orfanato cuando tenía siete y lo había traído aquí.
Me había enamorado de ese cuento, según el cuento la vidente se exilió a si misma para poder proteger la naturaleza de este bosque. Cuando los reyes decidieron que no era de ninguna ciudad, ninguna ciudad cuidaba su naturaleza, así que la vidente se mudó aquí para cuidarla.
Se enamoró del príncipe de Lux, el actual rey, él le destrozó el corazón, como ella era especial, no controlaba ni Lux ni Noctis pero podía ver el futuro o pasado de cualquiera con sólo verle los ojos. Él sabía que ella no sería una reina común así que hizo que no fuera aceptada en ninguna ciudad. El único lugar que le quedaba era el bosque naranja, el bosque la acogió y cuidó y ella le regresó los cuidados.
—Tendremos que ir con ella pero tenemos que movernos rápido, necesito que me enseñen a movilizarme con luz.
Salimos fuera de la cabaña para no causar un desastre. Hannah me dijo que buscará recuerdos felices, lo que en realidad fue sencillo, los mejores recuerdos que tengo son en esta cabaña.
Nos dejó meditando para que pudiéramos aprender a controlar las sombras, luego de un largo tiempo y varios intentos lo logramos. Me contaron del entrenamiento improvisado que tuvieron. Por suerte, Hannah ya me había enseñado a utilizar la espada.
—No parecías muy preocupado por Carla—dije acercándome a Demian, Adrián había entrado a la cabaña hace unos segundos.
—Eres muy observadora ¿No?
—Cuando quiero, sólo se me hizo extraño y quise preguntar.
—Tú tampoco deberías preocuparte mucho por ella—dijo un poco enfadado.
—¿Perdona?—cuestioné.
—A ella no le preocupó mucho cuando tú estabas desaparecida—contestó, entonces lo entendí. Carla le hizo creer que no le importó.
—Te hizo creer que no le importó ¿Cierto?—pregunté casi riendo.
—Sí y no le veo lo gracioso.
—Ella es muy buena ocultando sus sentimientos, por alguna razón, la entiendo. Le importó y puede que más de lo que tú crees pero no lo demostrará—explique pero él me miró indiferente—. Ella sugirió el entrenamiento y ella entró a la cabaña a buscarme ¿No?
—Sí pero eso no prueba nada.
—Ella probablemente sea más de demostrar con actos que con palabras. Intenta llevarte bien con ella.
—Haré mi mayor esfuerzo—dijo a regañadientes.
—Gracias.
—¿Cómo es posible que te veas increíble incluso después de estar encerrada durante horas en una habitación?
Reí nerviosa y antes que pudiera contestar Evan sale de la casa corriendo.
—Carla despertó—nos informó.
Al fin, necesitaba hablar con ella. Me puse de pie y empecé a trotar hacia la cabaña.
—Ve por un vaso de agua, en la cocina primera gaveta—le dije a Adrián, quién asintió y se dirigió hacia la cocina.
Llegué a la sala donde estaba Carla, Hannah y Evan estaban cerca de ella. Diciéndole que respiré y se tranquilice.
Se sentó en el sillón mientras bebía el agua que le había dado Adrián.
—¿Qué sucedió?
—Te desmayaste mientras rescatabamos a Thea—le contestó Hannah—. Se honesta, ¿Qué viste en esa cabaña?
—Nada importante—dijo colocando una mano sobre su cabeza.
—Carla no mientas.