Guerra entre Hermanos

3

—Vamos, vamos, vamos —Alentó O'connor para que acelerase en la última vuelta, y obedeciendo mejore mi tiempo, más agotada que nunca, pero lo hice—. ¡Si! Escucha mujer, si sigues así no solo representarás a los Estados Unidos en natación, sino también en atletismo.

—Puede ser, pero no te emociones tanto. Soy muy pequeña, y puede que lleve dieciocho años entrenando, pero aún no crezco lo suficiente como para saltar las vallas. —Suspire derrotada, sentándome en el suelo, recibiendo la bebida energética que O'connor me ofrecía.

Me recosté en el duro suelo de la pista. —Don't Worry. Me tienes a mí y eso te da mucha ventaja. —Levanté la cabeza con las cejas levantadas, viendo cómo se alejaba y una vez que tenía ya una distancia lo bastante alejada hablé:

—Cuando seas tú el que pone el culo en la pista, hablamos O'connor. —Rendida, deje caer la cabeza duramente en la pista de atletismo, bebí nuevamente acostada, y dejé caer la botella a un costado.

Cerré los ojos y sonreí al acordarme de anoche. Con Christian nos quedamos dormidos con la video llamada encendida, recuerdo que al escuchar cómo se arreglaba para ir a la oficina, abrí un ojo, dándome cuenta que el Mac pasó toda la noche enchufado y encendido sobre mi cama, me golpeé mentalmente cuando revisé y estaba súper caliente el CPU, pero para escuchar a mi hermano desearme un buen día y mandarme un beso antes de cortar la llamada, me hizo sentir plena, y con todo el ánimo para iniciar este día.

—¿Sigues tirada ahí? Vamos arriba, que esos segundos no se mejoraran por si solos. —Habló O'connor nuevamente, casi le doy por culo, pero era lo que amaba hacer, así que simplemente me levanté y seguí corriendo.

Al llegar a las regaderas suspire aliviada, el entrenamiento había terminado por hoy, a la noche me tocaba otra hora, pero eso ya dependía total y completamente de mí.

Miré para todos lados a fuera del cubículo de la regadera en donde estaba y me purgué, vomitando casi al instante toda la Gatorade, que había consumido. El líquido azul salió totalmente por mi boca, y fue a caer al pequeño círculo conectado con el desagüe. Cerré fuertemente los ojos, posando una mano sobre mi boca. No soy bulímica, solamente cuando me siento llena me purgo, simple. No estoy enferma ni nada, solo hago esto a veces.

Dándome una ducha rápida, me aleje de todo tipo de tensión alguna, y me relaje. Tenía tanto sueño, pero sabía que solamente lo iba a poder quitar descansando en la noche. Corté el agua y cogiendo mi toalla me sequé por completo y colocándome mi ropa deportiva limpia, salí donde O'connor me estaba esperando para llevarme a casa.

De camino allá, estuvimos conversando sobre nuevas técnicas, tanto para la natación, como para el atletismo. Y al llegar a mi casa la gran parte de las luces de mi casa estaban encendidas, pensé por un momento que Christian había llegado, más lo dudé un segundo, puesto que él volvía el domingo, y hoy era viernes. Luego de despedirme de O'connor, entré a mi casa, viendo como unos familiares de Bélgica de parte de mi mamá, estaban allí.

—Hola.

Saludé, todos me miraron, pero alcé la mano callando a todos, mirándome mi mamá, molesta.

—Señores, y papá, vengo muy cansada, quiero dormir un rato antes de mi entrenamiento en casa, así que les pediría que no hagan tanto ruido, gracias.

Mi padre, le pegó un codazo a mi mamá para que se quedará callada, y pidió disculpas excusando mi situación. Yo mañana le agradecería el noble gesto, siempre mi papá me ha sacado de apuros y sabía que esta vez no sería la excepción.

Al arrojarme a la cama, creo que en unos segundos me quedé dormida.












 

Christian Bradley.

Alarmado, cogí el teléfono y marqué el buenito de mi papá, Emma llevaba toda la noche sin contestarme, habiendo faltado a nuestra videollamada diaria. Al tercer sonido contestó.

—Hola, papá.

Hablé animado por escuchar a mi padre al otro lado de la línea. Pero no lo había llamado para saludarlo a pesar de que estaba contento de escucharlo.

Hola hijo, ¿Comó estas? ¿Cómo va todo por alla?

Sonreí al escucharlo.

—Bien, bien. El domingo cuando este de regreso te cuento los detalles, pero te llamé para otra cosa.

Dime, hijo.

—No es nada malo, no te preocupes.

—¿Es sobre, Emma? —Hice una mueca, me había descubierto, asentí sabiendo que él no me vería. Y con un poco de vergüenza respondí:

—Sí. ¿Sabes dónde está?

Mi niño, ella llegó como a eso de las seis, y de una se encerró en su habitación y no ha salido de allí de entonces.

Preocupado y molesto hablé:— ¿Y no has ido a verla?

La verdad no, tu madre trajo unos familiares de ella. Y hemos estado súper ocupados toda la tarde. —Negué con la cabeza pensando en las estúpidas locuras de mi madre y sobándome la cíen, suspiré.

—Mira a esta hora con Emma siempre nos comunicamos, hablamos por Skype y pues no me ha contestado.

Déjame ir a verla, si esta esuchado música, demás que no te escucho hijo, o algo asi. —Negué sabiendo que eso no podía ser, Emma, desde que me fui, jamás saltó a uña videollamada.

—Solo ve a verla, ella nunca falta a nuestras llamadas, me lo prometió antes de irme de Los Angeles.

Ya, va hijo.

Siento los pasos de mi papá en la escalera, hasta sus toques fuertes en la puerta, seguido del nombre de mi hermana, a quién no le oigo una respuesta, y comienzo a preocuparme, caminando de un lado para otro en mi habitación. Oigo como mi padre abre la puerta y las leves respiraciones pesadas de Emma, comienzan a escucharse.

Hijo, está durmiendo. Se me olvido decirte que llego muy cansada, dijo que descansaría hasta su entrenamiento en casa, que será dentro de una hora. —Miré mi reloj, las seis de la mañana, allá probablemente y sean las nueve de la noche, asentí ante las palabras de mi padre, comúnmente Emma entrena a las once, luego de una siesta y finalmente se acuesta a eso de las una para ir a las cinco de la mañana al gimnasio.




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