Estrelló mi vaso de whisky en la pared, con la respiración agitada.
Soy un maldito hijo de puta. Un maldito pervertido.
No podía creer que cuando entre por esa puerta, en primer lugar, jamás se me paso por la cabeza que ella iba a estar así, pensé que si esperaba un poco no la encontraría asi, pero eso no es lo peor, lo peor fue cuando sentí mi pantalón apretado, cuando mi amigo se despertó sin razón alguna.
Dios mío.
¿Qué carajos me pasó?
Yo no soy así, siempre he querido a mi hermana, pero amarla de un modo el cual no es correcto, me es imposible.
Me pasé las manos por la cara, por el pelo, por la boca, aún sin entender. Estrello mi cabeza contra la pared, y suspiro pesadamente, diciéndome a mi mismo:— No entiendo. —Yo soy su hermano, no un hombre. No puedo mirarla como si fuera una simple mujer, no puedo. Yo soy el que debe alejar a los tipos que se le acercan queriendo aprovecharse de ella, no convirtiéndome en uno de ellos. Golpeo mi cabeza contra la pared.
No, no, no.
Esto debe ser la falta de sexo.
Sí, sí, sí.
Solo debe ser eso, lo de mi hermana solo fue una estupidez, mañana todo seguirá normal, entre ella y yo seguirá el amor que nos tenemos como "Hermanos" y nada más. Cerré fuertemente los ojos tratando de convencerme, más al ver que no lo lograba, sabía que la solución no la encontraría en casa, y fue así como una loca y estúpida idea se me ocurrió.
Necesito a Tiffany.
Así terminé saliendo de casa, y cogiendo mi auto, acelerando en dirección a una discoteca, para encontrarme con Tiffany, mi ex, de la cual sabía que aún no se había olvidado de mí. Es por eso que si dudarlo fue donde ella.
Marqué su número escondido, incluso anteriormente bloqueado.
—Hola bebé, ¿Me extrañas?
—Pasaré por ti a la discoteca, e iremos a tu casa.
No oí respuesta, más a los segundos respondió con un, "lo que tú digas, mi amor." Extrañado por el apodo colgué, al llegar allí, la identifiqué casi al instante. Tan malditamente perfecta. Pero por alguna razón, solo me atraía físicamente el resto me importaba una mierda, como a ella no le importaban los demás.
Al verla subir a mi coche, queriendo satisfacer de una vez por todas mi necesidad, la cogí con mucha facilidad de los muslos, y la deposité sobre mi. Besándola con total excitación. — Nunca pensé que me extrañases tanto.
—Solo cállate. —Río y tocando a mi amigo, volvió a besarme. Cerré mis ojos pero cuando los abrí aún estando pegado a los labios de Tiffany el rostro de Emma apareció, y la excitación me cegó. Le mordí el labio y le acaricié la mejilla, mientras apreté un pedazo de su trasero, cerré los ojos disminuyendo la velocidad del beso, volviéndolo algo exquisito.
Cuando me separé, me pasé las manos por la cara viendo a Tiffany y no a Emma. Concéntrate, Christian.
Tiffany se arregló el labio corrido en el espejo retrovisor, y luego lo volvió a la misma posición, en eso puse en marca el auto en dirección a su casa, dispuesto a acabar con esta sensación.
Al llegar, deje en el garage del departamento, y cuando subimos al ascensor, comenzó una larga sección de besos. Lamentablemente en todo momento me imaginé a Emma, y no pude sacarla de mi cabeza, en un momento de azote la cabeza con la pared del ascensor, asustando a Tiffany, más la calle nuevamente besándola. Su aroma demasiado fuerte, me hacía arrugar la nariz pero me conformé.
Sacudí la cabeza una vez más tratando de sacar la imagen de mi hermana menor, antes de desnudar a Tiffany, y ella a mi.
Lo que iba a pasar, pasó.
Cerré mis ojos al ver por última vez la silueta de mi hermana en el cuerpo de Tiffany, enterrándome por completo en ella, gemí, penetrándola sin algún tipo de compasión.
Ella gritó excitada pidiendo más.
Poniendo mi mano sobre su boca, le callé pero aún así obedecí.
Gemí, acelerando mis embestidas. Gritando el nombre de Emma en mi cabeza, y imaginándola sobre mi, envueltos en sudor, estremecidos de placer. Temblorosos por el orgasmo.
En ese momento fue cuando me corrí, suspirando y mordiendo mi labio fuertemente, tratando de no gritar el nombre de mi hermana pequeña.
Al acostarme a su lado, me saqué el condón y lo fui a tirar al baño. Cuando volví ella se estaba tomando unas pastillas anticonceptivas. Ella mostrándomelas, asentí con una sonrisa. No quería sorpresas y ella menos. Me acosté a su lado y ella sin pedir permiso, apoyo su cabeza sobre mi pecho.
Sin reclamarle nada, cerré los ojos, sintiéndome cansado.
Pensando en que mañana sería otro día, en el que pueda aclarar mi mente, y mis sentimientos.
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Editado: 04.01.2021