Guerra entre Hermanos

7

En el Starbucks, Emma ansiosa comenzó a pedir sin parar una larga lista de alimentos calóricos y llenos de grasa, a lo que sorprendido, no proteste. Pero me pareció más que extraño. Al finalizar pedí algo para beber y para comer, simple. La muchacha me sonrió y yo solamente le pasé mi tarjeta. —Gracias. —Dije recibiéndola de vuelta y guardándola de inmediato en mi billetera, miré a las afueras, viendo cómo Emma se había decidido por sentarnos en las mesas al aire libre. Camine hasta ella, antes de decirle a la chica que queríamos que la cosas nos las llevaran a la mesa, ella solo asintió y sonrió.

Abriendo la puerta de la entrada, caminé hasta Emma y sentándome con ella, admiramos el paisaje oscuro. — ¿Todo bien?

La vi asentir sin mirarme. Sabía que algo quería decirme pero si le preguntaba, no me respondería.

—¿Sabes? Roxane hará una fiesta este viernes —Escuché atento, mientras ella seguía pegada a lo que luego me di cuenta que era la luna—. Y quiero que me cubras con nuestros papás.

—Pensé que querrías que fuera contigo.

Hablé desanimado, y un poco triste.

—No. Tú estás demasiado ocupado con.. —Quedándose callada se volteó a verme con una sonrisa. — Tú trabajo, ¿No?

—Claro. —Asentí sin entender, en eso que ella se volteó sonriendo a medias, la puerta se abrió y un chico nos dejo nuestro pedido sobre la mesa, deseándonos una excelente noche.

Me sentí extraño por primera vez. Nunca había tenido un pelea con Emma, y digo nunca porque nunca hemos peleado, y ahora su carácter distante me dolía, pero sentía que en cierto punto me lo merecía, yo fui quien la engañó. Si algún día llegase a enterarse lo que hice y que además no se lo conté en el momento, me odiaría de por vida.

En especial porque yo soy el que siempre dice que entre los hermanos no hay secretos.

La vi cogiendo el frappé, y metiendo la bombilla entre sus labios succionó el líquido.

—Yo te cubriré, pero prométeme llegar temprano —Ella asintió, para luego encogerse de hombros, fue entonces cuando se desató mi ira—. Puedes, por la mierda, mirarme a la cara.

Ella sorprendida se volteó, pero no quedándose callada, continuó:

—Cuidado con las estupideces que estás cometiendo —Dijo mirándome fijamente—. No te basta con la cagada que ya cometiste.

—¿Y se puede saber que cagada cometí?

Mirándome fijamente, un paparazzi escondido en los arbustos salió de allí, y comenzó a fotografiarnos. Maldije, y tomando las cosas, salimos. Sin darnos cuenta que después eran todavía más las personas con sus malditas cámaras a nuestro alrededor.

—Sube, rápido. —Le ordené a Emma, quien sin protestar corrió a su lado del auto, para partir a gran velocidad dejos de esos hijos de puta, sin vida. —¡Joder! Lo siento, mañana aparecerás en MTV.

No carajo, yo lo siento. No sé qué me pasa últimamente. —Me detuve unas cuadras antes de casa, el Starbucks no quedaba lejos, le vi suspirar pasándose las manos por la cara, y finalmente escuchar un leve sollozo.

—Hey —Cogiéndola de la cintura la senté sobre mis piernas y tratando de mecerla, le acaricié el cabello.

—El nuevo maldito entrenamiento me debe tener así, joder. Me estoy comportado como una verdadera hija de puta.

—Tal vez, pero eres mi hermana, y te pido disculpas, yo igual estoy medio raro, el trabajo me tiene así. —Suspiré pesadamente, para inhalar su exquisito aroma. Diablos, Emma. ¿Qué me está pasando contigo?

Volviéndola a su lugar, chocamos las manos.

—Prometo tener mejor humor. —Dije.

—Opinó igual. —Recostándose en el asiento, y pasándose la manga de la sudadera por los ojos, quito toda marca de llanto. Sonriéndole partí nuevamente, hasta llegar a casa en unos minutos.

Dejando estacionado el auto, nos adentramos en casa donde mi padre nos esperaba, fruncí el ceño y éste mirando a Emma le indicó la televisión. ¡Wow! Que veloces esos malditos.

—¿Me pueden explicar qué pasó allí? —Preguntó mi padre más que molesto, a lo que Emma haciendo que se sentara en el sofá, se arrodilló delante de él.

Chica inteligente. Mi hermana tenía que ser.

—Dijiste que entenderías cuando tuviera días en los cuales parecería como si estuviera en mis días, cuando no lo estoy. —Él suspirando, acaricio la mejilla de mi hermana y beso su frente.

Sonreí.

—Papá, fue una estupidez. Además esos paparazzis aparecieron de la nada. —Nos excusé.

—Niños entiendan, desde ahora los vigilan por todas partes. Deben tener cuidado —Mi padre golpeó el trasero juguetona mente de mi hermana, haciéndola chillar—. Ahora gracias a que tu hermana esté elegida para la eliminatoria y tú tachado como el mejor empresario del país, no esperen que el mundo haga vista gorda con vosotros. Es más que obvio que serán observados por todos los canales de televisión.

—Yo quiero paz.

Escuché a Emma.

—La perdiste Muffin, el día que quisiste ser nadadora profesional. —Emma hizo una mueca y encogiéndose de hombros, abrazó a papá.— Solo tengan paciencia. —Cerré los ojos fuertemente, pasando mis manos por mi cara, y luego por mi cabello tirando las puntas de este.

Mi padre tenía razón.

Todo el mundo nos observaba.

Y ahora a mi se me ocurría tener una leve atracción por mi hermana pequeña, no me quiero ni imaginar cuando el mundo entero se entere de lo que siento, de lo que me está pasando. No quiero pensar en cuando ese día llegue y me encuentre con la sorpresa, que nos tachen como los hijos descarriados, los pervertidos, la chica de oro enamorada de su hermano y el mayor empresario de los Estados Unidos enamorado de su hermana.

No me lo quiero ni imaginar.

—Ya. Vayan a dormir —Dijo, además de arrebatarnos las cosas de las manos—. No me haré cargo de esto.

Con Emma caminamos hasta nuestras habitaciones, las cuales se encontraban juntas.

Al abrir la puerta la voz de mi hermana, susurró mi nombre:— Chris.




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