Guerra entre Hermanos

10

—¿Qué tan mal esta?

—No es tan grave —Admiró el bello cuerpo de mi pequeña dormida profundamente, mientras el doctor estaba de ves en cuando tocando sus rodillas y moviendo levemente sus piernas admirando por completo las heridas—. Pero, siendo ella una deportista, si es grave. Te recomiendo que le prohíbas piscina, correr, nadar, trata de que no se bañe en dos días, no quiero que el agua toque esas heridas, en especial las rodillas —Asentí tomando nota mentalmente—. Trata de que coma un poco de calcio, la noto más delgada. Para mi que esta niña no ha estado comiendo bien.

—Tomemos asiento, por favor. —Le indiqué el pequeño diván a los pies de cama, mientras yo tomaba asiento en la silla de escritorio de Emma.

—¿Has notado algo extraño últimamente? Mucha comida, bastante sueño, algo.

—Ahora que lo dices si, cambios de humor, el otro día no comió nada en la cena pero salimos y pidió de todo, llega con mucho sueño, O'connor me dice que se está cansando con mucha facilidad y eso no es bueno.

—Algo me dice que Emma, tiene algún desorden alimenticio.

—¿Cómo así?

—No te puedo asegurar nada, pero trata de estar muy pegado a ella.

—¿Por?

—Sospecho que Emma tiene bulimia —Fruncí el ceño, negando—. La última vez que la recibe tenía la garganta muy lastimada, prevén que esas cosas no ocurran. Quédate con ella.

—Estoy dispuesto a dejar de trabajar un tiempo para cuidarla. —Levantándose el doctor, yo le imite.

—Ten cuidado, Emma es vaso muy frágil. Y puede caerse en cualquier momento y quebrarse, trata de no dejarla, es mucha la presión que tiene ahora —Asentí, desde que a Emma la nombraron para la preeliminar ha estado más irritada que de costumbre—. Eso sería todo, te dejaré aquí algunos definflamatorios, también necesitará alguna crema para la regeneración del tejido perdido. —Asentí recibiendo la receta dejándola sobre el escritorio, abrasando al doctor, le sonreí agradeciéndole.

Al retirarse quise acompañarlo, pero no me dejó. Me encogí de hombros y caminé hasta estar sentado al lado de Emma, y viéndola apoyada en la almohada tan cómodamente, le comencé a acariciar el cabello.

—Siempre te he cuidado, y está vez no será la excepción. 












 

Al despertar por la mañana, Emma seguía dormida, en eso sentándome en la cama, acaricié la palma de su mano que estaba extendida por sobre la cama. Y pensar que ayer por la tarde la besé.

No sé qué se me pasó por la cabeza al momento de inclinarme a besarla pero preferí que olvidara este mal trago y descansara.

Iba a inclinarme de nuevo pero apretando los labios, me alejé.

"Eres su hermano, no su novio. Gilipollas"

Salí de allí con el corazón a mil, yendo donde Olivia quien ya estaba cocinando, al verme me habló de inmediato:— Joven Christian, como anoche no vino a buscar el licuado, lo guarde y le prepare una bandeja con comida para usted la señorita Emma.

Besándole la cabeza a la anciana, le agradecí— Nos salvas de muchas, Oliv.

La mujer me sonrió, y cogiendo la bandeja, caminé cuidadosamente de vuelta a la habitación de Emma. Al entrar esta se estaba sujetando la cabeza con una mano, aún recostada en la cama.

—Buen día, enana.

—No tienen nada de buenos —Río débilmente. Dejando la bandeja en el escritorio, corrí a ayudarla a sentarse—. Estoy bien, no estoy convaleciente.

—Para mi, si.

—¿Porque siempre tan exagerado?

—Porque te amo. —Me sincere, dándome cuanta que ella me sonrió, todo parecía que lo de anoche se le había olvidado así que, sintiéndome victorioso decidí no sacar el tema de nuevo.

Depositando la bandeja abrí las patitas que está tenía, para no cargar el peso de la bandeja sobre Emma.

—Sentí tan raro oír la alarma de las cuatro de la madrugada y no tener que levantarme. —Sonreí sentándome al lado de ella, besando el costado de su cabeza.

—Come. —Cogiendo el control remoto, encendí la televisión viendo cómo las noticias del deporte era la primera que se veía. El típico canal ESPN.  Veamos un película, no estás porquerías. —Dije cambiando de canal poniendo alguna película que ya se estaba reproduciendo.

Viendo a Emma con una tostada de linaza dentro de la boca, cogí mi café y le di un sorbo. Al momento en el que Emma tomó el control y bajo el volumen de la televisión, no al cero pero al menos para que pudiésemos escucharnos, fue ahí cuando caí en cuenta de que ella quería hablar. Hice una mueca, y tirando el control, habló:— Necesitamos hablar.

—¿A qué te refieres?

—Sabes muy bien a lo que me refiero. —Le dio una nueva mordida a la tostada y me miró, decidí dejar la tasa sobre la bandeja y escucharla— Comienza a decirme porqué.

—Emma anoche yo no sé qué me pasó.

—Si sabes, dime.

—Si te digo no me vas a volver a hablar y me separarás de ti.

—Prometo no hacerlo.

—Necesito que me escuches con la mente abierta —Al verle asentir, suspiré pesadamente y comencé:—. Cuando yo me fui para Madrid, me dolió mucho dejarte, me dolió irme justo cuando tenías una competencia, tú sabes mejor que nadie que yo jamás falto a esas cosas, cuando iba en el avión yo..

—¿Tú, que?

—Me rompí al verte por la ventanilla del avión, mirando este, con la esperanza de que me arrepintiera y volviera a abrazarte y a verte competir, sintiéndome orgulloso —Tome una bocanada de aire para continuar—. Cuando estaba allá y te vi a través de la televisión te extrañé con locura y no supe que me estaba pasando, cuando llegué mi mundo volvió a estar en colores.

—No te estoy entendiendo, Christian.

—Me has comenzado a gustar —Solté, a lo que ella se me quedo viendo atónita, sin respuesta—. Te he comenzado a mirar de otra manera, de una manera que no te puedo mirar —Me volteé a verla y ella tenía los ojos abiertos como platos, mirando algún alimento sobre la bandeja—. Dí algo por favor.




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