Guerra entre Hermanos

19

Christian.

Bolton de inmediato me llevó a una de las tantas habitaciones que tenía el recinto, suspiré viéndome la mano.— No es para tanto.

—¡Lo es, idiota! —Vociferó Andrés más que enojado, a lo que rodeé los ojos.— Espérame aquí, iré a por el botiquín de primeros auxilios. Al verle abrir la puerta, Emma entró empujándola y buscándome con la mirada, al encontrándole corrió donde mí.

—Christian, ¿Estás bien? Papá me dijo lo que sucedió. —Se arrodilló frente a mi y sin querer hablar miré a Bolton que miraba la escena con ternura. Fruncí el ceño cuando el deseo de terminar la conversación que habíamos dejado pendiente, más bien que Emma dejó pendiente, me llenó por completo

—Déjanos a solas, Bolton —Mi amigo asintió y yéndose de la habitación, cerró la puerta en eso me levanté—. Dime la verdad Emma Emilia, ¿Me besaste, por qué? ¿Para que querías que viniera? ¿Querías acaso restregarme en la cara a tu noviecito? ¿¡Acaso no te cansas de herirme, o es que te gusta eso, verme llorar por ti!?

—Christian, ¿Porqué todo esto? —Le ví tragar saliva al sentirse tan intimidada por mi estatura.

Al no ver respuesta de su parte, ladré:—¡Responde Emma!

—Papá estaba molesto contigo al no ver que llegabas. Me llamó y me dijo que fuera por ti, no tenía idea que habías cambiado de opinión, no sabía porque no querías venir. Después de todo el trabajo que habíamos hecho. No entendía nada. —Respondió rápidamente pero no lo que yo le había preguntado.

—Emma, no te pregunté eso.

—Me pediste que te dijera el porqué te besé. —Admitió con la mirada perdida en algún punto en el suelo. Dolido me sujete el pecho, alejándome de ella.

—Me estás diciendo de todo fue un juego, me besaste porque querías obedecerle a papá. ¿Papá te pidió que también me besarás?

—Deja de hablar tanta gilipolles.

—Sabes, no puedo. Vienes me besas y luego te vas con él. ¿Qué tiene él que no tenga yo? Yo te amo Emma, entiéndelo. Nadie te va a amar como yo, nadie te va a respetar, a mimar, a desear como yo. —Mirándola vi que había cerrado los ojos sin querer sostener la mirada conmigo. —¡Respóndeme!, ¿Qué tiene él que no tenga yo?

—Madurez. Él no es un gilipollas como tú. Él no me va a querer no solo para una noche, sino para muchas. Me va a respetar más que tú, no me tratará como un puto juguete, porque tú así tratas a las mujeres. ¡¡Como putos juguetes!!

—¿Así? ¿¡Eso te he demostrado!? —Grité frustrado.— Me conoces mejor que nadie, y.. ¿¡Eso es todo lo que tienes que decir de mí!?

—¡Sí!

Reí incrédulo para luego morderme el labio tratando de no parecer aún más débil de lo que ya le he demostrado.— Pues déjame decirte algo, este gilipollas esta loco por tí, esta que muere por ti, esta totalmente enamorado de ti. —Le vi sollozar queriendo cambiar sus hirientes palabras pero la conocía, sabía que no lo haría.— ¿Y sabes que?

—¿¡Que!?

Cogiéndole el rostro volví a besar aquellos labios que me traen loco desde hace semanas, empujándome con sus pequeñas manos. Me aleje de ella.

—¡Eres demasiado cruel Christian, deja de hacerme elegir!

—¿De qué demonios hablas? —Hablé por primera vez con serenidad, sin comprender nada

—Me estás haciendo elegir entre lo correcto, que es alejarme de ti, o quédame contigo como si fuese esto un puto cuento de hadas y nos amásemos de por vida y no, no lo es. —Me pase la lengua por los labios sintiéndolos salados y sonreí.

—No te estoy haciendo elegir, solo quiero que puedas dejar de pensar en el resto y pienses en lo que tú quieres.

—¡Pues yo no quiero nada contigo!

—Dime la verdad Emma —Me acerque amenazante hacia ella, quedando tan solo a algunos centímetros de su rostro, y con el índice le levanté del mentón para que mirara a la cara y no me mintiera—. Si me amas, prometo hacerte la mujer más feliz de todo este maldito mundo, pero si no lo haces, me alejaré de ti. Tú decides, es simple.

—Vez como si me estás haciendo elegir.

Le vi sollozar, pero valientemente me miró a los ojos con la respuesta ya decidida. Y cerré los míos sabiendo cual era, y no queriendo escucharla sentí las lágrimas caer por mis mejillas. Como un completo idiota.

—Christian.. soy tu hermana. Solo te pido que me entiendas. —Sonreí besando su frente, para luego asentir.

—Okey. Te entiendo, no te volveré a presionar. —Sonreí acariciandole la mejilla, y pasando por su lado, salí por la puerta, dejando parte de mi corazón con ella.

Trague saliva al ver a Alexander, allí fuera junto a Andrés.

—Solo espero Alexander, que la hagas muy feliz. Es mi hermana pequeña, y la amo. —Este frunció el ceño y corrió dentro de la habitación, una vez desapareció caí en los brazos de Andrés, quien sin entender, me abrazó.— Sácame de aquí, no quiero que ella me vea así.













 

Emma.

Solloce quebrándome por completo al ver a Christian desaparecer. ¿Realmente le dejaría ir? ¿Soy tan caliente cómo para hacer eso?.— Christian. —Le llamé pero nunca vino a socorrerme, al ver a Alexander entrar y mirarme verme desde la puerta, caí rendida, y este no tardo en abrazarme.

—Soy una tonta, una tonta. —Lloriqueé, apoyando mi cabeza en su pecho. ¿Sería capaz de aguantar la muerte de este amor?

—Está afuera, nena. Corre por él, dile que lo amas. ¡Que soy gay, no sé! Vamos anda. —Me empujó, pero yo negué.

—Ya escogí, y yo escogí el camino correcto.

Solloce en sus brazos, Alexander me llevo casi arrastrando mis pies hacia fuera, donde se encontraba Christian, pero al salir y no ver a nadie solloce fuertemente.

—Suéltame. —Corrí lejos de él y dejando atrás la llamada de atención de Alexander y luego la de mi padre, corrí hasta el estacionamiento, dándome cuenta de que Christian estaba subiéndose a su carro para cumplir su promesa.




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