Guerra entre Hermanos

20

Emma.

A la mañana siguiente me levanté temprano, no tenía intención alguna de quedarme en la cama de brazos cruzados esperando que Christian me olvidase. Baje corriendo las escaleras una vez ya vestida pero me detuve al escuchar la voz de mi padre desde la cocina.— No me importa eso ya, ¿Christian quiero saber que le pasó a Emma? Anoche llegó como alma que lleva el diablo, le habló pésimo a Claudia, ¿Qué le hiciste? —Suspiré tristemente y algo molesta, no quería que le siguiera recordando sobre mi, no quería seguir recordando lo que ocurrió anoche. Sin más, entré y miré a mi padre que se encontraba de espaldas a mi.

—Cuelga. —Mi padre al verme se alejó el teléfono, pero agradecí al verle obedecerme.— Déjalo en paz, él tiene sus motivos y yo lo míos, ¿Podrías entenderlo?

—Hija, siempre te he entiendo. Pero ahora, simplemente no puedo.

Me pasé la lengua por los labios.— Te lo diré cuando este asunto quede resulto, confía en mí como siempre lo has hecho.

Cogiendo las llaves de mi auto, me subí a este y conduje directamente hasta la oficinas de la empresa Bradley. El tráfico era normal por la hora, aún no se llenaban las calles en Los Ángeles, lo que me sirvió para llegar a tiempo y encontrarme con aquel gigantesco edificio de vidrio polarizado. Al entrar subí el ascensor hasta gerencia, donde sabía perfectamente que allí se encontraría Andrés Bolton, el mejor amigo de mi hermano.

Al llegar a ese piso sin poner atención a los alegatos de la secretarías entré a su oficina, donde allí estaba el muy desgraciado mirándome sin entender que hacia allí.

—¿Emma? —Confundido, frunció el ceño y se levantó de su asiento, acercándose.

—Quiero saber dónde está Christian. —Hablé directamente lo que le sorprendió pero desviando la mirada, me mintió.

—Lo siento pero, no tengo idea.

—¿No tienes idea? —Sarcástica reí y me crucé de brazos, dándome aires de superioridad.— No me trates como una de tus estúpidas e ingenuas secretarias. ¿Dónde está Christian?

—No tengo idea.

Sonreí encantadora y con una mirada fulminante, bramé:— No lo repetiré otra vez, Bolton. —Al verle caminar hacia la puerta, vi como cerró esta y le colocó seguro.

—¿Qué quieres conseguir? ¿Quieres seguir lastimándolo? Emma ya fue suficiente, déjalo en paz. Christian se encuentra peor de lo que te imaginas, él no está bien y tú lo único que has hecho es hacerle sentir peor, hiriéndolo y restregándole en la cara que no sientes nada por él.

—¿De qué estás hablando, Andrés? —Aterrada por la idea, retrocedí. ¿Acaso Christian le había comentado sus sentimientos a su amigo, le había confiado un secreto tan delicado a un idiota?

—Sé qué tal vez te moleste que lo sepa, pero no se lo diré a nadie porque quiero a mi amigo, y porque a pesar de que sea incesto lo que estáis haciendo, tengo la mente abierta y quiero, aunque sea con su propia hermana, verle feliz. —Tragué saliva, tratando de contener las lágrimas que se habían comenzado a acumular.

—Tomemos asiento, por favor. —Obedecí y agradecí el verle ofreciéndole un vaso con agua, tenía la garganta apretada y sin ser más orgullosa de lo que ya estaba siendo, le acepté.
—Joder Emma, ustedes dos si que están metidos en un gran lío.

—Solo quiero buscarle, decirle que me equivoqué. —Susurré.

—Mira yo no debería porque estar haciendo esto, pero creo que Christian no tomó la mejor decisión de su vida al abandonarte, y.

Le interrumpí.— No Andrés, sí Christian tomó esa decisión fue porque yo se lo pedí. Me hizo escoger y yo escogí. Y ahora él se fue y me dejó sola. —Me rompí y es que no me importaba que me viera, necesitaba sacar aunque sea con un idiota la pena que tenía en este momento.

—Siendo así, no tendría porque decirte dónde está.

—Lo sé, lo sé, lo sé. Pero necesito tu ayuda, necesito decirle algunas cosas que no le dije anoche.

—Emma, por favor.

—Te lo ruego, Andrés.

Le vi suspirar rindiéndose, negó con la cabeza pero aún así habló:— Es demasiado lejos, toma ocho horas llegar allí, no podrías ir sola, te perderías. Christian se sabe esa ruta de memoria, pero tú te perderías luego de una hora y media conduciendo. —Negué con la cabeza sobando mis sienes más desesperada, ¿¡A dónde mierda te fuiste a meter Christian!?— Podría decirte a dónde es, pero o llegarías mañana o no llegarías nunca, y te perderías.

—Al menos quiero intentarlo.

Le vi suspirar dándose por vencido ante tanta insistencia, asintiendo me pasó una carpeta, lo que produjo en mi extrañamiento, lo que me hizo fruncir el ceño.— Hice esto por si venías, pero no sabía bien si debía dártelo o no. Christian está un poco más allá de las fronteras de Oregón, cerca de Sacramento y San Francisco. —Abrí la carpeta viendo cómo dentro de está estaban algunas vías por donde llegar de mejor manera.— Para ser exacto en una lugar llamado Gualala junto al océano.

Cerré los ojos ante la esperanza de volver a verle, pero el que estuviera tan lejos aún así, me aterraba.

—No sabes cuánto te lo agradezco, Bolton.

—No quiero verlos sufrir a ninguno de los dos, quiero ver feliz a mi amigo y si tú eres su felicidad yo no pienso quitarle aquello. —Sonríe sinceramente, cogiendo la mano que tenía estirada sobre el escritorio.

—Y te lo agradezco.

—Emma, te recomiendo que te vayas ahora, no pierdas más tiempo.

Levantándome a paso acelerado caminé hasta la puerta, no sin antes voltearme a verle por última vez.— Andrés.

Llamado su atención el joven amigo de mi hermano me miró aterrado, entendía que la idea de perderme en el camino o que algo me pudiera pasar le preocupaba.

—Si no te llamo luego de doce horas, llama a Christian y cuéntale de esto. Él sabrá que hacer, —Tragué saliva con la garganta más que apretada—supongo.

—Si llegases allá lo primero que harás será llamarme, ¿Me escuchaste? —Asentí y sonriendo salí de la oficina.




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